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Miquel Ortega Compositor

«Es una pena que Julio Ramos falleciera sin ver estrenada la ópera»

«Me encantaría hacer un monográfico de mis obras con la Sinfónica de Tenerife»

El maestro Miquel Ortega en el Auditorio de Tenerife. Carsten W. Lauritsen

Miquel Ortega es director de orquesta, pianista y compositor. Nacido en Barcelona en 1963, se enamoró desde muy joven de los textos de Federico García Lorca y de una de sus grandes creaciones, La casa de Bernarda Alba. Es el autor de la ópera que se estrenó ayer en el Auditorio de Tenerife.


¿Recuerda cuándo fue la primera vez que leyó La casa de Bernarda Alba?

No. Era muy jovencito. Calculo que fue entre los 14 o 15 años. Ya había leído sus poemas porque siempre me gustó la poesía. Entré en Lorca por sus poemas.

A esa edad, entrar en el universo asfixiante que levanta la matriarca, Bernarda Alba, tuvo que ser impactante.

La verdad es que sí. Una de las cosas que más me impactó fue el hecho de que solo hubiera mujeres y que el único personaje masculino del que se habla continuamente, Pepe el Romano, nunca aparezca. Con doce años había leído la primera biografía de Puccini –uno de mis compositores favoritos– y me llamó mucho la atención que su ópera Suor Angelica eran solo mujeres y que La fanciulla del West transcurriera en el oeste americano. Eso me encantó y cuando más tarde leí La Casa de Bernarda Alba me acordé de Suor Angelica. Caí en que había otra obra solo con mujeres que sería ideal convertir en una ópera.

Su relación con Lorca va más allá y ha también musicalizado muchos de sus poemas.

Exacto. He musicalizado 16 de sus poemas. Hay cuatro o cinco de ellos que se están haciendo mucho y eso me hace mucha ilusión. Sin ir más lejos, hace unos días me escribió un joven cantante ruso que ha escuchado una de las canciones de Lorca y la quiere llevar a un concurso.

Háblenos del libreto y de su autor, Julio Ramos (también conocido como Bruno Bruch). La ópera tiene algunas diferencias respecto al texto original.

Las únicas diferencias son simplemente que la primera escena –en la que Poncia y la criada ponen verde a Bernarda– ha sido eliminada. La sustituye por una escena mímica y yo creé una especie de marcha fúnebre para ese momento. El otro cambio fue eliminar la primera escena del tercer acto. Julio Ramos la quitó, con muy buen criterio, para agilizar. Eso lo aprendió de Arrigo Boito. Fue el libretista de las últimas óperas de Giuseppe Verdi e hizo lo mismo con las dos obras shakesperianas de Verdi: Otelo y Falstaff. Pasa como cuando una novela se lleva al cine o incluso cuando una obra de teatro va a la pantalla. Siempre hay que buscar ciertas diferencias para el medio al que la llevas. Creo que Julio Ramos acertó. La pena es que contrajo el sida a principios de los noventa y falleció muy joven sin ver terminada la ópera. Terminó el libreto pero solo escuchó el primer acto porque yo se lo toqué al piano y se lo canté. Poco más tarde falleció, con apenas 35 años. Fue una gran pérdida y nunca pudo ver la obra estrenada.

Él le tenía mucho respeto a Lorca, ¿verdad?

Mucho. De hecho estuvo mucho tiempo dándome largas con este proyecto porque no quería hacerlo. Cuando se lo propuse, tardó un par de años antes de empezar. Conservo dos cartas manuscritas de principios de los noventa en las que él me explica sus ideas y me daba sugerencias. Él cantaba, era músico, escritor y actor. Era multifaceta.

Pasaron quince años desde que se decide a crear esta ópera hasta su estreno en Rumanía en 2007. ¿Por qué?

Coincidieron varias cosas. Por un lado, yo había empezado a dirigir orquestas justo el año anterior. Seguía además contratado en el Teatro la Zarzuela. En aquella época hacía la temporada como pianista. En el 1993 debuté como director y al año siguiente me nombraron titular de la Orquesta de Pamplona. Iba escribiendo otras obras e iba trabajando poco a poco en Bernarda. Tengo que decir que el primer acto lo escribí bastante rápido. El segundo lo interrumpí muchas veces porque me desanimé. Era un proyecto mío, no sabía a quién presentárselo o si podía tener interés. Después hay un lapso de dos años y no lo retomé hasta 1995. El último acto lo terminé en 1999 y había empezado en el 1991. Eso sí, como siempre supe que iba a tardar mucho hice una cosa que aprendí de Wagner y me sirvió de inspiración. Había leído en su biografía que cuando compuso la Tetralogía hizo un plan de trabajo escribiendo primero los motivos conductores. Yo hice lo mismo: compuse los motivos conductores al principio. El personaje de Bernarda llega a tener hasta tres distintos y también hice el de la casa y las células motívicas que empleo para dar unidad. Sabía que si tardaba en terminarla, esos elementos me iban a servir para mantener la unidad de la obra. Finalmente, no empecé a orquestarla hasta que supe que el Teatro de la Ópera de Rumanía estaba interesado en estrenarla.

