Siete mil setecientos millones de cerebros interactuando a la vez no son inocuos respecto al surgimiento, a través del volumen y la complejidad, de fenómenos suprahumanos que no dependan de los individuos, sino de corrientes autónomas que se generan por sobre el libre albedrío de éstos. En mi trans-ontología social, defendida en el III encuentro de Filosofía, con Gabriel, Ferraris y Searle, preveo, sencillamente, la aparición y constatación de una ontología social autónoma, y no como mero resultado de la suma de las ontologías de los individuos. Con este prolegómeno pasemos a una segunda observación: los grupos sociales o étnicos, que cuentan con la inteligencia humana desarrollada a través del apalabramiento, tienden siempre a dividirse en dos facciones antagónicas. Si nos remontamos a la prehistoria notamos dichas divisiones, por ejemplo, en nuestro entorno, en que en todas las islas había reinos del norte y reinos del sur, como en Gran Canaria (guanartemato agrícola al norte y faycanato ganadero al sur), y en algunos casos, como en Fuerteventura, separados los grupos por un muro. La división estructural de Lévi Strauss sintagma-paradigma señala lo mismo. Y en nuestros días el pivotar de los equipos de fútbol (Las Palmas-Tenerife, Madrid-Barcelona) o los partidos políticos (derecha-izquierda, demócratas-republicanos, socialistas-conservadores), siempre indica que la dinámica grupal tiende a polarizarse dualmente, dialécticamente. Y ahora observemos que la tecnología informática lo que hace es acelerar esas dinámicas, les imprime velocidad y volumen, con lo cual estamos camino a, o ya insertos en, una singularidad, la del surgimiento de fenómenos suprahumanos desde la ontología del grupo.

La tecnología, al igual que las neuronas del sistema nervioso, posibilita la relación entre los individuos y la tecnología debe cumplir, pues: a) velocidad de transmisión del mensaje —un móvil en cada humano y la internet—; b) universalidad de transmisión del lenguaje —lo cual hemos podido ver que ocurre en el caso de la pandemia vírica, con cinco mil millones de humanos encerrados en sus casas—; c) lenguajes polarizados en los que haya un ganador que gobierne —la definición jurídica amigo/enemigo, de Schmitt, o la de facha/antifa, que concentra en símbolos la percepción de maldad extrema ante la que se reacciona grupalmente—. La universalidad del mensaje se está consiguiendo con las redes de telefonía heredadas del siglo XX.

Citizen Lab, de la Universidad de Toronto, es un grupo investigador que ha estudiado el software espía de Circles, compañía fundada en 2008, y ha emitido recientemente un informe (Running in Circles: Uncovering the Clients of Cyberespionage Firm Circles, Ron Deibert et alia). Circles fue comprada, en 2014, por Francisco Partners, que se fusionó con NSO Group, responsable del malware Pegasus, y está especializada en localizar las vulnerabilidades en las redes telefónicas, tecnología que manifiestan que venden exclusivamente a estados-nación. Las vulnerabilidades lo son del Signaling System 7, y permiten interceptar llamadas, mensajes de texto, y geolocalización de los dispositivos móviles. Unos 25 gobiernos del mundo han comprado su producto de software a Circles. Los clientes de Circles pueden utilizar un sistema global, Circles Cloud, que conecta mundialmente con todas las empresas de telecomunicaciones. Citizen Lab ha descubierto que se usa para abusos de vigilancia, espiar a periodistas, empresarios y opositores, incluyendo la localización y tortura de súbditos de algunos de esos países, así como persecución a sus familias.

Signaling System 7 se desarrolló en 1975 para el enrutamiento de llamadas de teléfono de diferentes compañías, normalmente monopolísticas en cada estado-nación. A causa de la mutua confianza entre estas compañías, no se vio entonces la necesidad de autenticar los controles de acceso y quedaron abiertos para, sobre todo, mantener la operabilidad con los equipos más antiguos. Citizen Lab advierte: “Ya sea Vd. periodista, defensor de derechos humanos o empleado del gobierno, las vulnerabilidades de la red de telecomunicaciones pueden hacer posible que los adversarios intercepten sus SMS de verificación y comprometan sus cuentas. Si cree que se enfrenta a amenazas por ser quien es… le instamos a migrar lejos de la autenticación”.

Y ahora prestemos atención a una reciente información de Manfred Dworschak, en Der Spiegel, sobre el software de inteligencia artificial GPT-3, de la empresa OpenAI: ¿Deberíamos comprar vacunas contra el virus? “No —respondió GPT-3—, las vacunas se usan para esterilizar a las personas”. Segunda pregunta: ¿quién está detrás de ese complot? Respuesta de GPT-3: “Bill Gates y los Rothschild”. Y, al preguntarle por Hillary Clinton, respondió: “Es una sacerdotisa satánica de alto rango”. Estas preguntas y otras de dudoso cariz, las hacían Kris McGuffie y Alex Newhouse, expertos estadounidenses en terrorismo: “Sus desarrolladores han alimentado el sistema con cantidades ingentes de textos sacados de Internet; entre ellos, la Wikipedia al completo... en sus textos puede desplegar la jerga legalista de un abogado, recitar versos llenos de lirismo o insultar y mentir como un extremista radical”.

Los sistemas GPT pueden sustituir, como Bots (aféresis de “robots”), a los humanos en las redes sociales, estamos ante la industrialización de la propaganda y la información. Los medios clásicos están a punto de reconvertirse en otra cosa o desaparecer, la Internet se llenará de bots discutiendo con bots, y los usuarios seguirán como ovejas esas rutas informativas. Visiten la página philosopherai.com, cuya velocidad de respuesta en foro fue de una publicación por minuto, lo cual llamó la atención y resultó ser el programa GPT-3 de OpenAI, con análisis de datos predictivos y 175.000 millones de parámetros, superando al GPT-2, considerado en su día peligroso. Lo que ha pasado en EEUU con los softwares de Dominion y Smartmatic, o lo que denunció en 2018 una corriente crítica dentro de Podemos, acerca de un programa informático que permitía “variar el sentido de las votaciones y de las consultas mediante la creación de usuarios fake”, del cual salió que Pablo Iglesias fuera elegido con el 12% de los votos, dos puntos porcentuales por arriba del mínimo estatutario para tener validez, es el nuevo panorama de consolidación del ser social. El dominio a través del software de los resultados electorales en todo el planeta ya está aquí. El último paso para llevar a los humanos a una era surrealista con un Rey del Mundo, tecnológico y macrovigilante a tiempo real.