El nuevo proyecto creativo de la artista isleña Luna Bengoechea desarrolla una serie de acciones visuales en salinas de distintas islas del Archipiélago para “visibilizar la importancia de apoyar la producción de sal, de manera artesanal y local en Canarias, así como la necesidad de proteger el valor natural e histórico del entorno de las salinas”, en palabras de la artista. Su propuesta fue seleccionada en una convocatoria pública de proyectos para la creación y la investigación artística César Manrique, impulsada por el Gobierno de Canarias, Canarias Cultura en Red y la Fundación César Manrique.

Las intervenciones artísticas de Luna Bengoechea (Las Palmas de Gran Canaria, 1984) son vuelos efímeros, bellos y frágiles como el de las aves migratorias, porque dibuja horizontes posibles en la mirada y regresa siempre a las coordenadas del patrimonio sostenible que enraiza y nutre su trayecto. Su último proyecto de acciones visuales a gran escala siluetea pájaros en distintas salinas de las islas, con la sal marina como único elemento, para visibilizar y apoyar la producción salinera artesanal en Canarias, así como mostrar la incidencia de sus hábitats en la conservación de las aves de paso.

Este llamamiento visual a vista de pájaro se materializa en virtud de la convocatoria de Investigación y Creación Artística César Manrique, donde la artista fue seleccionada junto a otros cuatro proyectos el pasado 2019, y cuya propuesta se inscribe en ese principio manriqueño que fusiona arte, medioambiente, sostenibilidad y paisaje, y que siempre ha vertebrado la obra de Bengoechea, como su intervención con granos de soja y arroz para cuestionar las dinámicas especulativas de la industria alimentaria (Novus Ordo Seclorum, 2017) o los dibujos infantiles con azúcar refinado y colorante que denuncian la manipulación nutricional (Questionable Friends, 2019), entre otros.

En este proyecto, la artista grancanaria explora los espacios, sistemas y condiciones de producción de las salinas, tanto en funcionamiento como en desuso, en las distintas islas del Archipiélago, con el objetivo de “vincular la creación artística con el cuidado del medioambiente y el patrimonio natural de Canarias, que es una de mis líneas fundamentales de trabajo, utilizando materiales naturales que no repercutan en un impacto o huella ecológica”, apunta Bengoechea, quien ya ha llevado a cabo esta serie de acciones visuales en la salina de Las Puntas, en El Hierro; en las salinas de Fuencaliente, en La Palma; y que culminará el próximo marzo con una tercera intervención en una salina de Lanzarote.

Investigación

En cuanto al proceso creativo, la artista explica que “el punto de partida ha sido investigar sobre el mundo de la producción de sal en Canarias, que es un proceso de trabajo artesanal local que se desarrolla en las islas desde hace cientos de años”. “Además, también me interesaba visibilizar la necesidad de proteger la producción de sal marina en las islas, que es un sector bastante deprimido porque no se incluye dentro de las ayudas a la producción alimentaria, sino que se regula como extracción minera, de modo que no existe un apoyo suficiente que proteja este sistema de producción en Canarias hoy en día”, apunta.

En este sentido, la artista señala que “muchas de las salinas de las islas se ven hoy muy mermadas en su capacidad productiva como, por ejemplo, las salinas de Janubio, en Lanzarote, que están funcionando al 10% de su capacidad de producción”. “Y otras, en cambio, están directamente abandonadas, como la salina de Las Puntas, en El Hierro”, añade.

A esta cartografía del espacio y de sus mecanismos de producción se incorpora el análisis crítico del ecosistema de las salinas canarias y su incidencia en el entorno, que constituye un punto de parada migratoria para las aves de paso que Bengoechea ha cristalizado en dibujos de sal. “Las salinas son entornos con unas características muy particulares, que generan una fauna y flora muy específicas que se alimentan y viven en este ecosistema, como estas aves que dependen de estos espacios de paso en sus recorridos”, explica.

En esta línea, sostiene que “las aves son un símbolo de este ecosistema vulnerable que hay que proteger y que he querido representar en estas imágenes como reclamo visual para poder poner el punto de mira en esta realidad”. “La idea de estas acciones visuales es proporcionar una serie de imágenes a vista de pájaro en diferentes islas para obtener una visión aérea tanto del espacio natural como del ave, así que hemos utilizado un dron para grabar todas estas acciones vistas desde el cielo”, declara Bengoechea, quien ha contado en la producción con la colaboración de Marta Torrecilla, Carolina Hernández (Solecker), Yon Bengoechea y Alba González de Molina.

Cada una de estas intervenciones artísticas requiere cientos de kilos de sal marina, en función de las dimensiones de cada localización, para trazar las líneas de distintos tipos de aves directamente en el espacio salino y conformar una composición fugaz donde dialogan el paisaje, la sal y el vuelo de las aves. En concreto, para la intervención artística en la salina de Las Puntas se utilizaron 250 kilos de sal para dibujar un Archibebe común (Tringa totanus), una de las aves migratorias que dependen de las salinas para alimentarse durante sus periodos migratorios y que pasan de forma periódica por Canarias. “Este ave está afectado por la pérdida de hábitat, por lo que se trata de una especie en declive”, apunta la artista, que llevó a cabo el proceso de investigación en la isla meridional en el marco de la residencia artística de Episodio, dentro de la Plataforma de Lava Circular coordinada por Ampi Aristu y Octavio Barrera.

Por su parte, para la intervención en las salinas de Fuencaliente se emplearon 500 kilos de sal, toda vez que, en ambos casos, no se incorporó ningún color más allá de los matices naturales que resultaron del contraste entre “el blanco de la sal y las distintas tonalidades de la tierra”. En esta línea, una de las claves de las acciones, así como del conjunto de la obra de Luna Bengoechea, radica en “generar residuos cero” y “trabajar con materia orgánica y materiales locales, aunque me tenga que buscar la vida para cada pieza o acción”, señala la artista.

Con todo, la última parada de este viaje al centro de las salinas isleñas culmina el próximo marzo en Lanzarote, la isla volcánica embellecida por la impronta de César Manrique, cuyo legado artístico inspira esta convocatoria y también el universo propio de Bengoechea. “Yo me siento muy identificada con la labor que desempeñó César Manrique”, afirma la artista, “creo que su legado está muy relacionado con los valores que fundamentan mi trabajo y para mí ha sido, sin duda, un referente”.

Y aunque Lanzarote constituye el destino más poético para redondear esta aventura, la artista no pone punto final a sus intervenciones en las salinas, por lo que el vuelo continúa en el futuro como los caminos de regreso de las aves de paso. “Este es mi primer acercamiento a esta idea de intervenir artísticamente en las salinas pero, para mí, es un proyecto abierto. De momento, la financiación que me proporciona la beca concluye aquí, pero mi idea es intervenir en una salina de cada isla, salvo en La Gomera, donde no ha habido tradición de explotación salinera, porque mi compromiso es visibilizar la necesidad de proteger el valor natural e histórico del entorno de las salinas en todo el Archipiélago”, concluye.

En la imagen superior, la artista Luna Bengoechea en pleno proceso creativo en la salina de Las Puntas, en la isla de El Hierro, donde utilizó 250 kilos de sal marina. En la imagen inferior, una imagen general del equipo de trabajo durante el desarrollo de la intervención.