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Daniel Abreu Bailarín y coreógrafo

Daniel Abreu: «Mi fuente de inspiración son los paisajes donde nací, los isleños y su luz»

«Esta pieza ha puesto a mi cuerpo en un lugar que nunca había tocado hasta ahora», afirma el bailarín y coreógrafo

Daniel Abreu en ‘El hijo’. E. D.

El bailarín y coreógrafo tinerfeño Daniel Abreu aspira, de nuevo, a ganar un Premio Max. Figura como finalista en la categoría a Mejor Intérprete Masculino de Danza con El hijo. El próximo 4 de octubre se darán a conocer a los ganadores definitivos en una gala que tendrá lugar en el Teatro Arriaga de Bilbao. El también Premio Nacional de Danza habla sobre sus próximos proyectos y su vínculo con Canarias.

¿En qué proyectos está trabajando ahora mismo?

Sigo con giras de obras que están en cartel como El hijo o La desnudez, que son las últimas obras que he hecho. También estoy con Índico, una obra pequeñita que estrené hace poco y que voy a presentar muy pronto en el Festival Traslación, en Lanzarote. Estoy muy contento por ir y sumarme a proyectos con tanta fuerza y tanta iniciativa. Luego, por otro lado, estoy en proceso de producción. Siempre estoy intentando crear cosas nuevas, lo cual supone también mucho más desgaste. En general estoy muy contento de compaginar gira con creación. El estreno próximo aún estoy con dudas de cuándo y cómo será pero espero poder compartirlo pronto.

A finales del pasado mes de julio recibió una buena noticia. De nuevo está nominado a los Premios Max por la pieza El hijo, precisamente. Es el único canario en esta fase final de los famosos galardones nacionales. Compite en la categoría a mejor intérprete masculino.

Pues no me planteo la posibilidad de ganar pero sí que estoy muy contento de que este trabajo haya sido visto por los compañeros, por la profesión, y que lo hayan valorado y llevado hasta ahí. Creo que tengo grandes competidores, mis otros dos compañeros –Iván Villar y Jesús Carmona– son excelentes bailarines y artistas. Y ya no solo ellos sino en general. En España hay muy buenos intérpretes. Verme ahí es un orgullo pero también entiendo que hay muchísima gente que podría estar y no está. Para mí, El hijo es una obra que yo hice casi como una necesidad personal de volver a encontrarme, de evolucionar el lenguaje, de crear algo nuevo dentro de mis procesos creativos. Fue una obra que me tomó muchísimos meses porque tampoco sabía muy bien por dónde ir. Me regaló muchísimo. Cuando pude ver y disfrutar la obra, fue un regalo. Luego cuando salieron las candidaturas y las nominaciones pues fue una alegría mayor. Que me reconozcan como intérprete es una maravilla. Ya tengo una edad en la que voy ocupando un espacio en el que sí que hay una madurez pero donde mis interpretaciones ya no destacan por tantas acrobacias. Todo ello a pesar de que físicamente creo que estoy mucho más en forma que hace 20 años.

Es muy interesante esa reflexión que hace sobre la danza y el paso del tiempo.

El cuerpo siempre nos pasa factura. Nuestro instrumento es lo físico y de tanto usarlo se quiebra o en determinados momentos tenemos lesiones o dolencias. Yo ya tengo 44 años, no tengo la misma energía ni puedo exponerme físicamente en un escenario con todo lo que eso conlleva. Estar en un escenario no es solo salir y bailar bonito, para nosotros es un proceso mucho más interno, de conciencia, un proceso más meditativo y al mismo tiempo de mucho cuidado y respeto. La máquina, por tanto, tiene que funcionar por más tiempo. Sí, tengo que se consciente de que la juventud da muchísimas cosas en la escena que tienen que ver quizás con lo más arriesgado, lo más acrobático, y los cuerpos a medida que cumplen años requieren más horas de entrenamiento para mantener el nivel. Ya es muy difícil transformar la fisicalidad de alguien. No digo que no sea posible porque el trabajo de El hijo ha puesto a mi cuerpo en un lugar que nunca había tocado y eso es un orgullo. Ver como mi cuerpo, el entrenamiento y la disciplina han hecho que pueda estar en lugares en los que nunca me había movido ha sido un reto con una recompensa.

¿Cómo ha vivido profesionalmente este año y medio de pandemia?

Tuve la suerte de no parar. Después del periodo de confinamiento la compañía tenía muchísimas fechas por cumplir y salimos adelante en una especie de efecto rebote. Ese período también dio paso a una reflexión, a una mirada interna. Pasaba mucho tiempo en soledad, algo que agradezco porque es ahí donde me nutro. Creativamente, creo que hubo una explosión. Es importante para un creador poder parar, contenerse y mirar. Otra cosa es ver lo que nos viene ahora. Es verdad que todo se está despertando pero nuestra profesión funciona con cierto retardo. Lo que no nos afectó en los meses posteriores al confinamiento puede que nos afecte a partir de ahora. Es algo muy incierto y nuevo para todos.

¿Le veremos pronto creando aquí en Canarias con artistas de las Islas?

Estaría encantadísimo de tener periodos de creación en Canarias. Siempre he dicho que mi fuente de inspiración son los paisajes en los que nací, los paisajes que compartimos los isleños, su luz y la manera de entender el cuerpo. En Canarias todo el mundo baila y al bailar yo allí me siento parte de aquello. A nivel profesional siento que cada vez hay mucho más campo en Canarias y más atención a toda la manifestación cultural y no solo por parte de la política, que también, sino por parte del público, que necesita y que quiere ver que suceden cosas a nivel artístico. También debo asumir que mi labor se ha desarrollado ampliamente en Madrid. Mi deseo sería poder estar en los dos sitios a la vez o pasar cada vez más tiempo en Canarias. La calidad de vida que hay allí no tiene nada que ver con la que hay en Madrid.

¿Ha madurado el público canario en cuanto a la danza?

Hay un gran aprecio por lo artístico en general y mucho criterio. Saben apreciar y recoger aquello que cuentan y transmiten los artistas siendo respetuosos con todo lo que se presenta, hay inquietud y riqueza. Son muchos los eventos que se producen en torno a lo artístico y la población los consume con ganas.

¿La docencia es otra de sus pasiones?

Siempre he estado muy ligado a la docencia porque desde que empecé de forma profesional también empecé a impartir clases y talleres. Me gusta muchísimo porque no es solo un lugar en el que compartes sino que se aprende muchísimo. Me gustaría practicarlo un poco más pero a veces no me da tiempo. La formación requiere un proceso muy intenso.

La danza puede servir de herramienta para muchas cosas, tiene una gran utilidad social y terapéutica. ¿Queda aún mucho por hacer en este campo?

Dentro de las corrientes psicológicas o terapéuticas hubo un gran acercamiento a entender lo corporal como una técnica o herramienta más para la salud en todos sus aspectos. Lo que ha pasado es que la danza ha tenido que crear métodos de enseñanza. Ha tenido que ir a lugares complejos para transmitir lo sencillo –que es todo lo que tiene que ver con la sensación– y todo lo que tiene que ver con la modificación de posturas y aspectos bastante simples para así poder educar el cuerpo de una manera que no aprendimos. En los últimos años ha habido una mirada desde lo terapéutico hacia la danza por cómo enseñábamos o por cómo compartíamos esos acercamientos.

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