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Un recuerdo luminoso

El rescate de una necrológica de Jorge Oramas cuya autoría se atribuye a Agustín Espinosa da pie a revisar la bibliografía sobre el pintor

Autorretrato de José Jorge Oramas. E. D.

La recuperación de la necrológica de José Jorge Oramas en Diario de Las Palmas, anónima, pero cuya autoría corresponde a Agustín Espinosa, me da pie a actualizar y clarificar la bibliografía sobre el pintor. En este ejercicio, que estimo impostergable, parto de las bibliografías disponibles, incorporo referencias posteriores y precedentes no registradas en aquellas y corrijo alguna imprecisión. Me ciño a las contribuciones monográficas sobre Oramas y obvio las publicaciones donde es mencionado junto a otros creadores. Sí consigno los capítulos de volúmenes que se concentran en su figura.

Cronológicamente esta bibliografía comienza con la nota De la Exposición de Oramas. Un artista que se define, publicada el 5 de abril de 1933 en Diario de Las Palmas por Domingo Doreste Fray Lesco. La exposición, primera individual del pintor, es la que inaugura por entonces en el Círculo Mercantil. En su contribución Fray Lesco dice: «El día en que Oramas logre, conservando la limpidez de su técnica, fundir las montañas y las rocas de su tierra en el aire luminoso, el paisaje canario, encontrará un excelente intérprete, capaz de emular a los mejores paisajistas extranjeros que han pintado en nuestra isla».

La muestra anima a Agustín Espinosa a publicar, también en Diario de Las Palmas, 13 de abril de aquel año, el artículo Mártires del insularismo. La trágica orfandad del pintor J. Jorge Oramas, donde afirma que «Cantaba el mar de una isla de otros mares. Nadie había en aquella isla sino un hombre pálido y mudo, y él seguía sus oros».

Las últimas aproximaciones periodísticas que Oramas recibe en vida corresponden a su segunda individual, la que realiza en La Palmas en una sala de la calle Muro entre el 19 y el 25 mayo de 1935. Tales contribuciones, que aparecen el 23 de mayo, corresponden a Najul, que publica en la portada de El Radical una nota titulada La exposición de Jorge Oramas, y a Juan Rodríguez Doreste, que firma con el pseudónimo de Critilo el artículo Jorge Oramas, primitivo de la pintura, publicado por Hoy e ilustrado con una fotografía de la muestra, la única existente, que no se había vuelto a reproducir hasta hoy. Ligado a las revistas vanguardistas La Rosa de los Vientos y Cartones, Doreste es el primer escritor que apunta a una dimensión metafísica en la pintura de Oramas. Lo hace cuando dice: «Aunque las notas de su paleta detonen a veces con vibrante estridencia, todo hace presentir que a través de aquellos verdes maduros y briosos, de aquellos azules, amarillos y ocres sembrados con tanta generosidad, alienta con temblor incontenido un amor panteísta a la tierra canaria».

La muerte del artista el 13 de septiembre de 1935 tiene repercusión en la prensa local. Ese mismo día Diario de Las Palmas publica el artículo anónimo Esta mañana ha muerto en la Ciudad el pintor José Jorge Oramas, donde se lee lo siguiente: «Sus paisajes parece debieran haber sido como los jardines muertos de La Umbría. Y sus figuras como los personajes dolientes del drama de Quesada». El filólogo José Miguel Pérez Corrales máxima autoridad en Agustín Espinosa, a quien agradezco que haya atendido mi consulta, me indica que «esta necrológica es suya, sin duda, ya que está recortada en sus papeles, entre otros artículos suyos; además ofrece pocas dudas estilísticas y Diario de Las Palmas es el periódico en que escribía regularmente». Ese día, también con carácter anónimo, El Radical publica la noticia El pintor J. J. Oramas ha muerto, que, con la anuencia de este rotativo, al día siguiente reproduce Hoy.

En su blog Agustín Espinosa. Obra en el libertad Pérez Corrales reproduce otro artículo sin firma, En memoria de un artista. Una exposición de la obra completa del pintor Jorge Oramas, aparecido en Falange el 9 de septiembre de 1937, que atribuye también sin dudar a Espinosa. El texto concierne a la muestra celebrada entre el 13 y el 18 de septiembre en el Teatro Pérez Galdós. Dice Espinosa: «El lunes próximo, día 13 de septiembre, vencerán dos años de la muerte irreparable del pintor de nuestra tierra José Jorge Oramas. Veinticuatro meses hace ese día que dejó su vida singular, inquieta y atormentada, sobre la cama sola de un hospital, asaltado de visiones fuertes, negado a morir, todo encendido en los ojos de una inmensa pasión de vida». Como la exposición que reseña, la evocación de Espinosa, en plena Guerra Civil, es una señal rotunda de recuerdo al pintor. Este recuerdo se prolongará hasta el presente.

