Entrevista | Marta Sanz Escritora
«No podemos permitir que el relato del pasado se malverse con mentiras»
«No quiero sentirme cómoda con los personajes a los que conozco e historias previsibles», explica la escritora

La escritora Marta Sanz. / Almudena Cruz

Marta Sanz (Madrid, 1967) ha publicado más de una decena de libros. Mantiene una estrecha relación con la Isla gracias a la amistad y respeto que le profesa a la librera Izaskun Legarza. Hace poco recibió el premio de novela negra que otorga el Festival Tenerife Noir con pequeñas mujeres rojas. Se confiesa una admiradora de la literatura canaria y de escritoras como la joven Andrea Abreu. «Estoy fascinada», asegura.
Mantiene usted una estrecha relación con Tenerife que se articula gracias a la figura de la que es una de nuestras principales libreras, Izaskun Legarza.
Efectivamente. Izaskun, hace ya muchos años, escribió en su blog una reseña sobre un libro de ensayos que publiqué y que se titulaba No tan incendiario. Allí vi que había ahí una inteligencia y una sensibilidad sobresalientes. Me sentí muy generosamente tratada y muy privilegiada por ser leída por esta mujer. A partir de ahí empezamos a conversar en la distancia y siempre que ha podido me ha invitado a presentar mis libros en la Isla. Eso me ha llevado a conocer a otras mujeres y lectoras absolutamente fascinantes y a lograr que cada vez que vaya a Tenerife me sienta como en casa.
Legarza capitanea esa Librería de Mujeres y precisamente las mujeres tienen un papel importante en Pequeñas mujeres rojas, el libro por el que fue galardonada recientemente en el Tenerife Noir. Ahí la voz femenina está muy presente...
El libro pequeñas mujeres rojas cierra la trilogía del detective Arturo Zarco. Es una trilogía que se basa en el retrato de la violencia en el sistema en el que vivimos y al mismo tiempo constata la violencia de algunos discursos literarios que forman parte de esa realidad. Dentro de esas violencias que se ceban contra los seres más vulnerables, es fundamental hablar de cómo se representa el odio, la ira, y la rabia contra el cuerpo de las mujeres y concretamente contra el cuerpo de las mujeres vencidas en nuestra Guerra Civil. De ahí viene el título de esas pequeñas mujeres rojas.
Ha sido bien clara, cierra la trilogía y no hay posibilidades de más entregas.
No hay posibilidades, no. Eso sería un poco deshonesto respecto a mi propio proyecto literario. Cuando comencé con Black, black, black, me había planteado hacer una denuncia de la rutinización de un estilo, de un género, que había perdido su pegada testimonial y política precisamente a base de repeticiones. Yo no quiero serializarme. No quiero sentirme cómoda utilizando a unos personajes a los que conozco muy bien para contar historias que sean absolutamente previsibles para unos lectores y lectoras a los que se les da casi la categoría de clientes. El círculo se cierra con la trilogía que gira en torno a tres voces, tres historias y tres novelas articuladas en tres partes reconocibles. Eso me parece un artefacto compacto y con sentido. Estirar más allá el chicle de la facilidad literaria no va con mi idea de la literatura como un acto de intrepidez y de versatilidad.
Cerrada por tanto su relación literaria con Arturo Zarco y mirando hacia atrás, hacia esas tres entregas, ¿cómo fue cambiando el personaje? ¿No le da cierta pena abandonarlo?
No me da mucha pena despedirme de los personajes porque siento que cada vez que acaba mi relación con uno de ellos es como si mudara de camisa la serpiente. Todos los personajes forman parte de mí de alguna manera pero creo que necesitamos regenerarnos, reconocernos en otras voces y sobre todo tener una mirada permanentemente indagadora hacia nosotras mismas que escribimos y también hacia el mundo que nos rodea. Con lo cual, más que pena lo que tengo es curiosidad por ver qué es lo que va a pasar ahora.
Escribir es una suerte de aventura, ¿en qué parte del camino se encuentra ahora?
