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Memorial para pandemias

Las protagonistas de las dos últimas ediciones del Año de las Letras Canarias han quedado arrumbados en los márgenes del coronavirus

Dolores Campos-Herrero.

Si la memoria es la lámpara que alumbra el desván de nuestro pasado, hagamos Memoria de libros y autoras que han tenido la mala fortuna de ver la luz o recibir homenajes en tiempos de pandemia. Y pongo por caso a Josefina de la Torre cuyo Año de las Letras Canarias estaba a punto de iniciar su celebración cuando el 20 de marzo de 2020 se decretó la pandemia. Aliento y almas congeladas, y repertorio de actos y celebraciones en suspenso, como una suerte maldita de otro Marzo incompleto. Dio lugar para un acto-homenaje en el Teatro Guiniguada, insustituible en la agenda presidencial, ¡algo es algo!, pero el resto de acciones quedó en la cuneta de un año fatídico que acertó otro revés, póstumo e imponderable, en la biografía de la autora de Poemas de la Isla.

Terminó 2021y nunca más se supo. Seguimos en pandemia, es cierto, pero vislumbro otras razones. Percibo que la Cultura, o mejor, la promoción cultural, parece haber encontrado su perfecta resiliencia en escenarios digitales donde la fiesta es con estricta invitación y certificado de nacimiento. Ni transversal ni intergeneracional, ¡para qué!... Al gestor que paga la fiesta con dinero de todos le resulta más cómodo, barato y eficaz, un encuentro online con dos o tres juglares de la @poesía, entusiastas de la escritura híbrida, y un puñado de mujeres que se autoperciben como tarro de las esencias de un nuevo discurso antropológico-cultural porque las invitan a pasar al hall del Poder para protagonizar el mismo, y unidireccional, debate sobre la necesidad de aportar visión de género a la Cultura.

El formato sobrevenido con la Covid es perverso: permite ensalzar y echar a la vez al cesto del olvido

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Este formato sobrevenido con la pandemia fomenta un modelo perverso ya que permite ensalzar y echar al cesto del olvido al mismo tiempo, como un folio borrador que acaba en la papelera. Cultura híbrida para habitantes de un universo In&Out que sustituyen diálogo por discurso sin reparar en que el placer del tubo de la ola, sordo y fugaz, nace de la propia ola y en la orilla, tras la resaca, mucha vida pero también mucho cadáver al descubierto.

Josefina de la Torre. | | LA PROVINCIA/DLP Alicia R. Mederos

Nada de esto merecería un reparo si no fuera porque los actos de homenaje a las protagonistas de las dos últimas ediciones del Año de las Letras Canarias, Josefina de la Torre y Natalia Sosa Ayala, han quedado arrumbados en los márgenes por una pandemia que las ha vestido con el prêt-a porter de la Cultura y su megafonía a pilas.

Josefina de la Torre resiste como pocas. Su Literatura ha conocido situaciones de enorme desgracia, personal y colectiva, se diría que algunos de sus mejores versos se han abierto paso entre los escombros de una Guerra Civil, la dudosa implicación política posterior, los avatares familiares y amorosos, los anhelos y deseos insatisfechos, las pérdidas… Su escritura siempre se abre paso, y si 2020 no pudo ser bien podría 2022 ser el Año de las Letras Canarias de la ‘Memoria’ para recuperar a Josefina de la Torre y a Natalia Sosa Ayala (Año de las Letras Canarias 2021), y brindarles el reconocimiento truncado por la pandemia.

Una suerte de repesca para evitar el delirio de arrinconar a quien decimos querer rescatar del olvido. Recuperar el borrador de la papelera.

Retrospectiva de las Letras Canarias

Una sección paralela del Año de las Letras Canarias, a modo de ‘Retrospectiva’, para compartir que no sustituir o reemplazar, menos aún, como es el caso, cuando la homenajeada en el Año de las Letras Canarias 2022 es Dolores Campos-Herrero. La escritora, poeta y periodista a quien tuve la suerte de tratar y disfrutar, tanto de su vasta formación como de su generosa actitud vital, en contadas pero contundentes ocasiones; una de ellas justamente como invitada por quien suscribe a participar en el ‘Centenario del Nacimiento de Josefina de la Torre’, en 2009. Y rescato por oportuna una frase de Dolores Campos-Herrero sobre la autora de Poemas de la Isla cuando, al ser preguntada por la importancia de la poesía de Josefina de la Torre, concluyó: “dejo para eruditos maniáticos la discusión sobre si Josefina de la Torre es más modernista o más de las vanguardias… Lo importante es releer a esta enorme autora con ojos del siglo XXI”.

Mercedes Pinto. | Alicia R. Mederos

Se trataría de sumar, incorporar a la celebración anual, un espejo retrovisor que alumbre el instante en que una autora pasa el testigo a la siguiente, y lo escribo así, en femenino, porque es exactamente lo ocurrido en 2020 y 2021, aunque no ignoro que el inventario de ‘rescatados para el olvido’ en las Letras canarias registra una larga cola de ambos géneros. Cuesta enumerar dos actos en homenaje a Natalia Sosa Ayala en el año que acabamos de despedir… ¿Alguien anda por ahí?

Mercedes Pinto

Una salvedad para este 2021 en la figura de Mercedes Pinto que ha visto la recuperación de su obra gracias, en mayor medida, al tesón y criterio de Alicia Llarena quien, desde que se le asignara el Año de las Letras Canarias 2009 a la autora de El divorcio como medida higiénica, no ha aflojado un ápice para evitar su inclusión en el cajón de los homenajeados olvidados.

Josefina de la Torre y Natalia Sosa Ayala, víctimas del ‘prê-a porter’ de la Cultura y su megafonía a pilas

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Y algunas sugerencias en distintos formatos de cara a este arranque de año: 20 escritoras canarias del siglo XX: de la invisibilidad social al reconocimiento, (ediciones La Palma, 2019), editado por Yasmina Romero Morales y Alba Sabían Pérez, con prólogo de Rosa Regàs, y Memorias de una Estrella, editado por la Viceconsejería de Cultura del Gobierno de Canarias a finales de 2020 y que tuve la suerte de presentar en febrero de 2021 en la Casa Museo Pérez Galdós de Las Palmas de Gran Canaria.

Natalia Sosa Ayala. Alicia R. Mederos

Memorias de una Estrella

Un soplo de vida que renace al abrir la carátula de un libro reeditado medio siglo después de haber sido escrito. Me ocurrió con la reedición de Memorias de una Estrella. Sus páginas de libro recién parido, a finales de 2020, desprendían ese olor picante de las imprentas mezclado con el ácido dulzor imaginario que atribuyo siempre a la vida de su autora, y que, entre líneas, dan testimonio de otro nacimiento: el de la industria del Cine en España, con sabores y sinsabores surgidos de su experiencia en platós y camerinos de los años treinta y cuarenta del siglo XX. Telarañas que cubren episodios vivaces de una autora, y unos personajes, que protagonizaron un presente tan real, o no, como el nuestro.

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