Las cartas que cruzaron Emilia Pardo Bazán (Coruña, 1851 - Madrid, 1921) y Benito Pérez Galdós (Las Palmas de Gran Canaria, 1843 - Madrid, 1920) documentan una relación entre ambos intelectuales que fue más allá de las muestras de admiración mutua, y es el punto de partida del montaje teatral Galdós enamorado, que estrena el Teatro Pérez Galdós este jueves 17, a las 20.00 horas, con otras dos funciones los días 18 y 19.

“Por fin estamos aquí”, exclamaba ayer Tilman Kuttenkeuler, director de la Fundación Auditorio y Teatro, acerca de este proyecto “que nos ocupa desde hace años, hemos tenido que trasladar fechas una y otra vez”. Una aseveración compartida por el productor Salvador Collado, en la presentación en el Pérez Galdós: “Por fin llegamos al mejor puerto posible, Las Palmas de Gran Canaria, su ciudad natal, después de todas las tormentas que hemos tenido que padecer este año”.

Galdós enamorado es una producción del Teatro Pérez Galdós y Euroescena, que dirige Salvador Collado, con dramaturgia de Alfonso Zurro, quet iene de protagonistas a dos veteranos de la escena, Emilio Gutiérrez Caba y María José Goyanes. La obra llega al coliseo grancanario en el marco de la programación por el centenario del fallecimiento del escritor, y pone fin a los actos del llamado Bieno galdosiano.

Un romance furtivo y clandestino, el de Galdós y Pardo Bazán, cuyos protagonistas mantuvieron en secreto, y que trascendió tras hacerse pública la correspondencia remitida por la escritora y feminista gallega al autor de los Episodios Nacionales, y que custodia la Casa Museo en la capital grancanaria. De las cartas de Galdós a Pardo Bazán se desconoce su paradero, si bien la pasada semana un librero anticuario de Madrid aseguraba que hay 80 de ellas en una biblioteca particular, con un contenido subido de tono, en la línea de las que recibía de ella.

“Nadie las ha visto”

Un amor que trasciende su tiempo, al igual que los dos protagonistas. “Hace tres días nos despertamos con la noticia de que al parecer hay un señor que tiene las cartas de Galdós escondidas en su casa, pero nadie las ha visto, no tenemos ni una fotocopia”; un ejemplo de “cómo repercuten las cosas de los grandes creadores en otros tiempos”, en palabras del director y dramaturgo Alfonso Zurro.

Con las cartas de Pardo Bazán y a falta de las de Galdós, la ecuación no estaba completa de cara a montar una obra teatral. La producción comenzó a gestarse “hace dos años o mas”, según Zurro, cuando María José Goyanes y Salvador Collado le lanzaron el envite. “Les dije que con esas cartas lo mejor era que se hicieran estudios con ellas, que se lean en público, pero una obra de teatro”. Se activó al tiempo con voluntad de cambiar las cosas de sitio, fabular y llevar la trama a la comedia. “No intentamos sacrificar ni a Don Benito ni a Doña Emilia, y nos ha llevado a hacer partes graves pero también mucha comedia”.

El peso actoral recae en María José Goyanes y Emilio Gutiérrez Caba, que se desdoblan en cinco personajes, “un ejercicio actoral maravilloso”, según Goyanes. “Por fin he cumplido un sueño, quería que esas cartas se convirtieran en una función de teatro”, destacaba ayer la actriz, ante “un reto y una doble responsabilidad”, y feliz por encontrarse con Gutiérrez Caba, con Zurro y por regresar al Galdós, donde estrenó en 1983 Casandra con Francisco Nieva.

Emilio Gutiérrez Caba apuntó que “estamos dejando un sello humilde de lo que han significado estos escritores”. “Ninguno de nosotros estaría aquí hablando hoy de Galdós y Pardo Bazán si ellos no hubiesen tenido una impronta literaria y humana como tuvieron en el siglo XIX y XX. Mi homenaje a ellos, hay que darles las gracias por haber existido, y eso hace que estemos aquí hablando de ellos”.

Sobre la obra, Gutiérrez Caba apuntó prefirió no abundar en detalles, aunque a grandes rasgos avanzó que “es un montaje festivo” que tiene dos bloques: uno en que los personajes evocan a Galdós y Pardo Bazán: y otro que es la trama sobre las cartas, si existen, qué ha pasado con ellas, y “lo que puede pasar en un futuro si aparecen y dónde”. Como curiosidad, según el actor, la penúltima escena tiene a “María José hablando con acento gallego-castellano y yo en catalán, un homenaje a las lenguas de España, y a la cultura en general, que no pertenece a nadie y pertenece a todos”.

Asegura el dramaturgo Alfonso Zurro, que al igual que ha hecho con otros personajes, rehusó de cualquier hagiografía y no quiso “recrear tiempos de su vida” entre Pardo Bazán y Pérez Galdós. “Por ejemplo, la relación sentimental de dos personajes en un piso de Madrid donde se encontraban una de esas tardes a solas, antes de pasar a la alcoba o después de salir de ella; no he querido a Don Benito ponerlo con su famoso bigote, no quería disfraces, no quería buscar unos tiempos de vida que no sabemos cómo fueron”, manifestó ayer. “Nos faltaba la esencia de Don Benito, y estaba un poco perdido”, reconoció, por lo que desechó la posibilidad de “recrear esas palabras que pudo decir Don Benito a Doña Emilia, nunca ha sido mi estilo ni lo he pretendido”. Zurro confesó que “siento un gran pudor por estrenar un Galdós aquí, a unos metros de donde nació, esas cosas me estremecen”, tras agradecer, al igual que el resto del equipo, el apoyo institucional de Gobierno canario, Cabildo y Ayuntamiento, y la colaboración de la Casa Galdós. Tras el estreno en el Pérez Galdós, la obra estará en gira por Canarias, con itinerancia nacional por Toledo, Ávila, Málaga, Valladolid y Zaragoza. |

“No quería disfraces ni bigote”