La historia de pequeñas mujeres rojas fue protegida por un libro peculiar: Parte de mí. Es como la crisálida o el invernadero que protegió a las amapolas para que no se marchitaran. Estoy hablando de este libro en diferentes clubes de lectura y en diferentes bibliotecas. Al final, Parte de mí, que comenzó como una estrategia publicitaria para que pequeñas mujeres rojas no se muriera en la época del confinamiento terminó convirtiéndose en un diario que da cuenta de los sentimientos cambiantes que hemos experimentado todas y todos en esta época tan difícil. Se ha convertido en una reivindicación de la alegría necesaria para salir adelante. Es un experimento hecho a través de un medio digital que finalmente termina cristalizando en un objeto libro hermoso y absolutamente analógico.
Hablando de esta época vivida recientemente, se dice que muchas personas se refugiaron en la lectura. ¿Lo ha notado en el contacto con la gente?
Bueno sí. Más que yo como escritora quienes lo han notado, y me alegro mucho, son las librerías. En general han tenido unos porcentajes de ventas más altos que se han reflejado, probablemente, en una práctica más exhaustiva de la lectura en soledad. Eso me parecer maravilloso porque creo que la literatura te reconecta con lo que tienes de humano, más allá del vértigo de las redes y de esas pantallas a las que estábamos condenadas para comunicarnos. Esta es la versión buena del fenómeno. La versión más sarcástica o desconfiada es la que lleva a pensar que solo leemos cuando no tenemos otra cosa mejor que hacer. Eso es un chiste y espero que las cosas vayan por un buen camino.
Han vuelto también las ferias del libro. ¿Disfruta de esos encuentros?
Son ese momento en el que puedes recuperar la literatura como espacio de conversación real y le pones cara y voz a las personas que te leen. Te llevas tremendas sorpresas porque a veces el perfil de la persona que tú crees que te leen no coincide en absoluto con el perfil de la persona que te viene a ver. Es un aprendizaje, un estímulo, una manera de exponerse más allá de lo que ya te exponen los libros. Es un momento para recuperar una humildad que se puede perder. Me interesan mucho las cosas que pasan en las ferias.
Volviendo a pequeñas mujeres rojas, que esas heridas sin cerrar vuelvan constantemente al arte es significativo, ¿no cree?
Hay heridas que se han cerrado en falso. Un país que no es capaz de restañar esas heridas no va a poder vivir con plenitud una democracia que merezca este nombre. No va a poder proyectarse hacia un futuro con cierto sentido de la utopía. Creo que tenemos que conocer nuestra historia y que la equidistancia no es el mejor lugar para hacerlo. Hay que darle el lugar que se merecen a las víctimas y a las personas vulnerables. Es lo que yo he intentado hacer con este relato. No podemos permitir que el relato del pasado se malverse o blaquee con mentiras en la época de la posverdad y de los discursos vertiginosos.
También es embajadora de lo que se escribe en Canarias...
Ojalá tengas razón, me encantaría. Soy una admiradora de la literatura canaria desde hace mucho tiempo. De hecho, escribí una tesis sobre la poesía española de la transición y allí las Islas tuvieron un lugar bastante preferente. Estoy fascinada con fenómenos como el de Andrea Abreu con Panza de burro, que es una mujer que ha conseguido dignificar un estilo que es local pero al mismo tiempo es universal y que de algún modo desdice o se opone a esos estilos gentrificados, planos y todos iguales que estaban marcando la literatura de prestigio. Ha sido una escritora muy valiente e inteligente. Hay que apoyarla no solo por mujer y joven sino porque es una escritora mayúscula.
Suscríbete para seguir leyendo
- Un municipio de Tenerife adopta medidas drásticas por la emergencia hídrica: prohibido utilizar el agua para llenar piscinas y lavar vehículos
- Muere el motorista que sufrió una grave caída en una de las vías más peligrosas de Tenerife
- Saray Pérez: 'Mi padre nunca imaginó ver a un ‘Tomate’ bailando en los Enanos; nos acogieron como si fuéramos los Rolling Stones
- Nieves y Jose, un amor con la magia de la Bajada de La Palma
- Canarias, epicentro de una macroestafa global con criptomonedas
- El 'edificio Mapfre', comprado por el Gobierno de Canarias por 21 millones, estará a plena disposición en 2026
- ¿Es Tenerife la locomotora económica de Canarias?: el turismo y la población tienen la respuesta
- Encuentran el cadáver de un hombre en una playa de Tenerife