La muestra del Galdós, inaugurada con una conferencia del poeta Pedro Perdomo Acedo —si tuvo forma escrita no se conserva—, se clausura el 18 de septiembre con otra de Domingo Doreste. En su conclusión este hace una primera conexión entre la poesía y los cuadros del artista: «Oramas es un Bécquer de la pintura».

En 1953, número 140-141, la Revista Nacional de Arquitectura, consagrada en esta ocasión a la arquitectura canaria, reproduce en portada un risco de Oramas (agradezco al historiador del arte Juan Manuel Bonet que me la diese a conocer). Y en 1956, un 29 de julio, con motivo de la antológica que la Escuela Luján Pérez le organiza en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria, el escritor y pensador Vicente Marrero pronuncia una conferencia sobre el artista. Esta se publica entre el 1 y el 2 de agosto en Diario de Las Palmas y en septiembre en el número 9 de Punta Europa, revista que dirige el propio Marrero. Escojo estas palabras suyas: «A veces hace escapadas con el pretexto de visitar a su novia y deambula solo por el ‘Hoyo’. Ya es un Oramas que pinta sueños y alucinaciones y que escribe una novela cuyo paradero ignoramos, de ambiente intimista y de pescadores». En Punta Europa el artículo aparece con un retrato de Oramas dibujado por Manolo Millares, autor de una veintena de artículos sobre arte en la revista. Gesto infrecuente en él, Millares lo firma con una inicial, lo que induce a pensar que lo hizo con desgana, si es que no con desdén, solo por encomienda de Marrero. Por lo demás, la exposición da pie al periodista Juan Sosa Suárez a publicar otro artículo en Diario de Las Palmas, 6 de agosto, Oramas, recuerdo de su condiscípulo en la Luján Pérez.

Si en la década de los sesenta no hay, o al menos no he podido hallarlos, textos reseñables dedicados al pintor, el primero de la de los setenta es del propio Sosa, Evocación de Jorge Oramas, capítulo de su libro Tertulia canaria, publicado en 1970 por C.L.A. Tres años después, marzo de 1973 entrega la Exposición Jorge Oramas de la Casa de Colón, acompañada de un catálogo con texto de Juan Rodríguez Doreste. Esta motiva el homenaje al pintor del escritor Luis García de Vegueta, quien el 16 de marzo publica en La Provincia Exposición antológica de José Jorge Oramas en la Casa de Colón. Que Oramas es para entonces una figura con un peso considerable en el imaginario insular, lo acredita cristalinamente el hecho de que aquel año la Caja Insular de Ahorros de Gran Canaria le dedica su calendario, con texto de Rodríguez Doreste.

Un año más tarde, en 1974, se produce otro hito en la bibliografía sobre Oramas: la reedición por Taller de Ediciones JB, dirigido por la editora Josefina Betancor y el poeta Manuel Padorno, de Crimen, Lancelot 28º-7º y Media hora jugando a los dados. Tres obras de Agustín Espinosa reunidas en un volumen que no habían vuelto a ver la luz desde los años veinte y treinta y que, para lo que concierne aquí, forman una edición de extrema relevancia por la recuperación de la conferencia de Espinosa sobre Oramas. Este rescate resulta determinante, además, para la pasión que la figura del artista comienza a despertar en Canarias desde finales de los ochenta.

El poeta Lázaro Santana hace una primera aproximación monográfica al pintor en el número 105 de la revista Aguayro, noviembre de 1978. Ya en 1980 prosigue la recuperación de Espinosa y con ella de sus palabras sobre Oramas que acompasarán la década. En esta ocasión son los filólogos Alfonso Armas Ayala y Miguel Pérez Corrales quienes editan su libro Textos (1927-1936), publicado por el Aula de Cultura de Santa Cruz de Tenerife, que incluye Mártires del insularismo: la trágica orfandad del pintor J. Jorge Oramas.

El 5 de diciembre de 1980 el también poeta Andrés Sánchez Robayna publica en El Día Signos de Jorge Oramas, artículo del que extraigo lo que sigue: «La inmortalidad está resuelta en elementos individuales, verdaderas rebanadas de tiempo vinculadas por una especie de operación aritmética, como en alguna ocasión se dijera de Rousseau el Aduanero, un pintor con el que Oramas comparte no ya el fervor primitivo sino la dimensión de temporalidad en el fragmento del espacio». De Sánchez es también el texto En el 70º aniversario del nacimiento del pintor Jorge Oramas: dos imágenes inéditas, reproducido en Jornada Deportiva el 24 de octubre de aquel año, donde se lee lo siguiente: «Dos imágenes del pintor: versiones, en distinto soporte, en casi disímil registro plasmográfico, de un rostro en el que no asoma la enfermedad, la sombra transparente de Mrs. Death». Dos años después, en fin, el ensayista Ángel Sánchez publica en Edirca Ensayos sobre cultura canaria, con el capítulo Jorge Oramas: paisaje del convalesciente.

