Reconoce Plácido Domingo en el día en que cumple 80 años que lloró de emoción con el primer aplauso que recibió del público después del escándalo por acoso sexual que desde hace meses lo mantiene fuera, entre otros, de los escenarios españoles, aunque él sueñe con volver a ellos, especialmente a su ciudad natal, "en un futuro no muy lejano".

Poco podía imaginar que tras más de medio siglo como una de las grandes voces de la ópera mundial, el tramo final de su relato vital le vería pasar de héroe a villano a raíz de las acusaciones de casi una veintena de mujeres que habían trabajado con él en EE.UU. en los años 90 y denunciaban haber sufrido el acoso del tenor y exdirector de la Ópera de Los Ángeles.

Domingo respondió que para él todas esas relaciones habían sido "bienvenidas y consensuadas", pero terminó dimitiendo de su cargo en la ópera angelina mientras sufría una oleada de cancelaciones de sus actuaciones, sobre todo en EE.UU., pero también en Madrid a instancias del Gobierno español. Tiempo después, llegó un comunicado en el que decía lamentar el "dolor causado" y en el que aceptaba su responsabilidad.

"No fue un mea culpa, aunque pareciera que sí", matizó el pasado mes de septiembre en la televisión pública española, en una intervención en la que condenó "el abuso en cualquier situación, lugar y época". "Pueden decir lo que quieran, pero yo jamás le he faltado el respeto a ninguna mujer", insistió.

Ante su entrevista vía correo electrónico con Efe mientras ensaya en Viena, donde mañana viernes participará en la ópera "Nabucco", su equipo se encarga de subrayar antes de nada que tras las declaraciones vertidas en estos meses consideran el de las acusaciones "un capítulo ya superado".

La Ópera de Washington donde Domingo fue director general entre 1996 y 2011 no consideró necesaria ninguna investigación.

El Sindicato Americano de los Artistas (AGMA) y la Ópera de Los Angeles sí emprendieron pesquisas internas con la colaboración del artista y su conclusión fue que había "tenido un comportamiento inapropiado" en el primer caso y, en el segundo, que las acusaciones eran "creíbles", "en parte debido a las similitudes en sus procedimientos".

"Plácido Domingo nunca ha sido investigado o juzgado por ningún tribunal u otro órgano de investigación institucional por ningún cargo", subraya el equipo de este artista que desea seguir sobre las tablas de los teatros líricos y que para 2021 tiene una agenda llena de compromisos en ciudades como Moscú, París, Lucerna (Suiza), Colonia (Alemania) o Verona (Italia).

Con más de 151 papeles interpretados, sorprende su deseo de continuar pese a la polémica. La explicación, apunta a Efe, es su "enorme pasión por la música y por el escenario", también "que la adrenalina allí es quizás adictiva" y que "el aplauso y el cariño del público son de incomparable emoción y satisfacción".

Recuerda bien lo nervioso que se sintió la primera vez que se presentó ante el Festival de Salzburgo nada más desatarse el escándalo.

"Temía que se hubieran dejado llevar por todo lo que la prensa seguía escribiendo sobre mí. En cambio, era como si hubieran sentido cuánto me estaba costando emocionalmente ese regreso, así que antes de que abriera la boca, me saludaron con un aplauso que me envolvió como un abrazo. De todos los aplausos que recibí, ese fue extraordinariamente único y me hizo llorar", afirma.

Meses después de las conclusiones del informe de AGMA y de la asunción de responsabilidad por parte de Plácido Domingo, el INAEM canceló en 2020 sus actuaciones en el Teatro de la Zarzuela a instancias del ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes.

"Ciertamente me hizo sufrir, sobre todo porque la decisión de las instituciones fue inmediata, sin posibilidad de respuesta. Pero espero que un diálogo pueda abrir el camino a la aclaración de cualquier malentendido", afirma sobre las cancelaciones sufridas.

También el Teatro Real anunció la suspensión de sus representaciones de "La Traviata" tras un comunicado previo en el que Domingo se retiraba de aquellos teatros y compañías que tuvieran dificultades para llevar a cabo esos compromisos. A día de hoy, no obstante, manifiesta su "deseo de todo corazón" de volver a actuar en España, especialmente en su ciudad natal.

"En el Teatro de la Zarzuela hice mi debut en Madrid en 1971. El Real se ha convertido en un templo operístico de talla internacional y estoy orgulloso de haber sido parte de su crecimiento y desarrollo. También echo de menos al público de Madrid, que es maravilloso y creo haber forjado con él una relación preciosa durante 50 años. Sigo recibiendo centenares de mensajes cariñosísimos y espero volver en un futuro no muy lejano", confiesa.

En el que ha sido probablemente uno de los años más difíciles de su vida, no faltó un positivo por covid-19 el pasado mes de marzo.

"Tuve mucho miedo en cuanto me enteré del resultado positivo, tanto por mi salud como por mi voz. Habíamos solo leído y oído historias devastadoras y no sabía qué pensar. Lo peor para mí fue la soledad del confinamiento. Afortunadamente, fui tratado rápida y eficazmente a larga distancia por mi doctora y, gracias a Dios, ni mis pulmones ni mi voz se resintieron", indica.

Entre sus propósitos de futuro, señala su deseo de embarcarse en "un par de personajes de Verdi" y algunas zarzuelas "profundamente" ligadas a sus raíces, especialmente a las de su madre. Se mantiene, sin embargo, renuente a aceptar papeles de villanos.

"Sin duda existen villanos con exigencias interpretativas y vocales extraordinarios, pero encarnar a Scarpia o a Iago sería una traición a Mario Cavaradossi y a Otello, que han significado tanto para mí. De todas formas, las complejidades y rasgos villanescos de Nabucco y de Macbeth me han permitido adentrarme en esas facetas de un rey tirano al borde de la locura y un general ambicioso, obsesionado por el trono hasta el asesinato", justifica.

Afirma que cada función que hace ahora la considera "un bello regalo" y que "mientras el cuerpo aguante y la voz lo permita", seguirá cantando "donde pueda", hasta el que de verdad sea su concierto final.

"Cuando ese día me llegue, al término de una representación, diré: 'Esta ha sido mi última función'. Después, y como de costumbre, iremos a cenar en familia y con amigos y lo celebraremos", aventura, antes de precisar que aun cuando se retire del escenario, nunca podrá dejar la música.