Carnaval

“El carnaval romano no es una fiesta que se concede al pueblo, sino es el pueblo el que se la concede a sí mismo” Goethe. 1788

Todavía subsiste el término pantagruélico. Como adjetivo califica un festín, una comida o un banquete. Copioso, excesivo pero no extraño a lo grotesco si se relaciona con lo carnavalesco pletórico de risotadas, de exabruptos que confinan con lo de abajo.

Deriva de Pantagruel, hijo del gigante Gargantúa, personajes de los que Rabelais narró sus aventuras elevando a alta literatura las fuentes populares -“de la boca de la gente común y los bufones” (Michelet)- e inaugurando la cima de la descripción de la milenaria cultura cómica popular.

Mijail Bajtín, que consideró que Don Quijote era la gran novela del periodo moderno debido a su polifonía (las distintas voces que se expresan en el texto: autor, narrador, enunciador…) y a su riqueza de géneros intercalados, sostuvo que estaba organizada, la novela, como un acto carnavalesco complejo. “La profundidad y la lógica del realismo de Cervantes, son determinados por la inspiración puramente carnavalesca de los cambios y renovación” (Bajtin).

En su imprescindible libro sobre Rabelais y la cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento, Bajtin muestra y demuestra cómo el carnaval se caracteriza por la lógica de las cosas “al revés” y “contradictorias” de las permutaciones constantes de lo alto y lo bajo.

Para el realismo grotesco lo “alto” y lo “bajo” poseen un sentido topográfico; en su aspecto cósmico, lo “alto” es el cielo; lo “bajo” es la tierra. En su faz corporal, lo “alto” está representada por el rostro (la cabeza) y lo “bajo” por los órganos genitales, el vientre, el culo. Grotesco: la vejez está encinta, la muerte está embarazada.

El carnaval ignora toda distinción entre actores y espectadores. Los bufones y payasos no eran actores y el bufón por mor de la permutación de las jerarquías era proclamado rey: el disfraz era indispensable para renovación de las ropas y la personalidad social.

Saturnales, carnavales renacentistas, barrocos. ¿Y el asalto al Capitolio en Washington 2021?