Su decisión de cerrar ciclo con el señero grupo folclórico, después de quince años de estrecha y fructífera relación, le ha dolido en el alma, aunque no cierra las puertas a un reencuentro y a retomar así esa común historia. Entre sus dedos se mueven afinados proyectos, a los compases del timple y desde variados registros, como pieza de museo en Teguise o bien como instrumento compañero de emociones. El futuro le suena a mucho trabajo por hacer.

Con el pelete que hace, va usted y decide quitarse la manta esperancera...

(Pausa desde el otro lado del teléfono). No tengo demasiadas ganas de ahondar sobre mi salida de Los Sabandeños. Es una decisión que sinceramente me ha dolido en el alma... Por mi parte, considero que esa página ya está pasada.

Entonces, ¿se puede decir aquello de que Benito Cabrera se va con la música a otra parte?

(Ríe). Tampoco debe entenderse como un adiós o un hasta nunca. Necesitaba un nuevo espacio, retomar proyectos y ese fue el acuerdo tras quince años como integrante del grupo. Acaso más adelante podríamos retomar nuestra común historia. Pero en ningún caso mi salida ha significado un portazo.

Le sucede como a Rafael Arozarena, al que siempre se identifica con Mararía, obviando una obra como Cerveza de grano rojo o su producción poética.

Recuerdo cuando decía que para él eso representaba un lastre y no perdía ocasión para insistir en que Cerveza de grano rojo era su mejor novela.

Imagino que usted es mucho más que Una sobre el mismo mar o Nube de hielo...

Quiero creer que sí.

¿El timple debe considerarse una pieza de museo?

Bueno, es una pieza de museo y también una pieza de trabajo, ambas cosas, y en el museo del timple así lo hemos demostrado.

¿El proyecto museístico de Teguise está bien amplificado?

Después de ocho años, y poquito a poco, se ha ido consolidando como un proyecto de alcance, al menos en Lanzarote, donde todo el mundo conoce su existencia.

¡Pero fuerte año raro, oiga!

Antes de la pandemia estábamos en una media de 10.000 a 11,000 visitas al año, que no está nada mal, y no hemos parado de realizar actividades, con la difusión de todo tipo de músicas y contando con la presencia de cantantes e intérpretes de diferentes géneros. Hay que seguir trabajando para que se conozca. Y para rarezas, dadas las limitaciones de programación de lo que llamé los microdocus, documentos sonoros donde explico el parentesco del timple con el tiple colombiano o el cuatro venezolano, y la verdad es que ha tenido gran eco, difundiéndose por México, Colombia, Argentina.... Dentro de lo malo que trajo 2020 se nos abrió una vía para dar a conocer este proyecto en las redes.

El timple, ¿de cuatro cuerdas, como lo tocaba su padre, o bien de cinco?

De cuatro y de cinco, este con más posibilidades sonoras, porque si encima que ya son pocas le quitamos una... Pero no se debe renunciar a esa tradición de cuatro cuerdas que se da sobre todo en islas como Tenerife y La Palma.

¿Y cómo suena mejor, parrandero o vestido de frac?

¿Y por qué elegir entre una de las dos de forma excluyente?

Entiende entonces que son punteos complementarios.

Claro que sí, y el mejor ejemplo está en la guitarra, que puede ser un acompañamiento para rock, pop, reggae o folclore.

¿Aún existe debate entre los puristas del folclore y quienes han decidido abrir puertas a la fusión de estilos?

Cada vez menos. Cuando empecé ya nos abrirnos a múltiples repertorios, como fue el caso de José Antonio Ramos y el jazz o yo con una banda detrás, bajo eléctrico y batería, y los hubo que se rasgaron las vestiduras, pero ya se ve con más naturalidad que el timple navegue por mares diversos. Además, aquello representó un estímulo para que los chinijos se acercaran a este instrumento. De hecho, ahora contamos con un montón de timplistas, desde los intérpretes más tradicionales hasta quienes exploran otras posibilidades. Considero que esa discusión se apagó por sí misma porque el timple, afortunadamente, ha seguido creciendo.

¿Está bien instalada la docencia en los currículos?

Se han hecho esfuerzos importantes para su implementación. Existe un proyecto muy bonito de inclusión del timple en los colegios y el hecho de que esté presente en los conservatorios de música es una gran noticia. Pero hay que seguir trabajando para generar literatura timplística, que es lo que falta.

¿Se considera un maestro, referente de otras generaciones?

Siento orgullo al ver cómo mis alumnos han seguido trabajando y con el tiempo han creado su propio alumnado. Pero más que maestro soy un trabajador de la cultura.

¿A qué suena el futuro?

A mucho trabajo. Debería sonar a expandir el timple.