Tras dirigir los conciertos inaugurales del 37 Festival Internacional de Música de Canarias en los auditorios capitalinos junto a la Orquesta del Encuentro, el maestro Gustavo Dudamel regresa a los mismos escenarios con la que considera “mi querida” Mahler Chamber Orchestra. El programa para estos conciertos incluye la Sinfonía nº 4 “Italiana” de Mendelsshon, y la Sinfonía nº6 “Pastoral” de Beethoven. 

Exquisitas obras que serán interpretadas por una formación cuya excelencia es bien conocida por el público del FIMC gracias a las numerosas ocasiones en las que ha participado en el festival. Ahora vuelve junto a un maestro con el que coincide con frecuencia en múltiples escenarios, por lo que la magia del espectáculo está asegurada.

Gustavo Dudamel ofreció ayer, una rueda de prensa en la que afirmó que la música es una herramienta fundamental de transformación social “y así lo hemos palpado con la Orquesta del Encuentro, en la que Canarias ha sido el epicentro real de este proyecto “mágico”. Los chicos y chicas han llegado a una conexión humana tan especial que va más alla de la rutina de un concierto. Aquí el arte cobró su verdadero sentido. Ellos y ellas han cambiado y cuando vuelvan a sus ciudades estoy convencido de que se van a transformar en líderes de sus comunidades”.

Sobre el concierto que tendrá lugar este fin de semana, aseguró que trabajar con la Mahler Chamber “es un privilegio, es una de las mejores orquestas del mundo. Aparte del virtuosismo técnico, desde el punto de vista humano y artístico son únicos”.

Cabe recordar que Gustavo Dudamel participó por primera vez en el festival hace algo más de una década cuando, con sólo 28 años, era ya el director de la Filarmónica de Los Ángeles. En aquella ocasión lo hizo frente a la Sinfónica de Göteborg, con un denso programa que incluía la Sinfonía nº 6 Pastoral de Beethoven. Once años más tarde, en este retorno a las Islas, vuelve trayendo bajo el brazo esa obra del genio de Bonn, el más grande de la historia de la música, convencido de que un mundo tan caótico como el actual «cobra más fuerza por su mensaje humanista», por la necesidad de hacer sonar ese simbolismo de abrazar todos los elementos de la vida, de la sociedad, de un continente, del mundo entero, en esa obra mayúscula que representa unir a la humanidad a través de la música y el arte.

Como él mismo reconoce, se precisa cierta madurez para interpretar a Beethoven, aunque no hay ambigüedades en su partitura: todo está bien escrito. Y es que acaso, La Pastoral requiere un temple exquisito para la exposición de los motivos, una sutileza rítmica que debe aplicarse con mesura para una pieza que se desarrolla prácticamente en un mezzoforte que solo se ve sacudido en el episodio de la tormenta, en cuyo momento álgido el compositor coloca el único fortísimo de la partitura. Esa garantía la brinda un conjunto como la Mahler Chamber Orchestra, fundada por Claudio Abbado en 1997, que por ideario y talento mantiene, desde ese aliento de eterna juventud, una estrecha convivencia con el maestro Dudamel.

Antes, el arranque del programa está reservado a la Sinfonía nº 4 de Mendelssohn, llamada la Italiana y quizá la más popular de este compositor, una música que destila sabor mediterráneo, luminosidad. El propio compositor, durante un viaje a Roma con apenas veinte años, escribió a sus padres: «Esto es Italia. El gozo eterno de la vida, la estoy amando cada día». De ahí esta obra de enorme sutileza y originalidad, con una orquestación de bellas armonías y encantadoras melodías, que resultan fáciles para cualquier oído, y todo un disfrute para las cuerdas, pese a su complejidad técnica, acomodándose de maravilla a pequeños conjuntos. En definitiva, en Mendelssohn puede reconocerse el espíritu de un europeísta moderno

Mahler Chamber Orchestra

Fundada hace 24 años sobre la base de una visión compartida de ser un ensemble libre e internacional, la Mahler Chamber Orchestra tiene como uno de sus objetivos el de crear y compartir experiencias excepcionales. Está integrada por 45 instrumentistas de 20 países y trabaja como un colectivo nómada de músicos apasionados que se unen para giras específicas en Europa y en todo el mundo. La orquesta está en constante movimiento: hasta la fecha, ha actuado en más de 40 países de los cinco continentes.

La orquesta se autogestiona y las decisiones se toman democráticamente con la participación de todos los músicos. Su sonido se caracteriza por el estilo de música de cámara en ensemble, bajo personalidades musicales distintas. Comprometidos con la excelencia, sus músicos no temen correr riesgos. El repertorio central de la MCO, que abarca desde los períodos clásico vienés y el romántico temprano hasta piezas contemporáneas y estrenos mundiales, refleja la agilidad de la orquesta para cruzar las fronteras musicales.

La orquesta recibió sus impulsos artísticos más significativos de la mano de su mentor fundador, Claudio Abbado, y del laureado director Daniel Harding. La MCO trabaja en estrecha colaboración con una red de socios artísticos que inspiran y dan forma a la orquesta en colaboraciones a largo plazo.

Todos los músicos de MCO comparten un fuerte deseo de profundizar continuamente su compromiso con el público. Esto ha inspirado un número creciente de encuentros y proyectos musicales fuera del escenario que traen música, aprendizaje y creatividad a comunidades de todo el mundo.