El pabellón ‘Boolean Birdhouse’

El pabellón ‘Boolean Birdhouse’

Hay parques nacionales, como el parque nacional Yangmingshan, en la isla de Taiwan, donde sí dejan florecer la buena arquitectura de calidad. Un ejemplo es este pabellón del Festival de las Flores, ubicado en esas bellísimas montañas remotas taiwanesas, que tiene la misión de proporcionar un lugar de descanso a los caminantes mientras mejora y enriquece las experiencias de los visitantes durante el festival mencionado y también el resto del año, pues será un proyecto que permanecerá por su belleza.

Y aunque seguimos bajo una influencia sin precedentes —por sus consecuencias globales— de una de las grandes pandemias sufridas por la humanidad, la del Covid-19, la buena arquitectura que protege la naturaleza no ha parado en todo el mundo, aunque por nuestras Islas Canarias sí lo haya hecho, digamos que, incluso, abruptamente. El mundo sigue caminando ahí fuera.

El concepto de casa, hogar, ha recuperado durante la pandemia todo su significado: de nido, de lugar de cobijo y reposo y dulzura. Esto llevó a los arquitectos de este pequeño pabellón a elaborar una narrativa en la que la familia y el hogar es donde se puede encontrar el amor y la tranquilidad, un lugar en el que sentirnos seguros.

El diseño del pabellón Boolean Birdhouse, de los arquitectos Phoebe Says Wow Architects, es un diseño basado en esta narrativa sobre el hogar, que ellos reinterpretaron apilando cinco volúmenes individuales, con forma de casa, que crean un interior muy pulido, y a la vez sencillo y amable, que transmite experiencias cálidas y confortables, a través de experiencias espaciales únicas, partiendo de unas complejas geometrías y estructuras de madera.

Su singularidad radica en que es una casa para personas y a la vez para pájaros, que pueden convivir bajo un mismo techo. El concepto de la pajarera entró en juego en la idea de los arquitectos para atraer aves del bosque a un campo abierto que anima a los visitantes a conocer estas maravillosas especies naturales, de las cuales los visitantes disfrutan con sorpresa.

En cuanto al diseño de la fachada, las naturales tejas de madera, hechas de abeto de Taiwán, fueron dispuestas siguiendo varios patrones, así como acabados de corteza para dar una presencia natural al lugar, a modo de cabaña de madera y también como pajareras que se integran en su entorno, el parque nacional.

El interior es principalmente un pequeño lugar de refugio y de exhibición, en el que se pueden encontrar esquinas muy simples pero acogedoras para disfrutar de un momento de meditación personal.

La circulación está diseñada para que los visitantes ingresen desde dos entradas diferentes una en cada lado opuesto de la cabaña, dando forma a diferentes puntos de vista para apreciar los diversos espacios y las diversas vistas del paisaje alrededor, y además creando una ventilación natural muy apropiada para los tiempos que vivimos. Los visitantes son invitados, casi de manera invisible y natural, a involucrarse, tanto dentro como fuera del edificio, completando así, de manera personal, cada uno con su visión del mundo, la experiencia del lugar, filosofía que tiene mucho sentido para un proyecto en una ubicación tan específica como esta. El proyecto tiene en realidad formas artísticas claras que nos presentan un drama visual fantástico, que ayuda a promover la conciencia de la conservación de la naturaleza, lo que mejora la experiencia y de paso ayuda a mejorar el mundo con su respeto por todo lo que le rodea.

Dulce Xerach Pérez. Doctora en arquitectura. Investigadora de la Universidad Europea