Me hace ilusión pensar que las celebraciones como la del reciente Día del Libro son uno de los primeros síntomas de que la vuelta a la normalidad no es una utopía inalcanzable. Es cierto que no hay el ajetreo y bullicio de las ferias y salones, o las largas colas bajo el sol para conseguir la firma ansiada, pero vuelve con fuerza esa efervescencia de novedades que obliga a ir a las librerías y cumplir con ese protocolo de la duda ante qué obra comprar, a la expectación por los mundos que nos descubrirán. Las editoriales apuestan definitivamente por la lectura como puerta que abra el camino de la recuperación cultural, como herramienta aliada de la ciencia para desafiar una pandemia que todavía nos aplasta.

Y el mundo del cómic ha respondido con ganas a la llamada. Ojo, porque la lista de novedades es amplia y puede atender cualquier gusto, filia o fobia. Sirva la presente lista como recorrido rápido por la amplísima diversidad de la oferta que llega estos días a las librerías.

Para empezar, nada mejor que poner el listón bien alto con una obra maestra: La pista Atlántica, de Miguel Calatayud (Desfiladero), que recupera en cuidada edición integral las aventuras del detective Gili Lacosta. Un recital de línea clara de modernidad rabiosa que sigue siendo pura vanguardia cuarenta años después de su publicación original. Género negro bañado de luminosa mediterraneidad, que ya advertía de los peligros del uso y abuso de la naturaleza mientras Calatayud deslumbra en composiciones imposibles y barrocas. Una auténtica joya del noveno arte. Y sin salir del género negro y la línea clara, no se pierdan Atom Agency. Las joyas de la Begum, de Yann y Schwartz (Nuevo Nueve, traducción de Lorenzo Díaz), homenaje rendido al gran Yves Chaland que nos lleva a esos relatos tan adorables como ingenuos de los 70, herederos de Franquin y Tillieux en ese dinamismo visual tan desaforado como elegante.

Si lo que buscan es un relato más literario, atentos a la nueva edición de Tamara Drewe, de Posy Simmonds (Salamandra Graphic, traducción de Regina López). Una corrosiva crítica de la sociedad moderna a través de un demoledora crítica de la intelectualidad más elitista, incapaz de escapar de los torrentes de bajas pasiones en los tiempos del WhatsApp. Aunque si quieren una historia más íntima, quizás su mejor opción sea Oleg, de Frederick Peeters (Astiberri, traducción de Lucía Bermúdez), continuación natural de aquel recordado Píldoras azules con el que conocimos a este autor. Reflexión sobre la inspiración teñida de nuevo por el drama de la enfermedad, pero que Peeters sabe llevar perfectamente por el camino de su mirada desmitificadora y sugerente. Una mirada personal que también encontramos en Temporada de melocotones, de Alba Flores y Ángel Abellán (Andana Editorial), flamante III Premio Valencia de Novela Grafica que se adentra en la búsqueda de las pequeñas felicidades de cada día, entre la cotidianeidad de una conversación entre amigas.

Personalísima es también la visión que María Herreros presenta en Georgia O’Keeffe (Astiberri / Museo Thyssen Bornemisza), un recorrido en la biografía de la famosa artista que la dibujante transforma en un diálogo brillante y vivo entre dos estilos, que se entrecruzan y se alimentan entre sí, creando un discurso que excede el ámbito de la semblanza personal para convertirse en una reflexión sobre la libertad artística desde el aprendizaje y la admiración. Una obra indispensable. Desde las entrañas más íntimas nace también La adopción, de Zidrou y Monin (Saludarte, traducción de Olga Orozco), un relato sobre la superación de prejuicios, miedos y diferencias que desata la adopción de la pequeña Qinaya, que obliga necesariamente al debate sobre la sociedad que estamos construyendo.

Y no se olviden de los más peques: La tribu Chatarra, de Fermín Solís (Beascoa), deliciosa reescritura del género superheroico desde la imaginación más gamberra. ¡Imposible no sentirse arrastrado por esta aventura descacharrante!