¿Cada personaje tiene su propio motivo o su propia voz en la partitura?

Hay varios. Bernarda tiene su propio motivo y otros dos que yo llamo el del poder y el de su crueldad, que va unido a la fatalidad. Hay otro motivo relacionado con dos de las hijas, las que se disputan más el amor de Pepe el Romano: Adela y Martirio. Lo llamo, motivo de la ansiedad y aparece también un poco transformado cuando ocurren roces entre ellas. Al final todo está interrelacionado. Por otro lado, el motivo de la casa es como si fuera una marcha fúnebre y es lo primero que escuchamos cuando empieza la obra y casi la termina también. Otro motivo es el de María Josefa, la abuela, que una actriz que nos narra la historia. Hay otros que aparecen pocas veces y algunos que se van transformando. Hay también uno más largo y melódico que es el que yo llamo el del deseo sexual: el deseo que sienten estas mujeres por Pepe el Romano. Es precisamente este el motivo que más veces aparece en la ópera. Para reflejar esa sensualidad se me ocurrió usar armonías de jazz.

Que el personaje de María Josefa lo interprete una actriz y no una cantante es otra de las curiosidades de esta ópera.

Sí. De hecho, puse en la partitura que ciertas frases las puede llegar a canturrear pero no a cantar. Es decir, que tiene que cantar con voz de persona normal y no con voz de cantante lírica. El resto es todo hablado sobre la música. Eso sí, me sirvo de la técnica porque sabía que para una actriz hablar o cantar sobre una orquesta sinfónica es muy difícil. Con lo cual, siempre va con micrófono.

El envoltorio de todo esto lo pone Silvia Paoli como directora de escena ¿Qué le parece ese «desierto de sentimientos» que dice haber construido sobre el escenario de la Sala Sinfónica para esta producción?

Me parece genial. Vengo de tres producciones tradicionales que agradezco mucho y que han sido fantásticas pero el ver esto –una casa sin casa en medio del desierto– es asombroso. Ni siquiera echas de menos la casa. La cuestión conceptual o metafórica, como la queramos llamar, le viene muy bien al drama lorquiano y a esta tragedia en los pueblos de España.

Ver al autor de la ópera dirigiendo a la Sinfónica de Tenerife en La Casa de Bernarda Alba es, sin duda, un gran atractivo para el público tinerfeño.

Y es un honor para mí. Tengo una relación de muchos años con la Sinfónica de Tenerife pero esta es la primera vez que hacemos algo mío juntos. Estoy disfrutando mucho viendo el cariño de los profesores hacia la obra. Algunos me lo han manifestado personalmente así y me han emocionado. Por supuesto que estoy agradeciendo mucho la acogida de crítica en todas partes y la buena recepción por parte del público. El otro día hicimos otra producción en Jerez de la Frontera y fue un regalo ver a todo el público en pie al final del espectáculo. No obstante, las opiniones de los músicos de una orquesta a la que yo quiero y admiro tanto son muy especiales. Me gusta mucho mi faceta conjunta de compositor y escritor, la de ofrecer mis propias obras al frente de las orquesta o al piano. Me encantaría hacer un programa monográfico con obras mías tocadas por esta magnífica orquesta.

¿Cree que alguien que no sabe que Poncia está interpretada por Luis Cansino se daría cuenta de que es un hombre?

Se dará cuenta por la voz pero realmente crea dudas. Suena la voz de un hombre pero se mete muy bien en el papel. Luis se ha basado en los gestos de su propia madre para hacer el personaje de Poncia. Ha conseguido llegar a tener una actitud de mujer. Yo siempre lo comparo con el personaje de Poncia en la película de Camus, que lo interpretó Florinda Chico y está estupenda. Siempre me he quitado el mérito por la idea de que él fuera Poncia. Le agradezco a Daniel Bianco la idea y también por proponer a Luis Cansino. Me costaría ver a otro hombre en ese papel. Si algún día no estuviera disponible Luis, es mejor que lo haga una mujer.

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