A la dos de la tarde de ayer se confirmó la sospecha de su hija, la cantante lírica Sislena Caparrosa, ganadora en 2013 de ‘Tú sí que vales’, de Telecinco. El jueves de la semana pasada recibió el último mensaje de su padre. El silencio que se impuso en esa comunicación diaria le hizo temer lo peor. Ayer, aprovechando que descansaba en su trabajo, acudió a casa de su progenitor, a quien encontró sin vida en su vivienda en el barrio de Fátima, en Santa Cruz.

Nilo Caparrosa, el trompetista que durante casi una década animó los paseos de miles de transeúntes por la calle del Castillo, en Santa Cruz –en donde estaba domiciliado frente a los antiguos Almacenes El Globo–, cuando no se iba con su música a La Laguna, en Herradores, dejó sin su banda sonora a Santa Cruz, tal vez en la primera oportunidad que desafinó. Y es que su silencio desde el pasado jueves pesó como una loza que dejó huérfana de su swing a la capital tinerfeña, por la que siempre transitó con su trompeta, que parecía la extensión de sus manos.

Para las nuevas generaciones, Nilo era el padre de Sislena Caparrosa, la joven que con solo 15 años cautivó a la millones de telespectadores que siguieron Tú sí que vales, el programa de televisión donde la adolescente se impuso con la interpretación del Nessun dorma, de la ópera Turandor de Puccini, hasta dejar atónito al mismísimo Risto Mejide, que se rindió a su voz en el año 2013.

Fue precisamente Sislena quien, acostumbrada a recibir a diario los mensajes por whatsapp de su padre, ya estaba preocupada porque desde el último jueves no había tenido señales de vida de su progenitor, en los que siempre les reiteraba que se cuidara de lo malo ajeno y la animaba a continuar con la música para cumplir su sueño: viajar a Estados Unidos para verla triunfar en aquellos escenarios. Meses atrás, Nilo estaba contento porque le había llegado aprobada una ayuda económica mensual y en lo que primero pensó fue en mandar un dinerito a su madre, que reside en República Dominica. Ya que no tenía intenciones de trasladarse al país en el que nació en 1957, aspiraba a enviarle un poco de dinero para aliviar la situación económica de su progenitora en los últimos años. Curiosamente, con los primeros ingresos de esa prestación contrató hace dos meses el seguro de deceso del que tuvo que echar mano precisamente ayer su hija, Sislena.

El jueves recibió el último mensaje, y como siempre le repetía la misma cantinela, no le respondió. Pasó el viernes, el sábado, el domingo... Y Sislena no lograba conectar con su padre, lo que sembró la sospecha. Ayer, miércoles, aprovechando que no trabajaba, le había advertido a su madre, Angelines Castro, con la que vive en Arafo, que iría a la casa de su padre si no tenía noticias. Y así lo hizo. A primera hora tocó en el piso de su padre, en la calle Poeta Amador, y escuchó un silencio que se le clavó en el alma. Acompañada de su madre y alguna amiga, solicitaron la ayuda de la Policía y los bomberos que, tras advertir de sus peores sospechas, entraron al interior de la vivienda, donde encontraron el cuerpo sin vida de Nilo en el cuarto de baño, A partir de ahí se activó el protocolo para proceder al levantamiento del cadáver a la espera de que se le realice una primera prueba de Covid y, en caso de ser negativa, someterlo a la autopsia que permita esclarecer los motivos del fatal desenlace.

Se apagó así la banda sonora de la calle del Castillo que tuvo como protagonist a Nilo Caparrosa casi en la última década. Aunque nacido en Santo Domingo en 1957, decidió buscar las Américas de la música en 1987, y se trasladó hasta Madrid como intérprete de la banda de Juan Luis Guerra. Dejaba atrás su país natal, y a sus padres, agricultores; él, uno de doce hermanos, decidió entregarse a su pasión: la música, “y es que todos los que nacen en República Dominicana la llevan en la sangre”.

