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Jorge Díaz, Antonio Mercero y Agustín Martínez Ganadores del Premio Planeta

«Un disco de los Beatles es una labor colectiva y una obra maestra»

«Las novelas las pensamos mucho pero el seudónimo de Carmen Mola fue repentino», afirman los ganadores del Premio Planeta

Jorge Díaz, Antonio Mercero y Agustín Martínez, ayer. QUIQUE GARCÍA (EFE)

Carmen Mola no es pariente del general, sino un seudónimo, una máscara para los tres guionistas televisivos a la hora de escribir las ficciones policiacas más extremas. Jorge Díaz, Antonio Mercero y Agustín Martínez desvelaron el viernes de la semana pasada su lado Superman cuando hasta ahora solo se conocían sus vertientes Clark Kent. Ellos son los sorpresivos ganadores de un Planeta insólito. ¿Su título? La bestia.

Tengo una teoría, corríjanme si no es así, y es que el seudónimo de Carmen Mola nació cuando uno de ustedes sugirió Carmen y otro respondió que ese nombre molaba.

(Ríen los tres). JORGE DÍAZ: Literalmente fue así. Pensamos un nombre en inglés. Pero alguien dijo: «No, tiene que ser español: Carmen». Y Carmen… mola. Puede parecer un chiste. Las novelas las pensamos mucho pero el seudónimo fue repentino.

Hay ejemplos de novelas escritas a cuatro manos, pero a seis ya me parece una proeza.

AGUSTÍN MARTÍNEZ: Los tres somos guionistas y estamos acostumbrados al writer’s room, un sistema en el que nos juntamos y empezamos a pergeñar historias. Fue Jorge quien tiró del proyecto sugiriendo que llevásemos esa práctica a una novela.

J. D: Lo hicimos porque pensamos que iba a ser divertido, sin más. Entonces no imaginábamos el éxito que tendría la primera novela, La novia gitana.

¿Que Carmen Mola fuese un secreto al estilo Elena Ferrante también se planeó desde el principio?

ANTONIO MERCERO: Acabada la novela, vimos que no tenía ningún sentido poner tres nombres porque no nos iba a caber el título. Y a nuestra agente le gustó la idea

Anunciaron que Carmen Mola era madrileña y profesora de instituto. ¿Inventaron también una vida para ella?

J. D.: Como cada uno respondía a los cuestionarios por separado y no recordábamos lo que los otros habían dicho antes, en algunas entrevistas dijimos que tenía dos hijos, en otras, tres. Pensamos incluso crearle una página de Facebook.

Ag. M.: En algún momento revelamos que había vivido en Tirso de Molina, una zona de Madrid, donde viven muchos gitanos comerciantes en el Rastro. También que se ocultaba por sus cuñadas, que no entenderían la violencia de sus novelas. Ha final quedó como un Frankenstein medio extraño.

Más allá de estos datos, lo que consiguieron fue una voz literaria para Mola que poco tiene que ver con las novelas que cada uno escribe por separado.

Ag. M.: Sí, es muy curioso. Tenemos tres sensibilidades y tres voces muy distintas, pero ninguno de nosotros habría sido capaz de escribir La novia gitana o La bestia en solitario. En cambio, a tres salió de forma natural.

Vamos a lo práctico. ¿Cuál es el sistema? ¿Cómo escriben estas obras colaborativas?

Ag. M.: Partimos de muchas reuniones, hablamos incansablemente sobre la trama y los personajes y vamos perfilando la historia.

J. D.: Uno escribe , no siempre el mismo, una escena y el resultado pasa al otro y de este al tercero. Si alguien piensa que escribir entre tres va a ser más rápido, se equivoca. Esto lleva muchas manos de pintura. Y lo mejor es llegar a ese punto en el que no sabemos bien qué es lo que ha escrito cada uno.

El ADN de Carmen Mola está cargado de truculencia. Eso le ha servido a más de uno para especular que no se trataba de una mujer.

An. M.: Hoy mujeres y hombres describen la violencia con la misma intensidad. Nosotros desde el principio quisimos hacer algo muy hiperrealista sobre ese tema. Además, la trama de la primera novela con esos gusanos devorando el cerebro de los cadáveres nos marcó.

J. D.: Todo ha ocurrido como por casualidad. Nos vimos obligados a mantener el nivel de violencia extrema en la segunda novela y aumentar la apuesta en la tercera. Y al final, burla burlando, se va construyendo la serie.

¿Por qué trasladarse al siglo XIX?

J. D.: Hemos escrito esto durante el confinamiento y a través de reuniones telemáticas. La sensación de que el futuro era absolutamente imprevisible se nos imponía. Así que el pasado ha sido un lugar seguro para nosotros como escritores.

El Madrid de 1834 con su cólera y su quema de conventos no parece un sitio muy acogedor.

An. M.: Nos interesó porque aquel fue un momento de transformación respecto a la realidad social y al urbanismo de la ciudad.

Además, la regente María Cristina, que gobernaba entonces, llegó a amasar una fortuna personal a costa del pueblo.

J. D.: Siempre hay un acento crítico sobre la sociedad en nuestras novelas pero no subrayamos el aspecto político. Aquella era una sociedad muy mediada por la presencia de los curas, a un año de la desamortización de Mendizábal y de que el clero empezara a perder sus privilegios.

An. M.: Madrid combatía el cólera con remedios mayoritariamente mágicos, pero, al margen de que funcionasen o no, solo tenían acceso a estos los ricos

Se está preparando una serie de televisión sobre La novia gitana. ¿Cuándo la veremos?

An. M.: Está en fase de preproducción y se empezará a rodar en enero. Muy probablemente se verá en otoño del año que viene. Jorge, yo y un grupo de guionistas hemos trabajado en la adaptación.

¿Va a haber Carmen Mola para rato? ¿Desvelada su personalidad tiene sentido seguir?

J. D.: Las novelas deben defenderse solas y las nuestras lo han hecho. ¿Qué más da quien las haya escrito? No importa si es un señora de 25 años o un tipo bajito. Si a los lectores les gusta, está bien.

An. M.: La creación colectiva es algo habitual en otras artes pero más rara en la escritura. Igual tenemos que aprender a quitarnos de encima esa forma exquisita de considerar la literatura.

Ag. M.: Nadie discute que un disco de los Beatles es una obra maestra y es una creación colectiva.

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