La adaptación de ‘Nada’ al cómic por Claudio Stassi muestra a una Barcelona en descomposición, con sus habitantes sobreviviendo en un calvario moral, social e intelectual, después de la fatídica Guerra Civil y la infausta dictadura franquista. La obra adapta un estilo cercano a la novela gráfica franco-belga.

Las adaptaciones literarias a otros géneros artísticos -en este caso, el cómic- son proyectos dificultosos ya que el autor tiene que moverse por códigos diferentes sin dejar de ser fiel con la obra original.

Por eso mismo, la manera en la que Carmen Laforet reflejó la siniestra opresión tanto ética como familiar que se vivía en Barcelona en los años 40, en plena efervescencia franquista, necesitaba de un autor solvente para llevar al noveno arte ese cúmulo de desengaños que la protagonista, Andrea, experimenta continuamente. Y eso es lo que consigue Claudio Stassi en esta versión en viñetas de Nada que acaba de publicar Planeta. Después del éxito logrado con la adaptación de La ciudad de los prodigios, de Eduardo Mendoza, en donde Stassi hizo un alarde de síntesis realmente prodigioso, con momentos casi minimalistas, y en la que destacaba el modo en el que el dibujante nacido en Palermo penetraba de forma sutil en la psicología del protagonista, Onofre Bouvila, y su falta de escrúpulos, dicha obra mostraba cómo la violencia va atrapándolo todo de manera inevitable, con un estilo cercano al underground y a los típicos thrillers de los ochenta.

El autor de Palermo recera dibujos llenos de detalles, cercano a la Escuela Centroeuropea

En esta ocasión, sin embargo, Stassi da un giro de 180 grados para acercarse más bien a las obras centroeuropeas de la escuela franco-belga, con viñetas espaciadas y llenas de detalles, muchas veces grotescos, para descubrir, y que recuerda a veces al gran André Julliard. Y es que la verdadera protagonista de Nada es Barcelona, una ciudad en plena descomposición, viviendo un verdadero calvario moral, social e intelectual después de la fatídica guerra civil y la infausta dictadura franquista. Y la visión que aquí ofrece Stassi engrandece aún más la obra original.