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Arquitectura

Los mejores parques y jardines del mundo

Las zonas verdes influyen sobre las personas y sobre las actividades económicas

El parque Gardens by the Bay de Singapur.

Ahora que la Comisión Europea ha aprobado la Estrategia de la Unión Europea sobre Biodiversidad para 2030, y que los europeos estamos plenamente convencidos de que las zonas verdes, parques, espacios naturales, jardines botánicos y toda la infraestructura verde, desde el primer árbol hasta el último, que pueblan nuestras ciudades, islas y países, forman parte de la identidad y del patrimonio natural y cultural común de la Unión Europea, ahora que incluso la OMS (Organización Mundial de la Salud) considera las zonas verdes como imprescindibles por los beneficios que reportan en materia de bienestar físico y emocional, contribuyendo a mitigar el deterioro urbanístico de las ciudades, haciéndolas más habitables y saludables, es el momento de actuar.

Las zonas verdes y su estado de conservación tienen influencia sobre las personas que habitamos en nuestras islas, ciudades y barrios, y sobre las actividades económicas que desarrollamos en el territorio. En Canarias hace tiempo que estamos convencidos de ello y sabemos que dichos espacios verdes son muy determinantes en la promoción del turismo, porque afectan a la imagen de las Islas y porque contribuyen a hacer nuestro destino más atractivo para nuestros visitantes. Esa es en parte la razón de que los canarios estemos tan orgullosos de nuestra naturaleza en general, de que el Teide sea Patrimonio de la Humanidad y de que tengamos más parques nacionales que nadie en España: además de las Cañadas, en Tenerife, el Parque Nacional de Timanfaya, el Parque de Garajonay en La Gomera, y el Parque nacional de la Caldera de Taburiente en La Palma.

Beneficios ecosistémicos de las zonas verdes en las ciudades que habitamos

Conviene poner la mirada en qué ciudades lo están haciendo mejor y qué infraestructura verde es la que destaca por su calidad de diseño y, analizando el panorama, me he encontrado con ciudades que están por encima de las demás, por ejemplo la ciudad de Singapur, una isla un poco más grande que La Gomera y un poco más pequeña que Lanzarote, poblada por más de cinco millones de habitantes —un espejo en el que Canarias podría mirarse a sí misma—, tiene uno de los últimos parques verdes mejor diseñados y de mayor éxito de los últimos años. Conocido como Gardens by the Bay, es un oasis verde de unas 100 hectáreas que le dio a Singapur nuevos pulmones frente al mar y es sensacional, tanto de día como de noche, atractivo y fascinante para el visitante. Fue diseñado por el arquitecto Wilkinson Eyre y los paisajistas Grant Associates. ¿No se le podría ocurrir al alcalde de Santa Cruz pensar en algo así para la zona donde está la Refinería sin tener que destruir todos los elementos industriales, pues algunos tienen valor, y empezar ya por plantar para que vaya creciendo?

Tampoco hay que irse muy lejos de Canarias para encontrar en Marrakech otro de los jardines más bellos del mundo. El Jardín Majorelle es un jardín botánico diseñado por el artista expatriado francés Jacques Majorelle en 1924, durante el periodo colonial en el cual Marruecos estuvo administrado por Francia. Es un jardín espectacularmente bonito que alberga espléndidas especies vegetales de los cinco continentes, destacando su colección de cactus y de buganvillas. El Majorelle está muy ligado a las figuras de Yves Saint-Laurent y su pareja sentimental Pierre Bergé, que compraron la casa de la que formaba parte el jardín en 1980 y lo convirtieron en un producto de turismo cultural de primera calidad, además de ampliar su número de especies vegetales de 135 a más de 300 en la actualidad.

No hay que irse lejos de nuestras islas para ver qué fácil es pensar en grande cuando nos referimos a crear zonas verdes, y no hay que ser un lumbreras para entender que el coste de plantar arboles es tan bajo en relación con su valor medioambiental, tan alto, que no me explico cómo no están todos los alcaldes creando lugares como estos. Canarias, con su natural esplendor natural, nos lo pone fácil, pero en lugar de belleza destruimos el paisaje con mala arquitectura y mal paisajismo, salvo honrosas excepciones.

Dulce Xerach Pérez. Abogada, doctora en Arquitectura. Investigadora de la Universidad Europea

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