El lector que ya peina canas la habrá escuchado más de una vez o, quizá, ha echado mano en alguna ocasión de esta locución sustantiva («cosas de cabo interino»), que califica el comportamiento de alguien como descabellado y absurdo. Habitualmente viene acompañado del verbo «tener» para dirigirse a alguien reprendiéndole por su actitud o comportamiento («¡Tú tienes cosas de cabo interino, oye!»), o en tercera persona del presente de indicativo para referirse a alguien ausente en la conversación («(fulano) tiene cosas de cabo interino»). En otras ocasiones puede formularse con la forma verbal «se te ocurren» (de tener ideas, venirte a la mente): «¡Se te ocurren cosas de cabo interino!».

Forma parte del repertorio fraseológico del español de Canarias, aunque, al parecer, es también usual en Cuba, sin que tengamos constancia de su uso en otros dominios lingüísticos del español. Viene empleado con distintos valores y significaciones más o menos sinónimas o similares, cuando no disímiles entre ellas. Puede ser usado para reprender, por ejemplo, una conducta que juzgamos disparatada y que dejan ver la inexperiencia o la falta de talento; o censurar a quien, por zoquete, se comporta como un atrevido y un temerario. En sentido similar se dice de quien es un ignorante, un machango, a quien «le falta un hervor», quien con su comportamiento da muestras de necedad y de «poco seso». Guerra (1965) registra la expresión y la compara a la locución castellana: «cosas de bombero», esto es, «tener cosas de bombero (jubilado)», que se dice en algunos lugares de la Península para referirse a una acción o idea descabellada o absurda. Y que al parecer tiene su origen en una época en la que a menudo se recurría al servicio de bomberos ante cualquier problema doméstico (por ejemplo, cando un vecino no podía entrar en su casa por haber dejado la llave dentro, en lugar de llamar al cerrajero, como se hace hoy, se acudía a los bomberos), y estos resolvían como podían la situación, incluso aportando soluciones de lo más sorprendentes [exagerando, podemos imaginarnos cosas tan absurdas y disparatadas como la de talar un árbol para rescatar al gatito encaramado en su copa]. Aunque hay quienes no le dan un sentido necesariamente negativo a la expresión, pues no obstante lo extravagante que pudieran ser las intervenciones, podían resultar efectivas, si solucionaban el problema.

En cuanto a la locución «tener cosas de cabo interino», su origen hay que buscarlo seguramente en ambientes cuarteleros. El «cabo interino» era un soldado raso que sin tener los galones de cabo ni haber recibido la instrucción específica para ello, en ausencia de un cabo, era nombrado a dedo por su superior para asumir momentáneamente el mando ejerciendo las funciones de cabo en la unidad, esto es, «cubrir interinamente la vacante», por así decirlo. Imaginamos que la inexperiencia y la falta de preparación, sumado al desacierto de la elección azarosa del soldado que debía asumir el mando (el cabo interino), con el tiempo debió dar lugar a todo tipo de dislates, con lo que se ganarían fama de necios y «troncos» por las órdenes y decisiones tan extravagantes como absurdas. Y de ahí —probablemente— se generalizaría la expresión «tener cosas de cabo interino» por aflorar un comportamiento absurdo hasta lo disparatado o torpe hasta la necedad («¡No digas machangadas, hombre! Mira que tienes cosas de cabo interino»). Como mismo —en cierto modo— puede ser empleada tanto para referimos a una persona poco juiciosa o de poco seso: «un loco playa», o para denotar una ingenuidad pasmosa o una falta de cordura que rozan la memez. Viene, pues, inserido en la conversación tanto como admonición que advierte una intención o actitud, que como sanción ante una actuación ya consumada. [«¿Y qué hizo ahora? (…) ¡Yas! Si te digo yo que tiene cosas de cabo interino»].