Jill Tracy Biden (Hammonton, Nueva Jersey, 5 de junio de 1951) es profesora de Inglés en un colegio comunitario en Virginia y, aunque su marido jurará el cargo como presidente de Estados Unidos el próximo 20 de enero, ella tiene previsto seguir como tal. De mantenerse firme y cumplir lo que ha dicho en campaña, será una primera dama pionera en mantener su profesión y no dejarla de lado aunque su esposo tenga que manejar el rumbo de la primera potencia del mundo. Ni las feministas Hillary Clinton y Michelle Obama lo hicieron, pese a que siempre quisieron marcar territorio y mostrar al mundo que ellas también tenían sus carreras al margen de sus todopoderosos maridos.

Pues ahora Jill Biden no solo lo contará, sino que ejercerá de profesora a sus 69 años porque nunca se ha planteado abandonar su carrera profesional. Lo demostró cuando fue segunda dama en el Gobierno de Barack Obama, del que Joe Biden fue vicepresidente: nunca dejó las aulas y si tenía que ausentarse pedía permisos. Jill (Jackobs de soltera) se crió en una familia trabajadora y es la mayor de cinco hermanas. “Soy una mujer trabajadora. Enseñar es mi pasión, es lo que amo hacer (...) Puedo manejarlo y hacer todo lo que las primeras damas quieren hacer”, espetó segura en una entrevista en Vogue.

Lo cierto es que ha seguido a su septuagenario marido –con el que se casó en 1977 tras divorciarse un año antes– en los últimos meses por todo Estados Unidos. A pocos actos ha faltado y en todos ha demostrado también ser una excepcional oradora y saber meterse a la gente en el bolsillo, según los cronistas.

El esfuerzo le ha merecido la pena y ahora celebra la victoria con su numerosa familia: con Joe Biden tiene una hija en común y un hijastro (ambos afrontaron en 2015 la muerte del hijo mayor de Biden, que ya perdió a su primera mujer y a una hija en 1972 en un accidente). En la fiesta tras la victoria de Biden apareció rutilante y con un estupendo vestido que no pasó desapercibido y contrastó con el blanco en homenaje a las sufragistas de la vicepresidenta Kamala Harris.

El de Jill era de Oscar de la Renta y en su diseño hubo aguja española: la de Fernando García, actual director creativo de la firma junto a Laura Kim. Es hijo de una emigrante española.