Una sociedad no se puede comprender sin su pasado. Nuestra entidad se creó (1855) con la denominación de El Recreo, al que se unió El Progreso (1855), luego llamado La Aurora (1857), mientras que la fusión de El Recreo y La Aurora dio paso al Círculo de Amistad (1868), al que se sumó la sociedad recreativa XII de Enero (1903), derivando ambos grupos en el Círculo de Amistad XII de Enero, colectividad que, con raíces que brotaron en ámbitos artesanales, obreros y de clase media alta, ha ido evolucionando conforme a cada época con el esfuerzo e ilusión cotidianos.

Esta centenaria Sociedad ha avanzado gracias al compromiso y responsabilidad de sus sucesivas juntas directivas capitaneadas por sus respectivos presidentes, extensa labor evolutiva que desembocó en el disfrute de una sede deportiva en Barranco Hondo (1985), “sin duda una de las instalaciones recreativas mejor dotadas de España” según Juan Arencibia (nuestra afectuosa evocación a su memoria), estudioso al que siempre le agradeceremos la recopilación de la Historia de nuestra Sociedad hasta 1991. En 1987 se adquirieron los solares de la calle Emilio Calzadilla para ampliar el edificio santacrucero, todo ello bajo la presidencia de Antonio Servando Llopis, no obstante, la ampliación fue inaugurada (2004) cuando lideraba todo el conjunto social Ignacio González López, quien a lo largo de veinte años lo elevó a un destacado nivel social, cultural y deportivo, además de legarnos la escultura Círculo XII, que representa, mediante círculos, la fusión de todas las sociedades que conformaron su nombre actual. Nuestra pública gratitud al Sr. González López.

Escultura ‘Círculo XII’. | | EL DÍA

Una sociedad no se puede comprender sin su pasado. Nuestra entidad se creó (1855) con la denominación de El Recreo, al que se unió El Progreso (1855), luego llamado La Aurora (1857), mientras que la fusión de El Recreo y La Aurora dio paso al Círculo de Amistad (1868), al que se sumó la sociedad recreativa XII de Enero (1903), derivando ambos grupos en el Círculo de Amistad XII de Enero, colectividad que, con raíces que brotaron en ámbitos artesanales, obreros y de clase media alta, ha ido evolucionando conforme a cada época con el esfuerzo e ilusión cotidianos.

Esta centenaria Sociedad ha avanzado gracias al compromiso y responsabilidad de sus sucesivas juntas directivas capitaneadas por sus respectivos presidentes, extensa labor evolutiva que desembocó en el disfrute de una sede deportiva en Barranco Hondo (1985), “sin duda una de las instalaciones recreativas mejor dotadas de España” según Juan Arencibia (nuestra afectuosa evocación a su memoria), estudioso al que siempre le agradeceremos la recopilación de la Historia de nuestra Sociedad hasta 1991. En 1987 se adquirieron los solares de la calle Emilio Calzadilla para ampliar el edificio santacrucero, todo ello bajo la presidencia de Antonio Servando Llopis, no obstante, la ampliación fue inaugurada (2004) cuando lideraba todo el conjunto social Ignacio González López, quien a lo largo de veinte años lo elevó a un destacado nivel social, cultural y deportivo, además de legarnos la escultura Círculo XII, que representa, mediante círculos, la fusión de todas las sociedades que conformaron su nombre actual. Nuestra pública gratitud al Sr. González López.

Todo ese devenir tampoco hubiera sido posible sin la eficiencia de sus gerentes, baste recordar al diligente gestor Antonio Pitti García, así como sin la dedicación y esmero del personal de ambas sedes, del mismo modo que sin la participación y colaboración de sus distinguidos socios, la razón de existir de esta sociedad y gracias a los que podemos seguir progresando, porque como insiste nuestro extraordinario gerente, prototipo de auténtica profesionalidad, Víctor Marrero Rendón: “Somos un equipo”.

Continuamos en medio de la Covid-19, y en esta preocupante situación expresamos el más emotivo recuerdo para todas las personas que han sido víctimas del SARS-CoV 2 y para todos los asociados que ya no están entre nosotros.

Actualmente este numeroso y apreciado colectivo es conducido por una Junta Directiva, compuesta por compañeros centrados cada uno, con absoluto tesón, en el trabajo cotidiano de atender y mejorar la ocupación de su competencia, estimado grupo a cuya cabeza se halla nuestro actual Presidente Francisco José Perera Molinero, un caballero extraordinariamente involucrado en la cultura, cuyo apoyo a la misma revela sus desvelos para que permanezcamos en continuo avance; en estos instantes queremos incidir en el objetivo fundamental del Sr. Perera Molinero, que ha sintetizado en una frase pronunciada previamente a su reelección (2020): “Aspiramos a conseguir un Círculo moderno sin olvidar su historia”, para lo que debemos conservar nuestro patrimonio: en este sentido, son las pinturas murales del salón principal las que necesitan una urgente restauración, pues, de lo contrario, el Círculo de Amistad XII de Enero perdería el más emblemático de sus tesoros artísticos, una interesante obra que se debe a un hijo de esta ciudad (1910), el admirado pintor Antonio Torres.

