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Yaiza Díaz Periodista y escritora

«No hay pena, en este libro está la vida»

«No ha sido difícil; llevo toda la vida esperando a hacerlo y almacenando recuerdos»

Yaiza Díaz posa con un ejemplar de su primera novela. CARSTEN W. LAURITSEN

La periodista televisiva tinerfeña Yaiza Díaz (1983) publica su primera novela: La hija del ciego. Este relato autobiográfico acerca a los lectores a su infancia. Es la historia de una niña que se convierte en periodista tras aprender a describirle el mundo a su padre._La presentación será este viernes, a las 19:00 horas, en la sede de la ONCE en Santa Cruz de Tenerife. El sábado repetirá a las 12:00 horas en el Hotel Nivaria.


¿Siempre había querido dedicarse a escribir?

Siempre he tenido metido en la cabeza que quería escribir. Desde pequeña, en el colegio, escribía y luego se lo leía a mis amigas. Ellas me animaban a hacerlo. De todas formas, nací con la intuición de que tenía que contar mi vida porque se diferenciaba de la del resto por tener un padre que era ciego. Vivía y sentía cosas que mis compañeras no simplemente por el hecho de estar pendiente de alguien. No ha sido difícil contarlo porque llevo toda la vida esperando a hacerlo, almacenando recuerdos. Mi padre ya no está pero él se fue a la tumba sabiendo el título del libro, yo lo tenía clarísimo.

Si mira hacia atrás, ¿cuál cree que fue el momento en el que se dio cuenta de que vivía una situación fuera de lo común?

En casa siempre se llevó de una manera natural pero sí es verdad que hay una circunstancia que me hizo ser consciente. Yo estaba en casa con mi padre, estaba en la ducha y se fue la luz. Aquello, con siete u ocho años, fue tremendo. Pedí ayuda y mi padre vino corriendo sin saber qué pasaba y ahí fue cuando tomé conciencia. No me había puesto en su lugar. Él vivía en una constante oscuridad.

Esa relación tan cercana que mantuvo con su padre es la que vertebra la historia, ¿cierto?

Este libro es una historia de amor hacia mi padre. La protagonista se llama Marina porque quería hacerle un homenaje a mi abuela, que se llamaba así. Marina es una niña que nace con la necesidad de comunicar y de explicarle a su padre ciego cómo era el mundo para que no se perdiera detalle, ese es el argumento. Hay un poco también del sueño americano, porque al final yo era la hija del ciego y eso tenía sus consecuencias. Cuento mi razón de ser como periodista. En definitiva, también acerco al lector a la ceguera, a mi familia y a mis sentimientos. Lo que cuento ahí es la realidad, no me lo estoy inventando. Mi padre era una persona que disfrutaba de hablar, era muy cálido y cercano, por eso fue tan sentida su pérdida. En mi familia hay otras dos personas ciegas más: dos de sus hermanos. Mi abuela tenía seis hijos; los tres primeros ven y los otros tres no. Mi padre fue el primero que falleció, con solo 44 años. Fue muy traumático porque yo estaba fuera estudiando y no me pude despedir. De hecho, creo que nunca lo he hecho. Quiero que la gente sepa quién fue, cómo era y cómo me enseñó a ver el mundo con otros ojos.

Quizás esa necesidad que tuvo de explicarle el mundo a su padre le entrenó, de alguna manera, para convertirse luego en periodista.

Claro y además no solo te entrena sino que maduras de otra manera. Observas y reaccionas de otra forma, o al menos eso me han dicho. Me pongo en la situación de otras personas, que es lo que hacía con mi padre. En la televisión utilizas un lenguaje muy directo y en el libro es algo parecido, es un lenguaje ágil porque lo que me interesa es que la historia llegue, que me conozcan un poco más. Muestro a esa niña y se puede identificar con lo que ocurre en cualquier familia. Hay una retrospectiva a los años sesenta, donde mi padre es quien narra la historia de su familia y de la tienda que mi abuela tenía en la Avenida Trinidad. Cuento cómo cada uno de mis familiares perdió la vista. La novela es un reflejo de esa historia familiar y un regalo que les dejo. En este último año hemos perdido a varios familiares y creo que el libro llega en el momento justo.