El momento que activa la pasión que, como he dicho, empieza a despertarse por Oramas a finales de los ochenta, hay que situarlo en 1987 en razón de dos acontecimientos. El primero es la retrospectiva comisariada por Lázaro Santana que La Regenta acoge a final de año. Los cuadros de Oramas viajan igualmente por entonces al Centro Cultural CajaCanarias. Santana pronuncia además unas palabras de presentación en La Regenta que reproduce en Canarias 7, 29 de diciembre de 1987, con el título Jorge Oramas: la luz utilitaria. El poeta afirma que Oramas «no deseaba inventar un lenguaje, ni evocar a Rousseau ni a Chirico». Así mismo, con motivo de la exposición, el editor Carlos Gaviño y el propio Santana cuidan la edición por el Gobierno canario de un facsímil del cuaderno ½ hora jugando a los dados de Agustín Espinosa.

El montaje de la retrospectiva de Oramas en el Centro Cultural CajaCanarias tiene reflejo en el número 15 de Syntaxis, publicado también a finales de aquel año. El pintor Luis Palmero —quien tras el impacto que le produce la muestra inicia una larga serie de cuadros inspirados en Oramas—reproduce en la revista, con una ficha de la exposición, tres dibujos y trece notas sobre el pintor. En el mismo número el escritor Nilo Palenzuela publica un texto, Jorge Oramas: el aprendizaje insular, que incluye este pasaje: «Oramas muere en 1935, pero su obra ha participado de una aventura que proclama la necesidad de la Imagen. El paradigma de la naturaleza como objeto, la coincidencia entre la lectura del paisaje y la referencialidad del signo, han trazado ya su trayecto: han permitido actualizar a los creadores canarios la búsqueda de un comienzo».

Como he indicado, hay otro acontecimiento que activa el furor que comienza a provocar Oramas a partir de 1987. Éste es la publicación de la primera monografía sobre el artista, El pintor José Jorge Oramas (1911-1935), obra de Josefa Alicia Jiménez Doreste editada por CajaCanarias en coincidencia con la retrospectiva del pintor. En este volumen, y en referencia a la relación que Sánchez Robayna establece entre Oramas y el Aduanero Rousseau, la historiadora del arte afirma: «este intento de acercar su pintura a la del Aduanero Rousseau supone casi reducirla al valor de una ingenuidad prestada o deliberada».

De 1990 es la publicación Crimen y otros textos de Espinosa, en edición de Manuel Almeida, en la colección Biblioteca Básica Canaria del Gobierno de Canarias y que incluye ½ hora jugando a los dados. Y de 1991, otro acontecimiento clave, la aparición de la segunda monografía sobre el pintor, Oramas, también de Jiménez Doreste, publicada en la colección Biblioteca de Artistas Canarios del Gobierno de Canarias. Al año siguiente, junio, Sánchez Robayna publica en el número 33 de El Europeo el artículo José Jorge Oramas, que vuelve sobre lo escrito, y en 1992 un libro editado por el propio Sánchez, Canarias: las vanguardias históricas, publicado por el CAAM, incluye el ensayo de Juan Manuel Bonet Oramas, pintor esencial. En este puede leerse: «Con todo lo importante que ha sido lo naif en el arte moderno (no hay que olvidar que Henri Rousseau es uno de los grandes pintores de la modernidad), lo naif implica un grado de no conocimiento de las cosas que, desde luego, pienso que no fue el caso de Oramas».

La retrospectiva de 2003 José Jorge Oramas: metafísico solar, comisariada por el propio Bonet, entonces director del Centro de Arte Reina Sofía, y exhibida en esta institución (16 enero-14 abril) y en el CAAM (24 de junio-31 de agosto), constituye un hito absoluto, como así la edición de su catálogo (Natalia Moreno le presta atención específica en estas páginas). Este cuenta con contribuciones de Juan Manuel Bonet, Nilo Palenzuela, Fernando Gómez Aguilera, Enrique Andrés Ruiz, Juan Gopar, Dis Berlín, Santiago Palenzuela y Luis Palmero, así como de Josefa Alicia Jiménez Doreste, a quien Bonet se refiere como «asesora de la muestra, y la persona que más a fondo ha estudiado a la vida y la obra oramasianas». El mismo 16 de enero, Mariano de Santa Ana publica en La Provincia una crítica de la exposición, Figuras de Oramas, y junto a ella una entrevista con Bonet titulada «Oramas trasciende más que otros artistas de la Escuela Luján Pérez». La recepción crítica de esta retrospectiva se completa con un texto del escritor Sabas Martín Oramas en el Reina Sofía, publicado en La Tribuna de Canarias el 28 de enero de 2003 e incluido en su libro Sobre el volcán (Idea, 2007].

