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Mar Gómez Glez. Escritora finalista del Premio Nadal 2021

«La pareja es una institución en crisis porque no ha evolucionado»

«Parte de quererse a una misma es también querer a tus propias semejantes», afirma la escritora finalista del Premio Nadal 2021

La escritora Mar Gómez Glez. E. D.

Mar Gómez Glez. (Madrid, 1977) es finalista del Premio Nadal 2021 con ‘Una pareja feliz’. La también dramaturga visitó Tenerife hace algunos días para participar en la Feria del Libro de La Laguna, donde habló sobre su libro, con el que recorre escenarios de Estados Unidos en una historia de amor y drogas.


Publica Una pareja feliz tras seis años de silencio narrativo. ¿Estuvo inmersa en su escritura durante todo ese tiempo?

Estuve escribiendo mi tesis y teatro, así que estuve menos centrada en la narrativa. Aunque ya estaba pensando en la novela, he trabajado en ella más en los últimos años.

Afirma que no sabemos nada del amor pero se ha atrevido a escribir sobre ello. ¿Tiene ahora una visión más clara sobre este tema?

Tras escribir la novela he comprendido que el amor no es un pensamiento que pueda ponerse en palabras. Creo que todo gira alrededor de la razón poética y no en torno a una estructura racional y lineal. Por eso también la novela cuenta con una estructura que no es lineal sino fragmentada y que da más importancia a los espacios. Los espacios nos ofrecen una visión muy sensorial y por ahí podemos empezar a entender algo tan importante como el amor.

Precisamente los lugares en los que transcurre la historia son un personaje más de la novela. ¿Podrían existir todos esos capítulos sin usted haber vivido durante doce años en Estados Unidos?

No. Además, Estados Unidos es un personaje más; de hecho es un protagonista. En parte esta es una relación de una mujer con ese país y con todo lo que representa. Si yo no hubiera conocido ese lugar de una manera tan directa no habría podido escribir la novela.

Además, se trata de un país muy diferente del que usted proviene, algo que también se ve reflejado en la novela, cuando hay cosas que la protagonista no comprende de las costumbres y del propio comportamiento amoroso al otro lado del Atlántico.

Es un país que nos tiene totalmente colonizados. Cuando yo volví a España me sorprendió que tantas celebraciones norteamericanas se hubieran establecido de una manera tan fuerte en tan poco tiempo, como Halloween o el Black Friday. Hay una relación de superioridad y colonialismo que es muy importante para esta historia de amor y desamor que vive la protagonista.

Incluso situando a la protagonista dentro del país, también experimenta esa superioridad incluso dentro de su propia relación.

Sí. Es parte de ese lugar. Esta novela busca despojar a la realidad de lo que no es. Por eso el deslumbramiento del que hablo está relacionado por ese colonialismo de Estados Unidos y la protagonista, y con ella yo como autora, vamos limpiando. Es un trabajo muy fuerte en la concepción de quién es ella y de lo que le interesa o no lo interesa, fuera de lo que le han dicho que le tiene que interesar.

¿Podría la protagonista realizar ese viaje en otro lugar que usted conoce también muy bien, en España?

Creo que en España podría haber algunos lugares que se presten a ello pero los lugares que yo elegí creo que forman parte de la conciencia colectiva y esta novela muestra lo que esta conciencia nos ofrece. Yo jugaba con las expectativas de los lectores y creo que sería difícil transportar eso a España. Todo el mundo conoce varias cosas de Nueva York, de Los Ángeles o de Las Vegas. En el caso de La Moraleja, en Madrid, yo tengo una idea clara de lo que es, pero no tengo claro que todo el mundo piense igual. Me interesa mucho jugar con las expectativas y con el conocimiento de la gente. Por eso también situé una parte más alegórica de la novela en un sitio inventando, en Quaquanantuck. Es un pueblo que no existe, aunque sí está basado en pueblos de Los Hamptons. Cartago sí que es un lugar real pero es también de los menos conocidos y por eso hace referencia también a la parte más literaria de la novela.

Junto con esos lugares, la otra protagonista de la novela es la Pareja. Toda una institución que usted pone en crisis y, ¿también lo está en la vida real?

Sí, la Pareja es una institución que está en crisis, sobre todo porque es una institución que no ha evolucionado como debería haberlo hecho. Eso no quiere decir que yo no crea en el amor, en el compromiso o en una serie de cosas que me parece que pueden hacer una pareja exitosa. Sin embargo creo que, sobre todo en el caso de las mujeres, que se nos ha puesto esta especie de losa sobre nuestros hombros que nos indica que el fin de nuestras vidas es enamorarse. Esa es la pareja que yo quiero poner en crisis y por eso e la gran búsqueda del amor que realiza esta protagonista es la del amor propio y solo en el momento en el que es capaz de amarse a sí misma puede tener una vida plena. Para mí, la clave de la novela es el amor que la protagonista encuentra en ella misma.

El otro hilo conductor de la novela es el amor tóxico. Parece que es algo que está a la orden del día y que todo el mundo tiene presente pero aún así es necesario seguir alertando sobre ello porque no aprendemos.

No hay un cambio de mentalidad porque hace falta más educación para destruir una serie de mitos que nos siguen rondando. No hay más que ver detalles de la cultura popular para comprender que, aunque estemos avanzando mucho, hay todavía una brecha importante, sobre todo para mi generación.

Toma en ocasiones también un papel destacado el consumo de drogas. ¿Ha querido hacer un símil entre el amor tóxico y la toxicidad de esas sustancias estupefacientes?

Un poco sí. Vivimos en un mundo donde muchos discursos pueden ser mentira y es como si viviéramos drogados. Así que las drogas ponen de manifiesto estas incongruencias. Quería hacer hincapié en este mundo disparatado y las drogas eran un buen aliado, igual que la enfermedad mental. Quería hablar de cómo nuestra mente puede desvariar en estos discursos en los que tenemos que navegar todos los días.

Al escribir una novela protagonizada por una mujer, que trata estos temas y que está narrada por una voz femenina, ¿cree que habrá lectores que la rechacen por ‘ser de chicas’?

Sí, eso existe. Tengo muy claro que la mayoría de mis lectoras son mujeres. Creo que el cambio de chip tiene que surgir de nosotras mismas. Parte de quererse a sí misma es querer a tus propias semejantes.

En algunos pasajes de la novela toma un papel de narradora muy personal. Dejando a un lado que puedan ser hechos autobiográficos o no, ¿le dio pudor en algún momento realizar esta escritura?

Me lo pasé muy bien escribiendo. Tengo amigos que incluso me llamaron alertados preguntándome si me había ocurrido lo que relato en la novela, pero no, no me ha pasado nada de eso. Espero que la gente tenga la sensación de entrar de verdad en la vida de la protagonista porque soy una escritora muy emocional y viví sus aventuras y desventuras. En ese sentido, creo que la sensación de pudor es buena porque quiere decir que hay una comunicación entre el escritor y el lector y eso significa que ha salido bien.

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