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Esta mañana ha muerto en la ciudad Jorge Oramas

Necrológica aparecida sin firma en ‘Diario de Las Palmas’ escrita por Agustín Espinosa

Foto de la última muestra en vida de Oramas, publicada por ‘Hoy’. E. D.

Visten luto hoy las artes regionales. Esta mañana murió en la Ciudad el pintor isleño José Jorge Oramas. Tenía 23 años de edad. Y dos flores distintas abiertas en su tiempo de hombre y de artista: la flor grande, tierna e intensa, como la flor de un cactus, de su ilusión de artista, y la flor ansiosa, como un girasol, de su esperanza de enfermo trágico, de enfermo sensible.

José Jorge Oramas nació en un barrio obrero del Puerto de la Luz, Se enteró allí, directamente, de lo que era el hambre y la miseria popular. Y lo que es más terrible, para un temperamento como el suyo, palpó el dolor de un ambiente esquinado y agresivo, al que no podía acomodarse sin dolor su espíritu distingo y escogido. Prendió la enfermedad en campo abonado. Pero el alma se conservó sin rencores. Toda entera viviendo para las alegres emociones de la luz y de los bellos contornos. Oramas fue íntegramente un esteta intuitivo.

El pintor adquirió una enfermedad grave. Una tuberculosis pulmonar se abrazó, con una pasión de novia de artista, a su pecho moreno. Y véase la profunda paradoja de su espíritu de pintor. El medio social pudo haber rebelado su arte. La enfermedad pudo haberlo manchado de sombríos tonos. Sus paisajes parece debieran haber sido como los jardínes muertos de «La Umbría». Y sus figuras como los personajes dolientes del drama de Quesada. Y Oramas fue optimista. Luminoso como un cielo del Sur y feliz, como un niño fuerte. Es que no había cerebro trabajando sus pinceles en una complicación trabajosa. Es que había solo emoción en su obra. Pasión de artista puro.

Este es el gran secreto maravilloso de Oramas. Que se lleva hoy en su pecho triste y dolido.

Imposible dejar de consignar que Oramas era alumno de la Escuela Luján Pérez. Allí hizo callada labor de obrero del arte. Allí se nutrió su espíritu ansioso, por los ojos negros de su vida, de finas esencias estéticas. Allí empezó a manchar lienzos. Y allí encontró hogar cordial, camaradería auténtica y báculos firmes para el apoyo de su salud derrumbada.

Sus exposiciones —cuatro o cinco— la última de las cuales, muy reciente, lo consagró con obras maduras y definitivas, hablaron alto a la ciudad de su categoría y autenticidad.

En la Escuela doblan hoy profundamente a muerto. Y los dobles tiemblan en los cuatro puntos de la rosa de los vientos insulares.

DIARIO DE LAS PALMAS, entre cuyo personal tenía el pintor amigos entrañables y con cuya casa le unían lazos firmes de admiración y de cariño, expresa a los familiares del artista su sincera condolencia, que hace extensiva a la Escuela Luján Pérez, en especial a su director don Domingo Doreste (Fray Lesco), y a su profesor Eduardo Gregorio López.

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