Los que saben de verdad de flamenco dicen que Patricia Guerrero es al baile lo que Camarón de la Isla al cante, "un piropo, una comparación maravillosa que me ruboriza" dice esta bailaora que defiende "el valor de la mujer", el feminismo.

Sus obras hablan de feminismo, de la mujer, "no doy la espalda, siempre voy a hablar de la mujer, de sus valores, porque soy mujer", explica este viernes en una entrevista a EFE Patricia Guerrero (Granada, 1990) a quien le resulta interesante "vivir comprometida con temas que molesten a ciertas personas".

"En el flamenco no hay más machismo que en otros sitios", asegura la artista, quien afirma que "si me siento incomoda en algún sitio, lo digo, hay que seguir en la brecha".

"El arte es un espejo donde se mira la sociedad, de ahí que me guste incluir en mi baile una mirada critica al mundo" añade Guerrero quien afronta con "naturalidad y mucha responsabilidad" la etiqueta que la señala como una de las bailaoras más prometedoras del flamenco actual.

Siempre en la búsqueda de algo nuevo, sin poner límites a sus movimientos, a esta artista no le asustan las criticas porque detrás de su baile hay mucho esfuerzo y conocimiento, un trabajo que muchos críticos comparan con la revolución que propició Camarón de la Isla al cante jondo.

"Me gusta llevar el flamenco a la danza, es una dualidad muy interesante", dice la bailaora quien cree que "es difícil ir a otro lugar con el flamenco si no vienes de ninguno lado".

"El flamenco es mi lenguaje, nunca me ha dado miedo evolucionar con este arte, parto de algo que está muy enraízado en mi", explica Patricia Guerrero quien se considera una "flamenca contemporánea".

Premio Nacional de Danza 2021, esta artista desde niña se ha dejado llevar por los sentimientos, "me he guiado por lo que me apetecía, por mi intuición, por mis impulso, no he hecho caso de lo que me decían los demás para gustar a todos".

Quizá el "no ponerme limites y arriesgar, ha sido parte del éxito", cuenta una disciplinada Guerrero que con 13 años iba al colegio en el Albaicín y daba clases en el escuela de Mario Maya, "mi vida es el flamenco y sigo trabajando en él".

Tras los proyectos 'Catedral' (2016) y 'Distopía' (2018), la bailaora está inmersa en un tercero, 'Deliranza' que se estrenará en junio de 2022 en Francia, "es más ambicioso que los anteriores, cuenta con un cuerpo de baile de siete personas y cinco músicos".

Taconea desde los tres años y explica que en este nuevo trabajo afronta de manera muy especial "la belleza surrealista", un trabajo de temática flamenca en el que no da vida a un personaje, sino que se interpreta a sí misma.

"Soy una bailarina que, estando en proceso de creación, cae en un sueño surrealista flamenco", añade Guerrero, de madre bailarina y padre futbolista.

Su obsesión es no repetirse y para ello se pone retos que la obliguen a estar en la cuerda floja, "en el momento que me tambaleo, digo "aquí, me pongo a trabajar'", cuenta la artista a quien le gusta investigar y buscar inspiración en la lectura, la escritura y la pintura, "ahora con el surrealismo me he llenado de imágenes de René Magritte".

Con 18 años dejo su ciudad y se instaló en Sevilla, tenía claro que necesitaba crecer. Empezó a formarse junto a Rubén Olmo, "un persona importante en mi trayectoria al igual que Mario Maya, regalos de la vida".

A partir de ahí se ha ido rodeando de gente que le ha sumado laboral y personalmente, y ahora para cambiar de aires se instala en Madrid, he comenzado una nueva etapa en la estoy muy ilusionada", dice entre risas la bailaora.

Cuenta que se siente afortunada de expresarse a través del baile, "cuando bailo me dejo llevar, de lo contrario me siento cohibida", señala la Guerrero a quien le gusta improvisar sobre el escenario, "vengo de los tablaos y la improvisación es algo natural, mantiene la obra viva".

En este arte "es más importante que un movimiento sea verdadero que correcto", asegura esta granaína quien, tras estos meses de penuria por la pandemia, ve "un poquito de luz".

La gente vuelve a ver flamenco, a los tablaos. "El flamenco tiene ese carácter fuerte y alegre que se enriquece él mismo", asegura la bailaora.

"Los flamencos necesitamos el escenario, trabajar. A nivel emocional nos alimentamos del arte, pero no a nivel económico", se lamenta la bailara quien pide "orden en los contratos laborales".