El boletín Can Mayor consagra su número 14, junio de 2005, al septuagésimo aniversario de la muerte de Oramas con contribuciones de Francisco León, Orlando Franco, José Herrera, Ángel Padrón, Carlos Schwartz, Iván Cabrera Cartaya y Mariano de Santa Ana, así como con la recuperación de la conferencia de Domingo Doreste de 1937.

En 2008 Orlando Franco, historiador del arte, levanta otro hito en torno al artista que nos ocupa con el comisariado de Irradiaciones de Oramas, una colectiva en el CICCA (12 de noviembre-27 de diciembre) sobre sus correspondencias con otros creadores. La muestra va acompañada de un catálogo que, junto al texto del comisario, incluye otro de Juan Manuel Bonet, así como un poema de Andrés Sánchez Robayna y La trágica orfandad del pintor J. Jorge Oramas»de Espinosa. El 13 de noviembre de ese año, en La Provincia, Mariano de Santa Ana publica una crítica de esta exposición, Pasaje de los panoramas, acompañada por una entrevista con Orlando Franco titulada «Palmero y Paco Sánchez releen a Oramas de forma espléndida». En las mismas páginas se reproduce El ejemplo de Oramas, de Sánchez, fragmentos de una conferencia pronunciada por el poeta en 1981.

De 2011 es la exposición Oramas. Sembrador de luz, comisariada en la Fundación Cristino de Vera (25 de enero-23 de abril) por Clara Armas León y Josefa Alicia Jiménez Doreste, a la que acompaña un catálogo con textos de ambas curadoras y un poema de Cristino de Vera. Y en 2018, 22 de enero, Santa Ana publica en La Provincia el reportaje Noche y día sobre Oramas y Leopoldo María Panero.

Andrés Sánchez Robayna publica en 2018 el ensayo Jorge Oramas o El tiempo suspendido, Galaxia Gutenberg, que abunda en la perspectiva metafísica abierta por Juan Rodríguez Doreste. En la nota preliminar señala: «en otras ocasiones —ya desde finales del decenio de 1970— nos hemos ocupado de esta obra pictórica». Y en una entrevista con Nora Navarro a propósito de la aparición de este volumen, La Provincia 8 de septiembre de 2018, Sánchez afirma: «Aunque estimada en los años 50 y 60 por unos pocos (Manolo Millares, por ejemplo, o el ensayista y poeta Vicente Marrero), la pintura de Oramas era muy poco conocida y valorada, y no existían prácticamente estudios sobre su obra». Dice también Sánchez: «Vengo estudiando la obra de Oramas y escribiendo sobre ella desde 1970. Gran parte de la información que hoy circula sobre su persona y su pintura he tenido la fortuna de proporcionarla yo mismo». [No he sido capaz de encontrar texto alguno sobre Oramas publicado por Sánchez ni en 1970 ni a finales del decenio de 1970].

Otro libro: el poeta Fernando Gómez Aguilera publica en 2019 en Mercurio Infancia y herida: Jorge Oramas, ensayo del que extraigo este pasaje: «Jorge Oramas funda su mitología en el suceso de este trayecto sustantivo, declaradamente moderno: el desdoblamiento y la especularidad de la mirada». Y ese mismo año el biólogo Carlos Suárez publica en La Provincia, 19 de mayo, De gira con Jorge Oramas, un recorrido por el aspecto actual de los paisajes pintados en su día por el artista. En 2020, en el catálogo de la exposición del Cabildo de Gran Canaria Cita a ciegas con la Escuela Luján Pérez (María de los Reyes Hernández Socorro, comisaria), la arquitecta y artista Cristina Maya publica Oramas: miradas oblicuas. Cierro esta recapitulación bibliográfica que propongo con Mediodía eterno, novela de Santiago Gil publicada por el Cabildo de Gran Canaria que retrata a Oramas en el manicomio mientras reflexiona sobre la filosofía de Baruch Spinoza y tiene amoríos con una interna relacionada con el grupo de Bloombsbury. Por ella su autor recibió el Premio Internacional de Novela Benito Pérez Galdós.

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