Mañana 1 de julio arranca en Tenerife y Gran Canaria el XXX Festival Canarias Jazz & Más, una cita que se ha convertido en ineludible para muchos isleños y que este año llega, por primera vez en una misma edición, a las ocho Islas. El director de la cita, Miguel Ramírez, afirma que esta propuesta se ha convertido en «el inicio del verano» para muchos y destaca la fortaleza del contenido que presentan en esta especial edición.

Este año, el festival Canarias Jazz & Más cumple 30 años, ¿diría que se trata de una de las ediciones más ambiciosas?

Diría que este año el festival cuenta con un programa de celebración en mayúsculas. Es el programa más potente que hemos tenido, y eso que hemos tenido programas magníficos. Pero este no tiene nada que envidiar a ninguno de los nuestros anteriores ni a ninguno de ningún otro festival que se pueda estar celebrando ahora mismo. Estamos en un nivel de primera línea, es un programa de lujo.

Jazz & Más llega en un mes en el que hay programadas muchas actividades relacionadas con el jazz en Canarias. ¿Cómo se invita al público a que opten por este festival en concreto?

Los primeros años éramos como un oasis y con el trabajo de tanto tiempo se ha ido fidelizando el público. Además, cada vez se han ido abriendo más espacios para el jazz en Canarias y este ya forma parte de todas las programaciones y actividades culturales. Hay otros festivales más pequeños en otros periodos del año con esta temática y yo creo que todo tiene que ver. En Canarias el jazz y la música creativa gozan de muy buena salud.

¿Qué comentan los grandes artistas internacionales después de participar en cada una de estas ediciones?

Los primeros años nos encargábamos muy a conciencia de que los músicos se fueran con un buen sabor de boca, de que vivieran una experiencia agradable y descubrieran las bondades de nuestras Islas, desde nuestra naturaleza, que es increíble, a las instalaciones culturales. Muchos de ellos han tenido la suerte de descubrir las Islas con este festival, así como a un público muy caluroso, cariñoso y amable que acude a nuestra llamada. Se suelen ir de aquí con muchas ganas de volver y eso se encargan de trasmitirlo cuando se reencuentran en sus lugares de origen. En paralelo a eso, hemos hecho un gran trabajo por estar presentes en las agendas internacionales, formando parte de las grandes citas del jazz para que sepan quiénes somos y dónde estamos. Y con el tiempo se recoge todo lo que se siembra. A los artistas les encanta venir y se lo pasan muy bien. En esta ocasión, que estamos en un año de celebración muy importante, muchos de ellos regresan y también habrá otros que vienen por primera vez. Llevábamos tres años intentando que Wynton Marsalis viniera y justo este año lo logramos coincidiendo con el año de celebración. Eso es trabajo y trabajo, y también lo que hemos sembrado.

¿Es la primera vez que repiten artistas a este festival?

No, tras 30 años es un poco difícil no repetir. Aunque es verdad que en el mundo del jazz es muy fácil que los proyectos vayan evolucionando y que los músicos vayan cambiando. La promiscuidad artística se da mucho en el jazz pero, aún así, yo trato que no repitan a corto plazo. Snarky Puppy estuvo hace ocho años, cuando eran muy poco conocidos, y ahora vuelven con un proyecto totalmente renovado. También debemos tener en cuenta que tenemos público nuevo y que ahora hay gente que los quiere ver. Lo que sí es verdad es que cada proyecto es diferente porque el jazz tiene esa característica. El jazz cuenta con un factor fundamental, que es la improvisación, y es algo fundamental que la melodía sea la excusa para armar los temas. El jazz ha hecho posible que la improvisación se convierta en un arte y es algo que ya no es exclusivo de este género sino que lo encontramos en muchas otras músicas.

Por primera vez este año el festival estará en una misma edición en las ocho Islas. ¿En qué se basan, más allá de en las infraestructuras disponibles, para enviar cada una de las propuestas a cada lugar?

