El genio inglés Alan Turing llega este fin de semana al Teatro Guimerá de la capital chicharrera con ‘La máquina de Turing’. Daniel Grao y Carlos Serrano protagonizan esta propuesta y, además, el sábado por la mañana se encontrarán con el público para desentrañar algunos de los secretos del espectáculo. 

La increíble inteligencia del inglés Alan Turing llega este fin de semana al Teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife de la mano del actor Daniel Grao (Sabadell, 1976), quien protagoniza, junto a Carlos Serrano, La máquina de Turing. Más de una hora de función sirve para narrar algunos de los episodios más importantes de la vida del hombre que fue capaz de descifrar el código de los nazis y ayudar a terminar con la II Guerra Mundial. Un hombre marcado por su orientación sexual, que terminó siendo condenado por amar a otros hombres. Así fue la vida de Turing que se narra en esta obra que, “pese a su final trágico, es muy divertida”, afirma Daniel Grao, quien añade que la propuesta reúne “momentos delirantes y muy entrañables”.

Tras tantos años silenciado, ¿se hace justicia a la figura de Alan Turing poco a poco con iniciativas como esta obra?

Creo que sí. De hecho, cuando me propusieron este papel, una de las cosas que me empujaron a aceptarlo fue precisamente eso. Conocía al personaje pero fue silenciado durante tanto tiempo que apenas me sonaba que había sido quien había descifrado Enigma, la máquina de los nazis, y que provocó que perdieran la II Guerra Mundial, y que de alguna manera fue el padre de la inteligencia artificial. Eso era lo que me sonaba pero cuando investigué descubrí todo lo que había pasado ese señor y cómo lo habían silenciado y cómo acabaron con él. Lo utilizaron y acabó condenado por su homosexualidad: fue condenado a castración química y acabó suicidándose porque no podía soportarlo más. Como actor me dije que si podía aportar algo para dar a conocer este personaje y poner mi granito de arena para que se conozca un poco más de la vida de este señor que aportó tanto a la sociedad pues tenía que hacerlo.

Alan Turing será recordado por muchas cosas, por descifrar Enigma pero también por ser un miembro importante del colectivo homosexual. ¿Se queda usted con alguna de las facetas del inglés?

Hay algo muy complejo en su personalidad y muy inabarcable. Está su genio, su mente superdotada y su inteligencia y también una torpeza en lo social. Se habla de cierto síndrome de Asperger, tartamudeo y timidez. Además, guardaba muchos secretos, no solo en lo referente a Enigma sino también sobre su propia sexualidad. Toda esa combinación crea un ser muy particular que a veces parece un niño de cinco años y a veces es un gran genio matemático. De todas formas, cada vez que paso en la obra por el momento en el que fue juzgado no dejo de emocionarme. Lo que contamos son datos biográficos y pensar que sabía que se arriesgaba a una condena de cárcel, o castración, por su homosexualidad y en el momento del juicio reconoció que volvería a hacer las cosas que hizo porque no hacía daño a nadie, me parece de una valentía y una coherencia ejemplar. Al final pesó más decir cómo era que a lo que se pudiera arriesgar. Es un momento tan importante que no me extraña que Turing acabara siendo un símbolo de la causa LGTBI, sin él preverlo, simplemente con su forma de vivir y de amar, sin pretender hacer daño a nadie.

Alan Turing era una persona peculiar por su personalidad y por su increíble mente. ¿Cómo se ha enfrentado a la preparación del personaje?

Es un caramelo para mí porque es un personaje muy diferente a todo lo que he hecho y que me invita a hacer una composición física, de movimiento y de voz diferente, y todo eso me tenía asustado al principio. Sin embargo, todo ha fluido de forma natural. Con cualquier personaje yo creo que lo más importante es tener claro la línea de pensamiento, en qué está ocupado y eso ya da pie a todo lo demás. La complejidad con Alan Turing es que era una mente tan privilegiada que iba a mucha velocidad y yo lo trabajo precisamente así. Cuando estoy en escena tengo la mente a mil cosas a la vez, igual que él, que estaba muy por encima de sus compañeros de trabajo y al mismo tiempo tenía que esconder muchas cosas, como su propia sexualidad. Esa mente que va a mil por hora creo que también es lo que desencadena esa dificultad a la hora de expresarse socialmente. Esa timidez también aporta mucho sentido de humor a la obra, sobre todo en la primera mitad, pese al final tan trágico que tiene, este comportamiento singular es muy gracioso.

Aunque está acompañado por Carlos Serrano, el peso de su personaje es el que sustenta toda la obra.

Sí, Alan Turing es el epicentro y en ocasiones es el narrador. Hay un momento al comienzo de la obra en el que no duda que el público está ahí y se dirige a él para explicarles que va a tratar de contar su vida para ver si él mismo se entiende. Alan Turing se va a acordando de diferentes momentos, algunos históricamente importantes y otros más domésticos, que permiten realizar viajes en el tiempo. Cuando elige un momento que debe ser contando, mi compañero Carlos Serrano hace el personaje que haga falta para recrear esa situación. Él interpreta tres personajes: el sargento que primero recibe la denuncia de Alan Turing por un robo y termina investigándolo y descubriendo su homosexualidad; el chapero amante de Turing; y un ajedrecista muy importante de la época que fue una de estas mentes prodigiosas que Wiston Churchill reunió para tratar de descifrar Enigma.

Cuando se estrenó esta obra, el protagonista en aquel momento, Derek Jacobi, temió que tanto hablar de matemáticas pudiera aburrir al público. Ha quedado demostrado que la historia está muy bien contada y que eso no sucede pero ¿a usted le ha supuesto mucha dificultad afrontar un lenguaje tan matemático?

Sí, abruma, sobre todo a mí que no se me dan muy bien las matemáticas, pero en escena parece que las domino. Trato de hacer un símil con lo que me es más cercano. Cuando él está dominando las fórmulas matemáticas en escena yo procuro buscar algo en un lenguaje que domino. Tampoco nos cebamos demasiado en eso porque sería muy complicado para el espectador poder entenderlo. La obra sí incluye una conferencia de Turing sobre si las máquinas pueden llegar a pensar o no y es un fracaso porque él entra en una línea de pensamiento que los demás no son capaces de seguir. Eso ocurría, se habla de que daba conferencias en pantalón de pijama y americana, así que debió de ser alguien peculiar y era tratado como un loco. Sin embargo, él hablaba de la inteligencia artificial que, hoy por hoy, existe, es nuestro presente y nuestro futuro. Pero entre su manera excéntrica y sus formas era tratado como un loco.

Este es un ejemplo claro de los viajes en el tiempo que puede invitar a realizar el teatro para conocer a personajes sumamente interesantes del pasado.

La verdad que sí porque con esta obra entendemos acontecimientos históricos y también podemos conocer a la persona. Hay una mirada muy humanista en esta propuesta porque queremos acercar esa figura histórica y espiar su vida. Más allá de los datos históricos, queremos humanizarlo lo más posible.