El jurista, catedrático y escritor asturleonés Francisco Sosa Wagner (Alhucemas, 1946) relata en “Abdicación por amor” la historia de Luis I de Baviera y la bailarina Lola Montes, una mujer “singular: embaucadora, impostora, pero al mismo tiempo una mujer libre que trató siempre a los hombres como los hombres han solido tratar a las mujeres”. Una “novela real” en la que Sosa Wagner, colaborador de LA NUEVA ESPAÑA se inspiró en hechos que acontecieron en la Europa de mediados del siglo XIX.

–¿Qué tenía Lola Montes para hechizar a tantos hombres?

–Su gran atractivo físico en primer lugar, mujer morena, de mirada ardiente y de ojos azules; en segundo lugar, el desafío que suponía conquistar a una mujer que se apartaba del molde habitual. Lola se reía de la fatuidad y de la estupidez de los hombres.

–¿Cómo se planteó el uso de los distintos puntos de vista?

–Nunca quise hacer una biografía al uso: nació en tal sitio, estudió en tal otro … eso no me divertía. Lo interesante era encontrar una técnica narrativa que hiciera original y atractivo el relato y de ahí las distintas voces que lo sustentan, algunas son reales, otras son inventadas por mí.

–¿Se puede buscar algún paralelismo con la actualidad en algún aspecto?

–Es evidente que lo vivido por don Juan Carlos con la “princesa” Corinna guarda un evidente paralelismo con los acontecimientos que narro en mi novela: una extranjera atractiva e impostora que encandila a un rey por sus favores sexuales. Corinna es una impostora con menos gracia que Lola Montes. Pero este paralelismo ha surgido en España cuando yo llevaba ya mucho tiempo trabajando en mi libro.

–El pintor de cámara Stieler no ofrece un retrato amable de Lola… ¿Por qué era tan odiada?

–Mujer de carácter es frecuentemente también mujer de mal carácter. Y Lola era caprichosa, antojadiza, dictadora, desafiante, agresiva incluso en ocasiones, se metió además en enredos políticos y universitarios muy peligrosos, el rey se gastaba mucho dinero en ella y lo hacía en un momento en que las arcas públicas no estaban precisamente llenas.

–¿Qué minas pisó Lola que terminaron explotando?

–La mina de la política, la mina de la Universidad, y el desparpajo a la hora de exhibirse gastando dinero en joyas, carruajes, fiestas y demás.

–¿Estamos ante un Rey embrujado por una mujer?

–Absolutamente, no olvidemos que la hizo condesa en contra de toda la nobleza bávara que nunca pudo soportarla porque además la reina era mujer sencilla, de “poco mundo” pero muy querida.

–¿El pueblo vio en ella una usurpadora?

–El pueblo vio en ella a una joven de veintitantos años que captaba por entero la voluntad de un rey que acababa de cumplir sesenta y que, como era poeta, entendía que todos sus deseos sexuales podía satisfacerlos con el sagrado designio de alimentar su estro creativo.

–¿Qué empujó a Lola a huir?

–Como se decía en abril de 1931 de Alfonso XIII por las calles de Madrid: “no se ha ido, que le hemos echado ...”. Pues así ocurrió con ella. Tuvo que ver asaltado su palacete por el pueblo enfurecido para que no le quedara otro remedio que salir en dirección a Suiza. A pesar de ello intentó volver sin conseguirlo.

–¿De no haber abdicado, el Rey habría caído de todas formas?

–Es verdad que el año 1848 fue muy convulso en toda Europa pero el rey Luis I era hombre querido por su gente, la prueba es que abdica pero sigue viviendo en el palacio, paseando por la ciudad, charlando con la gente … como había hecho siempre. Hubiera tenido dificultades pero las hubiera podido salvar con una Constitución o algún otro enjuague de este tipo, como hicieron el rey de Prusia o el de Sajonia o el de Württemberg.

–Luis era un amante del arte, admirador de Goethe… ¿Un monarca culto?

–Luis fue poeta y no malo. Rindió culto personalmente a Goethe por supuesto pero es que Luis leía en español a Cervantes. Todas las grandes obras de arte que hoy visita cualquier turista cuando viaja a Munich se deben a Luis I. Las pinacotecas fueron su obsesión. Pero también salvar una pequeña iglesia o, incluso, un árbol.

–¿Cómo influyó Napoleón en la personalidad del Rey?

–A Napoleón lo odió con toda su intensidad, lo que venía del reinado de su padre y del ministerio Montgelas que yo he estudiado en mi obra reciente “Gracia y desgracia del Sacro Imperio Romano Germánico. Montgelas: el liberalismo incipiente”. Napoleón convierte a Baviera en Reino pero al mismo tiempo le exige muchos esfuerzos y la humillación de tener que pertenecer a la Federación del Rín que suponía la pérdida de autonomía de muchos espacios del Sacro Imperio y su práctica abolición. Luis I respetó a su padre pero siempre estuvo en contra de su política profrancesa, por eso conspira para forzar la caída de Montgelas, lo que logra.

–¿El sexo fue decisivo en el enamoramiento del monarca?

–Sí, a pesar de que no parece que Luis tuviera acceso frecuente a la cama de Lola. Pero hay que reconocer que la historia tiene algunos límites y uno de ellos es el de poder contabilizar coitos concretos.

–¿Lola era una gran manipuladora? ¿Llegó a amar realmente al Rey?

–A su modo es probable que sí. Lo que pasa es que ella tenía un concepto del amor y de las relaciones sexuales que no eran muy ortodoxas. Ella era consciente de la superioridad que los hombres ejercían y se rebelaba, deseaba ser ella la mandona. Y por supuesto que lo conseguía.

–¿Luis logró ser, finalmente, un hombre libre?

–Hay un momento en que se da cuenta de que Lola ya le ha mentido demasiado y en efecto se libera de ella. ¿Del todo? Todavía muchos años después, en París, en un banquete, musita de forma audible “por una española perdí yo el trono”.

–¿Habría tenido éxito una mujer como Lola Montes en la actualidad?

–Es que Lolas Montes, de mayor o menor influencia, siguen existiendo. Animo a jóvenes escritores a que busquen y traben relatos como el mío.