El festival Soplo de Letras cita este fin de semana a cuatro creadores de las Islas para debatir sobre los hábitos de lectura. Sara Herranz, Sabina Urraca, Yeray Barroso y Aida González se reúnen el domingo, a partir de las 12:00 horas, en el Teatro El Sauzal, para abordar la literofobia, un término acuñado por Antonio Escohotado y que hace referencia a la dificultad cada vez más extendida de mantener la concentración para leer una página entera, sin dibujos, ni pausas, ni espacios en blanco. La ilustradora tinerfeña Sara Herranz (Tenerife, 1986) participa en esta actividad, en la que contará su propia experiencia.

¿Ha sufrido la literofobia?

La verdad que no conocía este término hasta hace poco pero cuando me propusieron que participara en este debate me sorprendió poder ponerle nombre a algo que yo misma había sufrido. Desde el confinamiento se ha producido un cambio en mis hábitos de lectura. A lo mejor ya lo había sufrido antes pero no lo había notado tanto. He sentido fatiga a la hora de enfrentarme a un libro o una historia escrita. Sentía que había mucho ruido por los continuos estímulos a los que nos hemos ido acostumbrando.

¿Y ha superado esa situación?

Estoy en ello. Me sigue costando leer ficción y por eso voy acercándome poco a poco de nuevo a mis hábitos de lectura pero sin duda se ha producido un cambio en mis gustos. Sigo consumiendo mucha novela gráfica porque es mi pasión pero también leo más ensayos porque el cuerpo me pide menos narrativa y algo más analítico.

Es muy contradictoria esta realidad. Se habla de falta de concentración para realizar algunas tareas pero también creció mucho el consumo de libros durante el confinamiento. ¿Leímos más pero no prestamos atención a lo que hacíamos?

Yo no soy experta pero puedo hablar de mi experiencia como autora. Durante el encierro no pude consumir ficción de ningún tipo, ni escrita ni audiovisual. Creo que influyó mucho el momento en el que me encontraba en mi vida. Hubo gente que venía de una situación estresante y pudo disfrutar de ese momento de parón. Yo viví el confinamiento con mi hermana. Ella pudo leer mucho, estuvo más activa, disfrutando de la pausa en su vida; sin embargo yo me encontraba en una situación peor emocionalmente y el encierro me vino fatal. Traté de consumir más novela gráfica, que era más cómoda para mí de digerir. Necesitaba papilla narrativa ficticia, nada demasiado complejo ni que me llevara a grandes reflexiones porque no me encontraba bien en ese momento. Sí hubo gente que aprovechó ese confinamiento, compró muchos libros y pudo ponerse al día y luego había otra que estábamos peor, en un bloqueo absoluto y encerrados en nuestro propio ser, enfrentándonos a cosas que en nuestro día a día es más fácil no prestarle atención. Enfrentarte a un libro conlleva un esfuerzo.

¿Y cómo vivió este confinamiento desde el punto de vista de la producción?

Justo hace un mes coincidí con otras compañeras ilustradoras y hablamos de cómo había sido para nosotras este año. Todas coincidíamos en que había sido muy duro porque justo durante el encierro había mucha gente creativa que estaba generando contenido para llenar el vacío que vivíamos. Para mí era muy duro y, de hecho, todavía lo es. Yo he bajado productividad y me cuesta escribir, pero creo que es por el momento emocional que he vivido y por el propio contexto social, económico y político que nos atraviesa. Yo he vivido un bloqueo creativo aunque sí que hice un pequeño cortometraje animado para Radio 3 que me ayudó mucho porque me mantuvo entretenida un par de semanas.

Así que actividades como la propuesta por Soplo de Letras serán como una bocanada de aire fresco porque, ya que no puede producir tanto, al menos puede entrar en contacto con compañeros y compartir reflexiones.

Sí, cuando me lo propusieron dije que sí enseguida porque me gusta que se hagan estas cosas en Canarias y se apoyen todas estas actividades culturales. Quiero formar parte de ello porque existe una necesidad de volar y compartir las experiencias y hablar de creatividad y literatura, que son temas que nos ayudan a evadirnos del continuo bombardeo de noticias. Vamos a salir un poco del bucle y centrarnos en otras cosas que también son importantes. La cultura ha sido denostada en esta crisis; se nos ha dejado de lado, así que estas actividades son una forma de decir que somos importantes y estamos en la agenda.