Juan Ignacio Delgado (Granadilla de Abona, 1973), conocido como Ignatius Farray, inaugura hoy la temporada del Teatro de El Sauzal tras dos años sin actuar en su tierra. Pondrá sobre las tablas ‘La comedia salvó mi vida’ con todas las entradas vendidas, una propuesta a la que a él no le gusta llamar “monólogo” porque “es una palabra muy teatral”. En mitad de un año de crisis, triunfa con su libro ‘Vive como un mendigo, baila como un rey’. 

Tiene la oportunidad de inaugurar la temporada del Teatro El Sauzal con La comedia salvó mi vida y llega después de varios años sin actuar en Tenerife y en mitad de una situación muy especial. ¿Está nervioso?

Fue hace dos años la última vez que actué en Tenerife, en el Teatro Leal de La Laguna. La verdad es que me siento muy querido por los canarios, que siempre me tratan de manera cariñosa. También estoy orgulloso de mi gente y del buen gusto que tienen, aunque se conforman con cualquiera, porque yo no soy un cómico muy bueno así que, con que venga a actuar cada dos años, está bien.

Inaugurar cualquier temporada debe ser un regalo en esta época en la que tantos problemas hay para que abran sus puertas los espacios culturales.

Es un estímulo porque la gente viene a vernos de una manera especial, tengo mucha suerte. La gente siempre ha venido con ganas al teatro pero ahora especialmente. A los cinco minutos de la actuación yo ya no me acuerdo de que el público lleva mascarilla y me gusta que la gente participe y se sueltan bastante. Podría pensarse que son espectáculos fríos por el distanciamiento o el control de aforo pero es todo lo contrario, son muy sentimentales porque la gente viene con ganas de divertirse y con ganas de hacer algo que ahora mismo no es tan normal.

El Covid, la vacuna, Filomena, el asalto al Capitolio y en Canarias hasta un accidente con un barco, ¿2021 se lo está poniendo fácil a los humoristas?

Bueno, después de todo lo que ha ocurrido, con el periodo de vacunación que ha comenzado, la gente comienza a tener esperanza y empezamos a ver la luz al final del túnel y, cómicamente, eso lo veo un desastre. ¿De qué vamos a hablar ahora? Ahora nos enfrentamos a un abismo lleno de vacío y oscuridad y ahora viene lo difícil. Soy una persona a la que la normalidad le cuesta y me desubica mucho. Socialmente soy bastante torpe pero cuando las cosas están al límite me vengo arriba. Todo lo que ha sucedido, con lo grave que ha sido y será, lo veo como un estímulo.

¿Cómo ha cambiado este virus su forma de hacer humor?

Este año ha sido especial y todos lo vamos a recordar como algo muy especial pero si miramos el panorama actual, y no solo este año, está siendo una pequeña Edad de Oro para la comedia. Nunca ha habido mejor comedia en España, ni siquiera en los años 80, cuando aparecieron grandes referentes para nosotros. Pero el boom llegó en la década de los 2000 y esa historia tendrá que contarse algún día. Es inevitable que haya de todo. Hay cómicos muy mediocres y otros brillantes que marcaran una época, y la sensación que tenemos es de estar orgullosos de haber compartido este viaje generacional porque hay gente que actuábamos en sótanos y que ahora mismo estamos en la primera línea de la trinchera del espectáculo.

Usted y sus compañeros del programa La vida moderna han hecho de todo para que el programa no parara durante los meses de confinamiento.

No quiero ser presuntuoso porque solo hemos hecho lo que hemos podido. Yo no tengo un método para luchar por la cultura ni soy tan idealista. Mi humor se basa en mis carencias y la sensación que he tenido durante años es de haber estado nadando y tratando de mantenerme a flote, solo con la cabeza fuera del agua. Uno lo hace lo mejor que puede y lo bueno es que la gente me ha dado la oportunidad de comportarme de esa manera. Es algo antropológico porque desde el inicio de los tiempos hay una persona que se pone en el centro a hablar mientras que el resto de personas la escuchan en la penumbra y ahí sucede algo mágico. Toda esa gente te otorga el poder de comportarte como tú quieras, de una manera irresponsable incluso.

Llega al Teatro de El Sauzal con La comedia salvó su vida. ¿Es una declaración de intenciones: la comedia no solo salva la vida del humorista sino también la del público?

La comedia se nos va de las manos. La comedia es un mono con una pistola en la mano disparando en muchas direcciones. La comedia puede otorgarte inspiración, un nuevo punto de vista sobre las cosas pero también puede estar al servicio del sistema, desde que el circo romano estuvo a disposición del gobierno. Pero uno sería presuntuoso si pretendiera emplear la comedia como una herramienta o para lograr un objetivo porque la comedia debe estar más allá del bien y del mal. Actualmente hay una crisis social fuerte y la comedia sirve para entretenernos de una manera idiota en vez de empezar a hacer cosas y cambiar el mundo.

Vive como un mendigo, baila como un rey es su primera incursión en el mundo de la literatura y el libro está siendo un éxito rotundo. ¿Se plantea repetir la experiencia?

Editorial Planeta me lo propuso porque, aunque no era una idea mía, siempre había fantaseado con escribir un libro. Me plantearon hacer un libro de memorias desde mi infancia en Granadilla hasta la actualidad. Editorialmente es un libro muy bonito pero yo le recomiendo a la gente que no lo lea. Las páginas son muy maleables, tiene muchos dibujitos, muchos colores, y como objeto es muy bonito pero luego la gente que lo use para calzar una mesa. Me sirvió porque escribir es poner en orden tu vida; yo soy un desastre y tener que sentarme para pensar cómo sucedieron las cosas me ha servido mucho.

Tanto ese libro como el monólogo con el que llega a Tenerife son en parte autobiografías. ¿Es más fácil hablar, y reírse, de uno mismo?

Cuando se pusieron de moda los monólogos en el año 2000 en España fue gracias al Club de la comedia, que tenía un estilo de humor muy determinado porque era gente que hacía observaciones. El humor es un árbol que tiene muchas ramas y el observacional es solo uno de ellos. Aquí ocurrió una cosa muy diferente a la que sucedió en el resto de países, donde los monólogos comenzaron de una manera alternativa y personal. Pero ahora hay cómicos en España extraordinarios y me da pena que no sean más conocidos porque hacen cosas personales y extraordinarias.

Tendría que haber actuado con su grupo Petróleo en el Phe Festival de este año, imagino que las circunstancias no permitieron finalmente que se subiera al escenario.

Fue una pena porque teníamos muchas ganas de actuar. Además, en esa época estábamos muy en forma. Me gustaría poder venir en breve con ellos. Nosotros en broma decimos que hacemos postpunk cristiano aunque yo no tengo ninguna formación musical, soy el que escribe las letras. Los músicos que me acompañan sí tiene una larga trayectoria larga y son muy buenos. La gente piensa que somos un grupo de broma y cuando nos escuchan se dan cuenta de que suena de puta madre, no por mí sino por el resto del grupo.