En las tibias arenas de la infancia
Quizá estarán tus pobres herramientas
Oxidadas por el viento y el mar
Y acaso el tiempo
Esperando tal vez,
Al lado de aquel templo
De la sabiduría,
Donde los doctos sabios
Supieron instruirnos
Tanto en las letras, como
En las ciencias puras de la vida.
Bendito aquel colegio de madera,
Anclado junto al mar
Y dispuesto a zarpar
A extraños mares.
Allí sí que anidaba la alegría.
Seguramente aquello
Fue la felicidad,
Pero no lo sabíamos.
José Luis Pernas