Una brillante tesis doctoral realizada por Juan Luis Torres Román, analiza la vida y la obra de su padre en la etapa tinerfeña del artista, que abarca de 1940 a 1958. Este exhaustivo trabajo, escrito con la sensibilidad especial de un profesor de música y un excelente pintor, como es su hijo, ofrece al lector la posibilidad de conocer a su progenitor en lo personal y en lo profesional, en definitiva, a un artífice que manejó sus pinceles con alma canaria.

La producción de Torres presenta las siguientes características: empleo de las luces y las sombras a su libre albedrío, variada temática pictórica (naturaleza muerta, retratos, paisajes y la figura humana), armoniosa gama cromática y representación de la realidad acorde con su imaginación. Su arte es figurativo dentro de la corriente expresionista, con influencias del cubismo, la abstracción y del pintor canadiense York Wilson.

Cada una de sus creaciones es un elogio a los hombres y mujeres de nuestra querida tierra, un artista que ensalza lo canario desprovisto de reclamo político, a pesar de que estuvo preso en Fyffes. La temática de sus lienzos respira la humildad de su origen proletario, de su oficio de tornero.

Los murales de nuestra sociedad datan de 1952 y fueron encargados (1951) a Antonio Torres en los momentos en los que guiaba esta cultural empresa Antonio Bello Torres. Dibujó 33 bocetos y pintó al óleo, con entusiasmo y ahínco, dos grandes lienzos (casi 10 metros de ancho) y tres complementarios de menor tamaño en anchura e iguales en altura (2,81 metros). En ellos hubo de apartarse del detalle para idear la obra al completo.

En estas composiciones, sin título, realza las distintas etnias prehispánicas de nuestras islas, hombres y mujeres trabajadores, por influencia de un gran antropólogo, su amigo Luis Diego Cuscoy, representando guanches las imágenes centrales de ambos murales, la figura masculina en el mural A y la femenina en el mural B, aludiendo a Adán y a Eva, respectivamente, así como a la familia en la pareja acompañada por el niño. Se observan desnudos con sensualidad, pero privados de erotismo, hecho que manifiesta cierto decoro, seguramente, por su convicción religiosa; los cuerpos parecen desproporcionados y colosales, su pintura es plana al huir de la perspectiva, la profundidad y el volumen; en el paisaje incluye elementos peculiares de todo el Archipiélago en general, tales como rocas volcánicas, cardones, piteras, cactus, el mar etc

Una vez concluida la guerra civil su notoriedad comenzó a ser relevante en los ambientes artísticos de Tenerife, tanto es así que el sacerdote y crítico de arte Sebastián Padrón Acosta dijo de él: “Es nuestro mejor artista”.

Es obvio que procuramos cuidar al máximo el rico patrimonio histórico de este espacio social, sobre todo habiendo perdido su sustancioso archivo a consecuencia de dos incendios (1892 y 1902), luego somos conscientes del valor de la creación de Torres por su firma y por constituir la de mayores dimensiones de su autor, motivo por el que la Junta Directiva ha decidido llevar a cabo su restauración, trabajos que han sido confiados al Taller Cúrcuma, dirigido por la acreditada restauradora María Fernanda Guitián Garre, a la que le fue concedida la beca de la Real Academia de España en Roma, Dra. en Bellas Artes y profesora asociada de la ULL en el Grado de Conservación y Restauración de Bienes Culturales, con un extenso currículum profesional cuantitativa y cualitativamente, sirvan de ejemplos, entre sus muchas intervenciones, El Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela, el Palacio Real de Madrid, el Monasterio de El Escorial, Los carruajes del Palacio de Nava, ubicados actualmente en el Museo de Historia de Tenerife, etc… Una experta restauradora para la obra de un magnífico pintor.

Han transcurrido 37 años del óbito (1984) de Antonio Torres en Güímar, municipio de donde era natural su ya también fallecida esposa Consuelo Román Jorge, desprendida dama a la que tuvimos el placer de conocer. Hace unos días recibimos una inesperada y gratísima noticia: la donación por parte del único descendiente del pintor, Juan Luis Torres Román, de todo el legado pictórico que heredó de su padre, convirtiendo al Círculo de Amistad XII de Enero en el mayor depositario de la producción del pintor. Desde las páginas de este diario, el Sr. Perera Molinero, además de haberlo hecho ya a través del hilo telefónico, desea manifestarle en nombre propio, de su Junta Directiva y de toda la Sociedad, el más efusivo y público agradecimiento a su dadivoso gesto e invitarle a viajar a Santa Cruz, su ciudad natal, para compartir con nosotros el homenaje, que, en su persona, rendiremos en un futuro (esperemos no muy lejano por las circunstancias sanitarias que estamos viviendo) y con el más cariñoso de los recuerdos, al genial y singular maestro Antonio Torres. Francamente, un obsequio con broche de oro para nuestra Sociedad.