El madrileño Teatro de la Zarzuela asistió esta semana al estreno de la nueva producción del Ballet Nacional de España (BNE): La Bella Otero. Bajo la dirección de Rubén Olmo, la producción reúne a más de un millar de profesionales y revisita la vida de Carolina Otero, una bailarina, cantante, actriz y cortesana española afincada en Francia y uno de los personajes más destacados de la Belle Époque. «Cuenta la historia de una mujer que se inventa sus orígenes para llegar a lo más alto y terminar al final sola y olvidada», explica el director en el programa de un espectáculo que arrancó el miércoles pasado y tiene una duración total de dos horas y 15 minutos.

La pieza nace con la contribución de una canaria, la diseñadora tinerfeña Yaiza Pinillos. Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de La Laguna, ha cursado varios postrados internacionales y se especializó en la manipulación textil en Londres e Italia. Ha vestido obras para el Centro Dramático Nacional y grandes producciones pero ha centrado parte su labor en el mundo de la danza, donde es una de las figuras más reconocidas. Para La Bella Otero ha dibujado unos 200 diseños y se ha enfrentado, reconoce, a uno de los mayores retos de su carrera.

La pieza podrá verse en el histórico recinto de la calle Jovellanos hasta el próximo día 18. La tinerfeña aseguró que el estreno fue «apoteósico. Nunca había estrenado algo que oliera tanto a éxito. Ha sido totalmente abrumador», indicó. Para hacer posible este magnífico vestuario han sido necesarios dos años de trabajo. Pinillos ha investigado sobre distintas épocas «para recrear desde los trajes que llevaban los campesinos gallegos hasta el estilo de la Belle Èpoque o el gran espectáculo del Folies Bergère de París», destacó Olmo.

Pinillos mostró esta semana su satisfacción por el resultado conseguido y no dudó en agradecer el trabajo desarrollado a todo el equipo de la producción. «Todo se complicó por la pandemia pero es el proyecto más ambicioso y complicado al que me he enfrentado. Empecé a diseñarlo en julio de 2019 y lo entregué en diciembre de 2020», recordó. «He tenido la oportunidad de poder vivir todo el montaje. Nunca se da esa posibilidad, hemos creado el vestuario antes de que se hiciera la coreografía y demás. Ha sido muy especial, muy bonito», dijo.

Desde el BNE destacan que la danza se ha puesto al servicio del argumento y que se trata, además, del debut de Olmo como director de la compañía en Madrid después de haber tenido que cancelar las funciones previstas en La Zarzuela el pasado verano. La Bella Otero fue una de las mujeres más famosas de su época y las posibilidades de este personaje histórico no le habían pasado inadvertidas a la diseñadora canaria. «Siempre estoy investigando en distintas épocas. Este personaje es una especie de hito. Representa ese tipo de cortesanas o prostitutas del siglo XIX que llegaron a lo más alto sin saber realmente hacer mucho de nada pero que tuvieron un éxito enorme. Como Mata Hari, es un símbolo de la libertad femenina en un momento histórico en el que la prostitución era un modo de vivir más libremente».

La historia que dibujan los bailarines arranca con una anciana Carolina Otero que sola, arruinada y olvidada por el mundo, recuerda su vida. «Desde su violación siendo una niña en una aldea gallega a mediados del siglo XIX a cómo escapó con un grupo de artistas ambulantes. Con ellos se inició como bailarina y conoció a su primer amante. Cuando este la vendió a un noble portugués, aprendió que el amor es una moneda de cambio para alcanzar lujo y fama».

Pinillos enumeró algunas de las claves que han marcado su proceso creativo. «Nos hemos centrado en buscar telas históricas. Queríamos que oliese a época. No queríamos que tuviera un aspecto tan plástico aunque hay cosas que no se ciñen para nada a la realidad de aquellos años, hay elementos que incluso resultan modernos», detalló.

La Bella Otero está ambientada en lugares y situaciones muy diversas, como la vida de su protagonista. Para plasmarlo, empleó numerosas fuentes de inspiración que van desde las pinturas de Zuloaga, Manet, Ramón Casas o José Cardona a diseñadores contemporáneos. «No voy a destripar en qué prendas están esas influencias pero sí que es cierto que las hay. Algunas están sacadas de Balenciaga, que por supuesto es posterior a la Otero. Hay también alguna inspiración de Alexander McQueen. En algunos diseños están los modos constructivos de Roberto Capucci –que trabaja con los plisados de forma arquitectónica– y de Issey Miyake. He cogido inspiración de diseñadores de varias épocas y los he transformado en modos Belle Époque».

También hay sorpresas que el Ballet Nacional prefiere no desvelar, como una de las piezas centrales de un vestuario de por sí sorprendente: un traje de pedrería de estilo bizantino que la Bella Otero viste en una de sus fotografías más icónicas. «Considero que en artes escénicas no es tan interesante representar la realidad tal cual fue sino sumarle ese algo más de espectáculo, vistosidad y un extra de fantasía», explicó sobre sus creaciones, que no han parado de recibir halagos y excelentes críticas desde su estreno el pasado miércoles. No obstante, una de las claves para una diseñadora acostumbrada a trabajar para bailarines es, por supuesto, la necesidad de que los modelos se adapten a sus movimientos y les permitan desarrollar la coreografía. «Esa es la vuelta de tuerca. A parte de poder cumplir con unos presupuestos y unos plazos, todo tiene que estar preparado para facilitar la libertad de movimientos. No puede coartar; por el contrario, tiene que potenciarlo y que la prenda se someta al movimiento. De ahí el nivel de dificultad».

El sello canario de estas creaciones no llega marcado únicamente por la procedencia de su creadora. Se da la circunstancia de que fueron ideados en Tenerife, aunque las piezas se elaboraran finalmente en Madrid. «Diseñé en Tenerife. Esos procesos –el diseño, la búsqueda de referentes y materiales– los hago siempre ahí. Tengo una biblioteca que es mi mayor tesoro sobre temas que me inspiran. Y todo el proceso de inspiración, documentación, ampliación de referentes y plasmación suelo hacerlo en Tenerife, que es donde tengo un espacio ideal para recrearme y crear. Las fases posteriores se desarrollan en Madrid».

Con motivo de este estreno, el Ballet Nacional ha lanzado una baraja con los diseños de Pinillos de la mano de la histórica casa Heraclio Furnier. «Me pareció una idea preciosa para el contexto del proyecto», celebró Pinillos. «La Otero murió en la indigencia por ludópata. Era una adicta al casino. El juego fue su gran amor y hacer una baraja con los bocetos me pareció un homenaje al vestuario. Me he sentido muy honrada con ese objeto que ha ideado el ballet. Me he hecho con unas cuantas porque para mí son un objeto preciadísimo».

Los materiales en los que ha sido confeccionado el vestuario son, también, muy especiales. Las sedas y los brocados, auténticas piedras preciosas en el mundo del textil, marcan también la diferencia. «En general, son telas de mucha nobleza. He querido respetar las caídas, las texturas, el movimiento y las siluetas de la época. Eso se consigue gracias al uso de las sedas. Son especiales las que las que hemos empleado en las Manolas, esos personajes con peineta grande y con mantilla que acompañan a los toreros. En ellas usamos brocados de seda de muchísimo valor económico y, creo, también de mucho valor visual».

Pese a que el BNE visita habitualmente el Teatro Cuyás, en la vecina Gran Canaria, no ha recalado nunca en escenarios tinerfeños. Su paso por la Isla sería una excelente oportunidad para disfrutar de estas creaciones de la artista nacida en La Orotava.