El arte de Felo Monzón (1910-1989) ha encontrado su propio espacio en La Laguna. La Fundación Cristino de Vera ha decidido dedicarle a este grancanario una de sus muestras temporales y reunido una veintena de piezas que hablan a la perfección de su trayectoria creativa y abarcan desde 1930 hasta 1984. Muestran su evolución desde el indigenismo hacia el arte cinético y, de paso, son el reflejo perfecto de toda una vida dedicada al arte.

Rafael Monzón Grau Bassas, conocido como Felo Monzón (Las Palmas de Gran Canaria, 1910-1989), es uno de esos artistas imprescindibles para entender la historia del arte en Canarias.

La Fundación Cristino de Vera-Espacio Cultural CajaCanarias ha querido dedicarle una exposición que estará abierta hasta el próximo 24 julio y reúne 20 de sus piezas más representativas. El horario de visita será de lunes a viernes de 10:00 a 14:00 y de 17:00 a 20:00 horas y los sábados de 10:00 a 14:00 horas.

Titulada con el nombre de su protagonista, Felo Monzón, plantea un recorrido por las etapas creativas por las que atravesó este artista grancanario. Siempre estuvo preocupado por mantener el contacto con el mundo creativo que le rodeaba y enterarse de todo lo que pasaba a nivel artístico fuera de España. Las piezas expuestas en La Laguna proceden, entre otros, de los fondos del Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM), del Gabinete Literario, de la colección propia de CajaCanarias, de la familia del artista y de otros coleccionistas.

Fue merecedor, entre otros reconocimientos, del primer Premio Canarias de Bellas Artes de la historia, concedido en 1984. Entre sus méritos ­–además de los artísticos– estuvo su pasión por la docencia y la divulgación, una constante a lo largo de toda su vida. Ayer, varios de los descendientes de Monzón pudieron acudir a la apertura oficial de la muestra. Entre ellos estuvo su hijo, Miguel Monzón, que agradeció ante los presentes la especial atención que se ha tenido siempre en Tenerife hacia la trayectoria de su padre. “Felo Monzón era un hombre fundamentalmente bueno y un artista de excepción”, destacó.

La vicepresidenta de la Fundación Cristino de Vera-Espacio Cultural CajaCanarias, Natalia Aznárez, fue la encargada de dar la bienvenida al nuevo proyecto de la entidad y lo hizo recordando unas palabras del artista: “Siempre ha sido el arte una complejidad espiritual. Y pare el hombre, un reflejo gráfico de sus inquietudes, avances y retrocesos; de sus vivencias, de sus gustos, de su marcha a través de la historia”.

El objetivo de esta nueva exposición, indicó Aznárez, es no solo rendir un homenaje a la figura del creador grancanario sino contribuir a “mantener viva la memoria de este artista tan generoso”.

Para comisariar este proyecto, la fundación escogió a Mireya Jiménez Jaén, que ayer dio cuenta de la trayectoria de Monzón, al que conoció siendo aún una niña y con el que mantuvo una estrecha amistad. “Decoró la casa de mis padres. De hecho, en esta muestra hay un cuadro que él mismo le regaló a mis padres el día de su boda”, aseguró.

Arte y reflejo en Felo Monzón

Arte y reflejo en Felo Monzón

Actividades

Además de la exposición, la Fundación CajaCanarias ha organizado un programa de actividades paralelas que incluyen visitas escolares y talleres familiares que se celebrarán, respetando la normativa sanitaria, de forma presencial y virtual. También están previstas visitas comentadas a la muestra destinadas al público general.

Las piezas que cuelgan de las paredes de la sala de exposiciones de la institución de la calle San Agustín son una buena forma, quizás la mejor, de recorrer las distintas etapas por las que atravesó el artista, fruto de la evolución de sus intereses y su voraz apetito por aprender.

La primera, excelentemente representada en lienzos como Tres campesinas canarias (1954), es la indigenista. “Hay un interés por el estudio de la realidad canaria pero Monzón muestra una visión distinta, más crítica con asuntos como la realidad del trabajo y la dureza de la vida rural. Eso se aprecia en la representación de la figura femenina y de la naturaleza”, indicó Jiménez.

Posteriormente, el pintor iniciaría el contacto con los miembros de Gaceta del Arte y ello le conduciría hacia un mayor conocimiento del surrealismo, especialmente a través de Eduardo Westerdahl. “Es una etapa de transición donde la figuración no llega a desaparecer del todo pero empiezan a aparecer pequeños elementos como los idolillos de la cultura aborigen y que hablan mucho, también, de la relación tan estrecha que mantuvo con el Museo Canario”, continuó explicando Jiménez Jaén.

Arte y reflejo en Felo Monzón

Arte y reflejo en Felo Monzón

Posteriormente llegaría lo que él mismo llegó a denominar su etapa constructivista. Monzón se adhiere entonces a los principios racionales en su búsqueda del rigor. La influencia de las teorías de Luca Pacioli y la proporción áurea se hacen evidentes al tiempo que combina esa pasión por el rigor geométrico con el interés por el colorido de su tierra. “Aplica la técnica de la peladura e incorpora elementos como arenas lávicas y las tierras”, matizó.

Monzón formó parte de grupos como Ladac (Los Arqueros del Arte Contemporáneo) –donde figuraran artistas como los germanos Millares– o el Grupo Espacio. Hay a continuación una transición hacia la abstracción para evolucionar, posteriormente, hacia el movimiento cinético. Concretamente, cultivó lo que se conoce como el cinetismo óptico. “El artista establece un juego con el espectador en el que este último es también partícipe de esa búsqueda del movimiento”, aclaró. Buena muestra de ese interés está reflejado en las dos Cajas Cinéticas que forman parte de la exposición abierta ayer en el Cristino de Vera.

Posteriormente, el creador grancanario realizó otras obras donde se observa una cierta recuperación de la figuración “vinculada siempre a la lírica de los volcanes”. También destacó la responsable de la muestra la intensa labor que realizó el artista en el campo de la obra gráfica. “Desde su juventud siempre estuvo muy vinculado a escritores y desarrolló una gran obra gráfica para libros de autores como Pedro García Cabrera”. Se conservan multitud de dibujos hechos por Monzón con este objetivo. “Nunca abandonó esta actividad”, añadió Jiménez Jaén.

Llama la atención, asimismo, la profunda vinculación del artista con la Escuela Luján Pérez, en Las Palmas de Gran Canaria. Esa relación comenzó cuando Monzón ingresó en el centro como alumno y continuó cuando trabajó allí como profesor. Llegó, incluso, a desempeñar las labores de dirección de la institución. ”En su época cinética desarrolló mucho la técnica de la serigrafía. Como director de la Escuela Lujan Pérez introdujo el grabado y sus distintas técnicas en el centro. Veía eso como un valor democrático de la obra de arte ya que lo hacía más accesible para un mayor número de gustosos del arte”.

Algo que todos los que le conocieron insisten en valorar es el compromiso con Canarias y la democracia. Monzón estuvo recluido en la prisión de Fyffes por sus vínculos con el Partido Socialista y nunca quiso abandonar las Islas porque consideraba que había que quedarse para defender la democracia del arte.