Nilo tenía seis hijos. Cuatro de una primera relación en Santo Domingo. El mayor, trompetista como su padre; el tercero, conguero.

Angelines Castro recuerda cuando conoció a quien fue el padre de sus dos hijos, Israel y Sislena. “Fue en el Carnaval de King Kong”. Se refiere así a las carnestolendas que se celebraron en la plaza de España en 1988. “Lo vi tocar en el escenario y dije: de aquí no me muevo, hasta que acabamos bailando sabroso, con el ritmo característico de Santo Domingo”. La verdad es que la noticia “me ha sentado como un golpe en el ojo”, se lamentaba, más allá de la separación matrimonial, porque por encima de todo siempre mantuvieron una buena relación de la mano de sus hijos.

Tras desembarcar en Tenerife con la orquesta de Orquídea Robison, Nilo puso en marcha proyectos musicales con DominicanCanarias, de la que a posteriori nació Maquinaria. Falo Rodríguez, uno de los alma mater de la Orquesta Maracaibo, recuerda que lo conoció en Fuerteventura. Allí comenzó su aventura musical con esta formación coincidiendo con la época de oro de los colectivos musicales de Canarias que incluso llevó a la Maracaibo a actuar hasta en la Expo 92, en Sevilla, o en los premios Ondas. “Pasábamos más tiempo de turné que con nuestras familias”, recuerda Falo. “Compartíamos cinco o seis horas en los desplazamientos, luego la tocata... Era un buen músico y muy alegre como persona”. Cuando empezó a menguar el esplendor de las orquestas canarias, y las giras de más de cuarenta días por la Península, Nilo compaginó su trabajo de electricista en una empresa en el sur de la Isla con orquestas como Malayca, de Ismael del Rosario, quien ayer no salía de su asombro por el desenlace. “Tenía una enorme confianza y nos encantaba hablar de música; era una persona muy vital; Nilo era un toro”.

Juanjo Monzón, músico y presidente de la comparsa madre del Carnaval de Tenerife, Los Rumberos, también recuerda el paso de Nilo por formaciones musicales como Sensación Latina o Sonora Olympia. “Era el alma mater de la calle del Castillo, se dejaba querer y nunca le escuché ninguna mala palabra”. En uno de los tenderetes, Juanjo Monzón recuerda cuando sonó Brasil y apareció Nilo con su trompeta. “Me río porque estoy feliz de haberlo conocido”, expresó con satisfacción y con el vínculo que mantenía on Angelines, la madre de sus dos hijos nacidos en Tenerife, Israel –de 28 años y que cursa estudios de Derecho– y Sislena, que milita en la comparsa Rumberos desde hace cuatro o cinco años. Nilo y ella siempre mantuvieron una buena relación.

Juanjo Monzón pone en valor la aptitud de Nilo como trompetista. “Era de lo mejorcito y tocó con los grandes que vinieron a los conciertos que se daban por Carnaval en la plaza de toros”. Y, pone de ejemplo cuando se reforzó la orquesta Sensación Latina, con Nilo, para acompañar a Camilo Azuquita, en 1992, o en otra oportunidad con motivo de la visita de Andy Montañez.

“Nilo le daba a la salsa y el merengue pero también le gustaba la música romántica como la bosa nova, y tocaba también canción melódica”, añade Monzón. “Era un músico”, sentencia el presidente de Rumberos.

Ayer, una vez se produjo el levantamiento del cadáver, Sislena, junto a su madre y una amiga, procedió a retirar de su casa las trompetas que no volverán a sentir el swing de Nilo, a la espera de recoger otras pertenencias, entre ellas dos pianos que guardaba, junto a columnas de sonido, en una habitación que tenía alquilada como cuarto trastero.

Cuando el viernes o el sábado culmine la autopsia, Sislena procederá a cumplir la última voluntad de su padre. “Él amaba mucho su país, porque allí tiene a la mayoría de su familia, pero me pidió descansar aquí, en Arafo. Y aquí se quedará a mi vera, como quería”.