La Laguna es, además, un personaje más de La hija del ciego.

El libro es un embajador de la ciudad La Laguna. La gente tiene todos los nombres cambiados –menos mi padre y algunos tíos– pero los lugares están ahí y son familiares. También se nombra el sur de la isla. Mi madre es de un pueblo que casi nadie conoce que se llama Aripe. También sale Santiago del Teide y Madrid, por la etapa que yo viví allí.

Con el reto de este libro cumplido, ¿se plantea seguir escribiendo?

Este es el primero y tengo que vivir esto, que está siendo maravilloso. Claro que sí que quiero seguir, todo lo que hago siempre me parece poco. Hay que proyectarse y dejarse llevar y en eso es en lo que estoy ahora mismo. Esta es otra forma de comunicar que es nueva para mí. La literatura es un camino más sosegado y reposado. Cuando llegas a una cierta edad y tras 20 años haciendo periodismo, te apetece.

El libro está apadrinado por la ONCE. ¿Era su intención acercar más a la sociedad al mundo de la ceguera?

Este libro en ningún momento da lástima porque mi padre nunca me hizo sentir eso. De la manera natural, yo acerco mi día a día con él y nuestras anécdotas juntos, como lo que pasaba cuando íbamos a ver partidos de fútbol. Le envié la novela a Rafael de Lorenzo, que es el secretario de la ONCE en España, y él me ha dado un gran apoyo. Si en el libro hablo de la ONCE y no tengo su apoyo, casi hubiera sido un fracaso. Fue tan mágico que él lo leyera con tanto cariño, que me dedicara una introducción y que vaya a estar aquí este fin de semana para las dos presentaciones. La ONCE es mi casa, el lugar donde mi padre y sus dos hermanos encontraron el sustento para sus familias. No hay mejor paraguas que ese. También viene gente de la Editorial Kinnamon a apoyarme. He recibido mucho apoyo. El prólogo lo hace Christian Santana Hernández, que es un escritor. No lo conocía, me seguía en las redes y entablamos una amistad. Él fue quien me animó a escribir. La portada la ha hecho Alberto León, fuimos compañeros en la Aneja, en La Laguna. Refleja perfectamente nuestra silueta, la de mi padre y la mía. Él nos recuerda así, creo que La Laguna nos recuerda así. El que compra el libro, ya está comprando arte: el arte de la portada y el de Yapci Ramos, una fotógrafa lagunera internacional que ha hecho la foto de la contraportada.

Y cuenta una relación maravillosa y especial con su padre...

Todo lo que ha ocurrido en mi vida, todos mis movimientos, tienen una raíz, una base. Ser comunicadora, la forma en la que cuento las cosas, todo es por él. Él está en mí. Ser la hija del ciego no era fácil. Yo no tenía un apellido, iba con él a vender los cupones en la Catedral de La Laguna y sentía cosas, miradas... No quería que me miraran con pena porque yo no tenía ningún problema, todo lo contrario. Para mí, mi padre era genial. Aquí no hay pena, en este libro está la vida.

¿Siente que publicar este libro le ha cambiado la vida?

Sí, creo que me ha elevado incluso más en la conciencia de las cosas. Vamos tan rápido y el proceso ha sido tan mágico. Encontrarme con José Javier Soto, de la Editorial Kinnamon, y que me diera la oportunidad de estar con él y con otros autores que tienen cosas tan importantes e interesantes que contar ha sido maravilloso. Esta vez no soy yo la que entrevista, soy la que habla. Puede que exponga más mi intimidad pero vivimos con tanto miedo y con tanta presión por aparentar que creo que esto es solo un ejercicio de poner sobre la mesa esta historia tan bonita con mi padre.

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