A la hora de programar es bueno conocer el lugar al que se va a ir, qué le gusta a la gente, qué tipo de público tienen o qué conocimiento tienen de las músicas. Todo esto lo he aprendido a lo largo de muchos años porque es muy importante las características de cada espacio. Aunque es verdad que también hay ocasiones en las que no se puede elegir.

En ese inmenso trabajo de organización, los colaboradores y las instituciones serán imprescindibles para sacar adelante el proyecto.

Obvio, son clave. El festival ha ido construyéndose año tras año y se han ido sumando entidades y lo bueno es que por fin vamos a poder estar en todas las Islas en una misma edición y me alegro mucho de que sea justo cumpliendo este 30 aniversario. Es muy importante la sensibilidad de cada gestor cultural. Están los políticos, que son los responsables de las políticas culturales, pero también están los directores de cada espacio y la sensibilidad y apuesta de estas personas por la cultura es esencial. Yo creo que en los últimos años hemos ganado mucho pero todavía nos queda por hacer, aunque ya se entiende que la cultura juega un papel fundamental más allá de este sector, también en lo social y en lo económico, y que en Canarias tenemos que ofrecer algo más que sol y playa. Desde hace muchos años nosotros hemos querido hacer un festival de verdad, arropado por la gente, que funcione con el público de aquí, y cuando eso sea una realidad podremos abrir la mirada para que nos empiecen a visitar otros. Pero primero hay que lograr que nos arropen los de aquí.

¿Se queda con alguna de las propuestas programadas para esta nueva edición?

Es imposible quedarse solo con uno. Las entradas de Wynton Marsalis se pusieron a la venta y no pasaron ni 24 horas antes de agotarse. Las de Avishai Cohen van por el mismo camino y sé que para Snarky Puppy también pasará. En los espacios abiertos también lo hemos hecho con entrada para cumplir con los protocolos y también están volando. Sé que la respuesta es magnífica porque siempre lo es.

Este año, ¿las propuestas de otros ritmos además del jazz estarán más presentes?

Cuando me preguntan si el jazz es un estilo de música digo que no, que el jazz es una cultura, un universo lleno de planetas y satélites o un gran árbol con sus raíces que surgen del encuentro de culturas en el nuevo continente. Dentro del jazz hay muchos estilos. Está el jazz para los más puristas, está el blues, que es una de sus patas fundamentales, también el swing, el bebop, con esa parte más cultural con un lenguaje y exigencia más virtuoso, y como consecuencia de otros palos surgió hasta el rock & roll, que creció tanto que empezó a hacerle competencia al jazz. Y desde la década de 1970, el jazz no ha dejado de fusionarse con otro tipo de propuestas artísticas o estilísticas de las que hay en el mundo y sigue evolucionado. Y esa es la parte que compone el & Más del festival. Hay muchos estilos que están enraizados en el tronco del jazz pero que tienen vida propia y nosotros los aprovechamos para atrapar a otro tipo de público.

¿Qué aprendieron de la edición pasada, cuando fueron uno de los primeros festivales que se celebró tras el confinamiento?

Fuimos el primero y de los pocos. Estábamos todos confinados pero no dejábamos de trabajar. Fue un momento de unión, se crearon asociaciones, una mesa sectorial para debatir y buscar soluciones y tuvimos que tener fe. Teníamos la obligación de ver si era posible celebrar aquella edición porque teníamos la necesidad de demostrar que se podían hacer las cosas con seguridad. Y creíamos que si lo hacíamos bien y éramos responsables, que creo que lo fuimos, podríamos abrir camino para otros festivales. Tuvimos mucha suerte porque estuvimos en siete Islas, y prácticamente sin incidentes, trajimos a artistas internacionales y contamos con muchos artistas locales, que era lo que tocaba. Este año estamos en la frontera de la normalidad, qué pena que aún no sea del todo igual que antes.