eldia.es

eldia.es

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Albert Camus, la conciencia lúcida en acción

Debate reivindica la figura del autor y publica ‘Carnets’, los cuadernos donde dejó constancia de su amor por la literatura y la justicia

Albert Camus. E. D.

Con apenas 22 años y hasta su muerte Albert Camus empezó a escribir lo que al fallecer, su viuda dio en llamar carnets, pequeños y medianos textos, tan inclasificables como diversos, que Camus escribía en sus cuadernos con apuntes de lectura, impresiones de viajes, reflexiones filosóficas; textos que reflejan sus pensamientos, sus dudas, su visión de la vida; hablan, al inicio de Argelia, de su amor por su madre, de su infancia en Orán, de su enfermedad pulmonar. Son también las huellas de su vida cotidiana, primero en Argelia, luego en el París de la ocupación o de la liberación, durante la Guerra Fría, durante sus viajes por Italia, Brasil, Grecia y, sobre todo, la huella de su vida. Son en definitiva su pensamiento y su conciencia en acción. En estos carnets, a caballo entre el cuaderno y el diario privado se puede leer la lucha implacable y desarmada de un hombre frente a la inexorable máquina de los días y el tiempo.

Publicados por primera vez tras su muerte, en 1962, la creciente recuperación de la figura literaria y humana de Albert Camus, tanto en Francia como en España, después de años de silencio, ha llevado a la editorial Debate a la publicación de muevo de estos carnets, en un solo volumen y bajo el acertado título de Vivir la lucidez.

En ellos conocemos y encontramos todo lo que fue Camus, como literato y como pensador libre. Están repletos de pequeños textos en las calles que delatan a un narrador excepcional; el es un atento observador que cuando pasea lo hace con codicia y así nos habla de las playas o las dunas, del cielo, de las calles de una ciudad, y en esas descripciones siempre aparece el gran estilista con su prosa majestuosa y colorida: «Las dunas frente al mar. De noche la luna vuelve las dunas blancas. Un poco antes, la tarde acusa todos los colores, los oscurece y los vuelve mas violentos». Es una su prosa seductora, hecha de frases breves y concisas, de furtivas imágenes.

En todo caso estos carnets forman un complemento fascinante al resto de su obra e incluso muestran en su contexto original algunas de sus citas más célebres. Leer estos escritos resulta fundamental para todo aquel que realmente quiera conocer Camus .

Camus, que desde siempre tuvo una conciencia crítica, basada en una fuerte preocupación por la libertad humana, la justicia social, la paz y la eliminación de la violencia, va componiendo en estos carnets las piezas que conforman un rompecabezas para aclarar el singular destino de este escritor. De manera que son el espejo en el que Camus puede tanto mirarse como cuestionarse libremente. Así, por ejemplo escribe: «elijo la libertad, porque, aunque la justicia no se cumpla, la libertad preserva el poder de protestar contra la injusticia. La libertad es poder defender lo que pienso, incluso en un régimen o un mundo que apruebo. Es poder dar la razón al adversario».

Los carnets son muy discretos en lo relativo a su propia vida, apenas algún dato y rara vez abandonan el plano de la reflexión o la creación. Así el 17 de octubre de 1957 tras conocer la concesión del Premio Nobel de Literatura, escribe: «Nobel. Extraño sentimiento de agobio y de melancolía. A los veinte años, pobre y desnudo, conocí la verdadera gloria. Mi madre» (Camus llamó por teléfono a su madre a Argel para anunciarle el premio).

Los carnets reflejan también sus controversias y polémicas políticas. En 1935 Camus se afilió al Partido Comunista francés; le escribe entonces a su amigo Jean Granier que «todo me lleva a ello y que ya estaba decidido a vivir esa experiencia. Los obstáculos que opongo al comunismo creo que es mejor vivirlos».

Duró muy poco y en diciembre de 1937, pocos meses después de dejar el Partido Comunista, Camus parecía resumir en una frase, con la moderación que se sabe que tenía, su mala experiencia dentro de un partido que consideraba gobernado por el oportunismo estalinista «La política y la suerte de los hombres están labradas por hombres sin ideal y sin grandeza. Los que llevan en sí la grandeza no hacen política. Así es todo».

Antes, en agosto de 1937, escribe con esta neta contundencia: «Cada vez que escucho un discurso político o leo a aquellos que nos dirigen, me asusta, desde hace años, no oír nada que produzca un sonido humano. Son siempre las mismas palabras que dicen las mismas mentiras. El que los hombres se acomoden a ellas, que la cólera del pueblo no haya abatido todavía los fantoches, es una prueba, a mi modo de ver, de que los hombres no conceden ninguna importancia a sus gobiernos».

Su gran polémica, reflejada también con brevedad en los carnets, fue en 1951, cuando publicó su ensayo El hombre rebelde, que provocó el rechazo de los marxistas y otros teóricos de izquierdas y del hasta entonces su amigo Jean-Paul Sartre. Camus escribe al respecto: «he querido decir la verdad, sin dejar de ser generoso. Esa es mi justificación». Hubo una larga y dura polémica dirimida en Temps Modernes, la revista que dirigía Sartre. Al final, de manera lacónica y sutil Camus cerró el debate: «Temps Modernes: admiten el pecado y rechazan la gracia. Sed de martirio».

Clarividentes pues estos carnets de Camus que suponen el reflejo de su pensamiento honesto y limpio, de su modo de trabajo, de su talento intelectual que supo insuflar en su época que fue definitoria del siglo XX.

Compartir el artículo

stats