El ladrón de los guantes blancos (1926) ha regresado a la actualidad casi un siglo después de su estreno gracias a un proyecto de la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias. La cinta, el primer largometraje canario, ha sido sometida un novedoso tratamiento digital para recuperar parte de su metraje en una calidad extraordinaria.

Uno de los fotogramas recuperados con técnicas digitales. El Día

Los responsables de esa restauración son Manuel González Mauricio y Agustín Padrón Castañeda, de OEK S.L. Ambos están trabajando, además, en un documental sobre su director, José González Rivero. La iniciativa, explicó González, tiene como objetivo «llamar la atención a las nuevas generaciones sobre el valor patrimonial de esas imágenes». No solo se trata de la recuperación de en torno al 20% de la película original –unos 120 planos– sino que, además, se ha introducido algo color y empleado técnicas de interpolación. Estas dos últimas acciones no persiguen la restauración en sí sino que son una fórmula de experimentación. «Hemos entregado a Patrimonio los fotogramas restaurados, por un lado, y los fotogramas interpolados y los coloreados, por otro. Estos últimos son más una cuestión para llamar la atención», añadió González.

Uno de los numerosos paisajes que aparece en la película. El Día

El resultado es impresionante y les ha permitido presentar un nuevo trailer de la cinta donde quedan al descubierto detalles inéditos sobre esta historia. La cinta gira en torno al robo de un collar y las aventuras de un detective, Tom Carter, que trata de resolverlo. Hay que tener en cuenta el mal estado de los rollos originales que –además de tener casi cien años– estuvieron desaparecidos durante mucho tiempo. «Estaba bastante mal. Se grabó en película de nitrato», indicó González. Doce de los 13 rollos fueron recuperados a principios de la década de los ochenta de manos de la familia del director, que fue el gerente del Teatro Leal en los años 20 de esa misma centuria. «Hay partes que son bastante difíciles de ver, tiene mucho movimiento, muchas manchas y suciedad», matizó.

Otro detalle de la cinta. El Día

En su momento, tras el hallazgo, la cinta fue restaurada por la Filmoteca Nacional. Hubo que enviar los rollos en barco hasta la península porque el material en el que habían sido rodados era demasiado inflamable como para viajar en avión. La película sería reestrenada en 1982, casi 60 años después de su primera exhibición. Para este proyecto, González y Padrón solicitaron una copia digitalizada de la filmación en 35 milímetros. «Nos la digitalizaron en 4K. A esos fotogramas les hemos aplicado distintos programas. Usamos, por ejemplo, algoritmos que incluyen sistemas de inteligencia artificial: detectan las manchas y las sustituyen por la información que hay en el fotograma siguiente o en el anterior. El proceso también tuvo una parte más manual».

Además, durante estos trabajos han salido a la luz curiosos detalles de la filmación imposibles de percibir en los originales. «Usamos una técnica para interpolar: el ordenador genera unos fotogramas nuevos en medio de los originales», explicaron. Gracias a los avances técnicos, «se ven nuevos detalles. En las peleas, por ejemplo, te das cuenta de que los malos estaban masticando chicle», indicó González.

Con todo, aún queda por aparecer uno de los rollos de esta película, uno de los grandes misterios del cine canario. «El rollo dos nunca se encontró. Hay muchas hipótesis. En aquella época tenían una sola copia y él las mandó a Cuba. Lo más probable es que se perdiera en el viaje. Como tuvo una muerte misteriosa ese rollo es como el Santo Grial del cine en Canarias, dicen que ahí está la pista de por qué murió. Aunque eso es un poco de mitología», concluyó.