Rafael Álvarez ‘El Brujo’ vuelve a meterse esta semana en el espíritu de Valle-Inclán, con la premisa de que, por primera vez tras el estreno de la obra, los aforos de los teatros no estarán reducidos por mor de la pandemia, de modo que ha destacado que “si ahora no llenamos, ya no tenemos excusa”.

En una entrevista con EFE, el actor se ha felicitado de que la cultura recupere la normalidad perdida hace casi dos años, a tiempo de que ‘El alma de Valle-Inclán’ visite el próximo domingo el escenario del Cartuja Center de Sevilla, con más de 2.000 butacas a la venta, y ha señalado que “es verdad que el teatro está al cien por ciento, pero eso no quiere decir que la gente vaya a asistir al cien, aunque es un paso muy importante”.

De todas formas, afronta esta nueva etapa con la premisa de que, hasta ahora, “la gente ha respondido en todos los sitios con un entusiasmo que yo nunca había visto en el teatro, con una emoción especial”, y “en casi todos los sitios el límite se completaba siempre”.

‘El brujo’, de esta forma, puede dar todo de sí mismo para mostrar cómo entiende a “uno de los personajes más importantes del teatro en el siglo XX”, y recuerda que “la obra de Valle-Inclán se inspira mucho, tanto la obra teatral, la novela, el pensamiento poético…, en la tradición oral, en las leyendas medievales, en los cuentos populares”, donde el actor cordobés ha bebido habitualmente, adaptando al teatro el trabajo de los juglares, la literatura popular o la leyenda”.

Y eso, siempre teniendo en cuenta que “Valle-Inclán fue único”, y preguntado quién sería hoy día este autor, indica que “si hay una persona que se acerque y que ha tenido un impacto en la cultura del siglo XX como él, ha sido Fernando Fernán Gómez, y no que se parezca, pero que le ha aportado mucho”.

Otro de sus pensamientos va en relación a qué diría si viviera hoy este genio de la literatura, ante el panorama actual de enfrentamiento político y de “extremos" de ideologías en España, y ha manifestado que “este hombre estaba por encima de la mediocridad política y tenía una visión del mundo que la gente no comprendía, porque la gente no llegaba a la altura de su visión filosófica y estética”.

“Valle-Inclán era un iluminado” y “para ponerte un ejemplo, él no le daba importancia a la vida, él sabía que la vida era un juego que dura poco, pero el tiempo que estamos aquí, estamos como si fuéramos a ser eternos y todo el mundo piensa que tiene la razón y trata al resto de una forma dogmática, como si fuera el demonio”, ha aseverado.

Por eso, “estaba muy por encima de eso, de la mediocridad de la política hasta el punto que él era carlista, tradicionalista, pero al mismo tiempo defendía la Segunda República, y un día un periodista le preguntó que eso cómo se entendía, y respondió que era de uno de los dos bandos del Carlismo, porque en el Carlismo hay dos bandos: todos los demás Carlistas y yo, una broma con la que quería decir que no había que tomarse tan en serio todo esto”.

Es sí, el actor es un firme defensor de “tomarse en serio la vida”, pero “pero no tomársela en serio de una manera absurda e intransigente, y no tomarse en serio estas cosas de la derecha o la izquierda y que, para el de un lado es el demonio el del lado opuesto”.

“Los prejuicios están en las vísceras de la gente, no en el entendimiento, y la gente que tiene entendimiento es más serena y está más tranquila, y ve en el contrario un modo de aprender y estudiar a la otra persona para ver qué te puede enseñar”, concluye.