Daniel López es astrofotógrafo y sus imágenes del cielo son reconocidas a nivel mundial. La NASA se ha hecho eco de su trabajo y ha publicado más de treinta fotografías suyas. Otras publicaciones como ‘National Geographic’ o ‘Quo’ y revistas especializadas en astronomía también han difundido su trabajo. Trabaja en proyectos como Teide Laboratorio de Nubes, con la AEMET y el Teleférico del Teide, además de con el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) captando imágenes para divulgación. Recientemente publicó la colección ‘Cosmoislas’, una fusión de los paisajes terrestres y estelares de Canarias.

Su pasión es el cielo y las estrellas, es decir, que siente atracción por la inmensidad. Esa es su receta para conseguir la fotografía perfecta y llegar a llamar la atención de la NASA en más de 30 ocasiones. Este ingeniero ha logrado escalar en el mundo de la fotografía astronómica hasta ser reconocido en todo el mundo.

Daniel López nació en Paterna del Campo, un publecillo de Huelva, hace 44 años. Dando sus primeros pasos por la vida se dio cuenta de que la Tierra se le quedaba pequeña y quería explorar el universo. “A los ocho años mi padre me llevaba a ver las lluvias de estrellas, me encantaba”, recuerda. Por ese entonces se tenía que limitar a ver hasta donde le alcanzaba la vista, hasta que, con catorce años tuvo su primer telescopio “bueno”. En ese momento, con la curiosidad de un adolescente que le queda todo por aprender, empezó a investigar y a informarse sobre astronomía. Sin embargo, lo que veía a través de su telescopio, no se correspondía con las imágenes de coloridas nebulosas que encontraba en los libros. “Desde mi telescopio se veían pequeñas y en blanco y negro, no entendía por qué y empecé a documentarme, antes era más difícil, no tenía un Google que me lo dijese todo”. Así descubrió que tenía que conectar una cámara al telescopio para poder captar los colores que de otra forma eran imposibles de ver. Con su telescopio “bueno” de aficionado, unas cámaras Minolta y unos teleobjetivos que su padre, aficionado a la fotografía de naturaleza, desechó, Daniel se inició en el mundo de la fotografía astronómica.

El cazador de estrellas

Tanta atracción por el cielo solo podía desembocar en la carrera de astrofísica. La empezó a cursar, pero la abandonó antes de terminar el curso porque se dio cuenta de que lo que le gustaba eran “los cacharritos”. “La astrofísica era muy teórica y a mí me gustaba la parte técnica”, así que decidió probar con una ingeniería. Estudió entre Huelva y Sevilla sin abandonar su pasión por la fotografía astronómica y llenándose de conocimientos que aplicar para mejorar sus imágenes. La ingeniería le permitió construir sus propios instrumentos como un slide (artilugio para mover la cámara horizontalmente) y grúas para realizar timelapses. “Antes no había slide motorizados y los que había, tenía que comprarlos en Estados Unidos por cuatro mil o cinco mil euros, así que empecé a motorizarlos yo mismo”, explica López.

El astrofotógrafo onubense llegó a Canarias por casualidad, pero nunca más se fue. Uno de los mejores cielos del mundo lo cautivó y hoy en día se refiere a las Islas como su hogar, “yo no nací aquí, pero llevo tantos años que siento como si lo fuera”. Poco después de terminar la universidad, mientras trabajaba como ingeniero en Sevilla, solicitó una plaza de becario como Técnico de Observaciones Telescópicas en el Observatorio del Teide, “no tenía ninguna esperanza, porque no tenía conocimientos astronómicos”. Pero lo cogieron, un contrato de dos años le permitió captar sus primeras imágenes con grandes telescopios y empezó a formar parte del grupo de astrofotografía del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). “En esos años saqué muchas fotos, empecé a darme a conocer y publiqué en National Geographic”.

La finalización del contrato lo colocó en una encrucijada, “tenía que decidir si volver y trabajar de nuevo como ingeniero o dedicarme a esto, que me encantaba”. Se decidió por la opción más arriesgada, “pero tenía el aval de las publicaciones en las revistas y me conocían en el Observatorio del Teide, que no tenían a nadie que sacara fotografías para la divulgación, y también tenía contactos en el Instituto de Astrofísica”.

En 2009, Daniel López se dio de alta como autónomo para dedicarse a la fotografía. “Al final decidí dedicarme a algo tan difícil, y que en ese tiempo casi ni existía, que era ser astrofotógrafo profesional”. Desde entonces ha trabajado en lugares como el Observatorio del Teide, el IAC, diferentes cabildos o la AEMET.

