Letras

Inolvidable Isaac de Vega

Los escritores Sabas Martín y Víctor Álamo y el cineasta David Baute homenajean al escritor fetasiano en su centenario

Sabas Martín, Víctor Álamo de la Rosa y David Baute en el homenaje en CajaCanarias.

Sabas Martín, Víctor Álamo de la Rosa y David Baute en el homenaje en CajaCanarias. / María Pisaca

Almudena Cruz

Almudena Cruz

Santa Cruz de Tenerife

Isaac de Vega (1920-2014) fue ayer el protagonista de una velada dedicada a la literatura, a los fetasianos y a su genial personalidad. La Fundación CajaCanarias rindió homenaje a este escritor y Premio Canarias, inseparable amigo de Rafael Arozarena, en el centenario de su nacimiento

El pasado domingo, día 7 de noviembre, el escritor tinerfeño Isaac de Vega hubiera cumplido 101 años. Tras la pandemia, la Fundación CajaCanarias decidió no dejar pasar por alto la fecha de este centenario y organizó un acto de homenaje que sirvió para recuperar su figura literaria y personal. Al encuentro acudieron dos escritores que le conocieron, Sabas Martín y Víctor Álamo, y el director del documental Fetasianos, el laberinto habitado, David Baute.

Al final de su vida, De Vega se fue quedando sordo. Esa afección marcó su carácter y le aisló un poco más del mundo. Víctor Álamo recordó este lunes una anécdota con el escritor, al que considera uno de sus maestros junto a su inseparable amigo Rafael Arozarena. «Yo le preguntaba que por qué no seguía escribiendo. Me dijo que se estaba quedando sordo y yo le pregunté que qué tenia que ver eso para escribir y me dijo: ya no escucho la vocecita que me dictaba las novelas y por eso dejé de escribir».

Isaac de Vega fue escritor y maestro. Nació en 1920 en Granadilla de Abona pero pasó gran parte de su vida en el pueblo de Igueste de San Andrés, con el que le unían estrechos vínculos familiares. Obtuvo el Premio Canarias de Literatura en 1988 junto con su colega de generación Rafael Arozarena. Asimismo, fue miembro de la Academia Canaria de la Lengua desde el año 2000.

Isaac de Vega. | | EL DÍA

Isaac de Vega. / El Día

Formó parte del grupo literario Fetasa junto al propio Arozarena, Francisco Pimentel (1925-2002), Antonio Bermejo (1926-1987) y José Antonio Padrón (1932-1993). De hecho, este grupo de escritores de la década de los 50 del pasado siglo tomó su nombre de la que es, posiblemente, su novela cumbre: Fetasa (1957).

«Isaac de Vega es uno de nuestros escritores más fundamentales. Único e irrepetible», comenzó asegurando Sabas Martín, que se encargó de iniciar el acto de homenaje y agradeció la presencia de una de las hijas del autor, María Teresa de Vega. Martín leyó un texto dedicado especialmente al homenajeado que lleva por título Isaac de Vega en los espejos de Fetasa. El también poeta, narrador y dramaturgo aseguró que el autor de novelas como Tassili, que en 1992 fue finalista del Premio Nada, fue «poseedor de un territorio narrativo de voz propia es un ejemplo de compromiso intelectual por encima de modas».

«Todo es posible en su ámbito narrativo, un lugar con sus propias reglas y con inexploradas posibilidades que nos sumerge en una inquietante ensoñación», valoró sobre sus creaciones. «Leyendo a Isaac, nos miramos en un espejo que hace nuestra la incertidumbre de no saber qué imagen desvelará el cristal», añadió.

Por su parte, el escritor y periodista Víctor Álamo recordó cómo, por desgracia, en su día le «tocó» escribir el obituario del autor tinerfeño para El País. «Hace nada publiqué un libro donde intenté quitar la tristeza de esos textos», indicó. Álamo, que comparó a De Vega con Rulfo, explicó que de «Isaac aprendí que hay que escribir mucho y publicar poco, que la urgencia nunca es literaria y no tiene que ver con la laboriosidad que caracteriza el oficio. El tiempo y el sentido común irán rehabilitando su lugar en el canon».

David Baute, por su parte, se encargó de presentar el documental que fue proyectado en recuerdo de De Vega y que grabó hace ya unos 15 años. «Fue una sorpresa conocerles. Isaac de Vega y Rafael Arozarena eran dos seres humanos muy sencillos y llanos con los que compartir grandes ratos de vaso de vino y risas», dijo. «Isaac era más introvertido pero con un gesto lo decía todo. Compartimos muchas tardes en Igueste de San Andrés», concluyó.

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