El cazador de estrellas

En busca de la imagen perfecta

Cada trabajo requiere unos materiales específicos y una duración determinada. “Varía mucho el tiempo que se tarda en hacer una fotografía del cielo dependiendo de lo que quieras captar”, explica, “por ejemplo, las que saco para el Observatorio pueden requerir una semana, lo que equivale a una exposición de cuarenta horas”. El problema es que los objetos nunca están estáticos en el cielo, si se quiere captar un determinado momento, a lo mejor solo es visible durante cinco horas en una noche, entonces hay que repetir la exposición noche tras noche hasta alcanzar el cúmulo de minutos requerido. “Solo así se consiguen imágenes con esa profundidad y esa cantidad de detalles”, sentencia el fotógrafo.

Con los materiales pasa lo mismo, “yo tengo mis cámaras, mi trípode, mis slides, el equipo que tendría cualquier fotógrafo profesional”, pero a veces hacen falta grandes telescopios, “si ya una cámara profesional no baja de los dos mil o tres mil euros, el precio de un telescopio es incalculable”, en esos casos es la empresa que lo contrata quien dispone los instrumentos. Otras veces es él mismo quien idea las herramientas con sus conocimientos de ingeniería. En el proyecto Teide Laboratorio de Nubes, que realiza en colaboración con AEMET Izaña y Telesférico Pico del Teide, han desarrollado unas carcasas resistentes a las temperaturas extremas de las alturas, para poder instalar cámaras en el Teide, que se pueden controlar remotamente desde casa, para captar los fenómenos atmosféricos que se desarrollan en el Parque Nacional.

Obtener la imagen perfecta no es fácil ni casual, en esta especialidad es un proceso largo, en el que la imagen “se busca”. “Requiere un trabajo de documentación previo, para saber cuándo se darán los fenómenos, en qué lugar y con qué ángulo tengo que sacar la foto. Antes de disparar puedo pasar meses delante del ordenador”, explica el fotógrafo. El porcentaje de fotografías astronómicas que salen bien es de 1 de cada 4, pero hay fenómenos con periodicidad tan amplia que, en ocasiones, es imposible llegar al cuarto intento. El truco está “en tener paciencia y saber estar en el momento justo en el lugar exacto”, con eso y unas nociones básicas de fotografía sobre cómo enfocar las estrellas, el tiempo máximo de exposición, la apertura y la máxima sensibilidad, se pueden sacar fotografías del cielo nocturno “bastante decentes” con cualquier cámara digital o incluso con móviles de alta tecnología, según explica López.

El cazador de estrellas

El cielo de Canarias se sitúa entre los mejores del planeta junto con el de Chile y Hawai. La altitud de los observatorios del Teide y del Roque de los Muchachos permite que el cielo esté mucho más limpio, “porque te has quitado de encima dos kilómetros y medio de atmósfera” y hay muy poca contaminación lumínica, “la que pueda llegar la bloquea el mar de nubes que queda debajo”. Además, “en La Palma existe algo único en el mundo, una ley anticontaminación lumínica”. Los vientos alisios también hacen su parte porque “al ser tan suaves y laminados hacen que la atmósfera sea mucho más estable”. Todas estas condiciones permiten que Canarias pueda presumir de tener un cielo “tan especial”.

La belleza del firmamento canario ha quedado plasmada en la exposición Cosmoislas, un conjunto de 31 imágenes astronómicas fusionadas con loso paisajes más característicos de las Islas. “Podemos ver lugares increíbles, como el Teide o la Sabina centenaria, que solemos apreciar de día. Si lo unimos a la noche, con el cielo que tenemos, el resultado es maravilloso”, aclara. Además, la exposición tiene un componente didáctico en el que se explican conceptos de astronomía.

Las imágenes del astrofotógrafo intentan que la persona se sitúe en el lugar, para que pueda disfrutar de los escenarios del Archipiélago. En ocasiones, López aparece en sus propias fotografías para que las personas que lo vean se trasladen a al lugar en él estuvo. “Lo hago para que la persona pueda apreciar los paisajes increíbles y diversos de las Islas y su cielo único, las personas que vivimos aquí lo vemos como algo normal”.

Además de Canarias, López ha fotografiado China, sus cielos y eclipses, Rusia y auroras boreales en Islandia. Aunque su “asignatura pendiente” sigue siendo Chile, a donde quiere viajar para poder fotografiar el hemisferio sur. Actualmente, López trabaja en el proyecto Teide Laboratorio de Nubes, junto con AEMET Izaña y Telesférico Pico del Teide y capta imágenes divulgativas para el IAC. Después de que NASA haya publicado más de treinta de sus imágenes. El objetivo del fotógrafo es mantener el nivel que ha logrado alcanzar. “Cuando NASA te publica una foto ya no hay nada más arriba, no existe nada por encima de NASA, la repercusión de que te publique es increíble”, pero el cielo es tan inmenso que siempre quedarán cosas nuevas por descubrir y fotografiar.