Una de las facetas literarias más desconocidas del escritor tinerfeño Víctor Álamo de la Rosa (Santa Cruz de Tenerife, 1969) es su vena periodística y ensayística, laguna que empieza a llenarse con la publicación del libro Da que pensar, textos y pretextos para una antología, que recoge una selección de más de un centenar de trabajos publicados por el autor en prensa y revistas locales, nacionales e incluso internacionales.

Esta obra, editada por Mercurio Editorial, es el resultado del arduo trabajo realizado por los filólogos María Nieves Pérez Cejas y Victoriano Santana Sanjurjo, quienes durante un año han rastreado hemerotecas y el archivo del autor para elegir los que consideran mejores textos elaborados por este herreño de corazón durante el periodo comprendido entre los años 1987 y 2020.

Este pensador y periodista, que ha publicado sus trabajos en medios como El Día, La Provincia o el extinto La Opinión de Tenerife, entre otros, además de El País o revistas como National Geografic, La Página, Disenso o Fetasa, siempre ha demostrado su inclinación por compartir con sus semejantes sus gustos literarios sobre autores locales como internacionales, musicales, artísticos o cinéfilos, entre otras facetas culturales que han perfilado su producción periodística, y que definen la estructura de la obra.

Los artículos son cortos, directos y con la facultad de mover conciencias en temas que no han perdido su vigencia en pleno siglo XXI, como la necesidad de la crítica literaria, el pensamiento cultural y del humanismo, muchos de ellos basados en opiniones de literatos canarios como Arozarena, Feria, Isaac de Vega, José Saramago, Lezama Lima o García Márqueza; o cineastas como Los Hermanos Ríos, o David Lynch. “Se reivindica la labor intelectual y humanista que he tratado de desarrollar a lo largo de toda mi vida”.

Una característica que define los criterios seguidos por Pérez y Santana al aglutinar esta antología ha sido la atemporalidad de los temas tratados en este compendio en el que se quedaron con lo mejor. “La idea era que no estuvieran atados a la realidad del momento y que dibujaran mi pensamiento desde que empiezo a escribir con 17 años. Escribo todo al mismo tiempo, artículos de opinión, poemas, relatos, novelas... Empecé todo al mismo tiempo”.

Álamo de la Rosa reconoció que él se considera más que periodista un escritor en el más amplio sentido de la palabra, “porque lo que más me interesa de los medios de comunicación es que amplía el eco de las palabras del escritor, lo mismo en televisión. Por eso me parece presuntuoso declararme periodista. No tengo ese olfato de los grandes periodistas. A mi lo que me interesaba como periodista era al ampliación del eco de mis palabras que me daban tanto la prensa como la televisión”.

Diez novelas

Diez novelas, dos libros de relatos, cinco poemarios y dos novelas de literatura infantil y juvenil conforman la producción de Álamo de la Rosa, que están marcadas por una obsesión.

“Mi obsesión siempre es darle voz al pasado, a los que nos precedieron, para hacerlo presente, porque creo que el presente puede informarnos del futuro. Si no conocemos bien el pasado cometemos errores. Esto que no está ocurriendo con la pandemia del coronavirus. Hay un montón de avisos y lecturas en el pasado. Hay un montón de advertencias en torno al cambio climático. Lo fundamental de mi obra novelística es recuperar la memoria del pasado para que nos informe en el presente y al informarnos en el presente poder dibujar un futuro mejor”.

Instruir deleitando es una de las claves que definen la obra de este poeta en los dos ciclos en que se dividen sus novelas. La centrada y ambientada en El Hierro, donde radican sus orígenes familiares; y el otro es más distópico, donde se inserta su último título, La ternura del caníbal.

“Precisamente en esta obra, bebiendo del pasado trato de hacer una advertencia sobre las cosas que estamos haciendo mal para recuperar una idea que a mi me obsesiona, que es el humanismo. Pienso que el hombre del siglo XXI tiene que volver a la senda del humanismo. Mi obra se enraíza en lo que decía la literatura medieval, instruir deleitando. Que las novelas entretengan pero que también tengan una carga de profundidad, una instrucción, un punto didáctico”, consideró.

"Pienso que el hombre del siglo XXI tiene que volver a la senda del humanismo"

Campiro, que incluso da título a uno de sus libros, Campiro que, o Celedonia son algunos de los personajes que presiden sus relatos largos, incluso hay alguno con ciertos tintes autobiográfico, como Víctor Alameda del Rosario. “Casualmente se parece a mi nombre, que es una especie de trasunto de mi alter ego, un trasunto literario de lo que yo soy. A mi me gusta sacarme ese alter ego en las novelas para reírme de mi mismo. Las novelas se escriben desde la memoria y mi memoria está muy afianzada en el territorio de la infancia, El Hierro. Ya son siete novelas más dos libros de relatos”.

El noventa por ciento de la narrativa de Álamo está ambientada en la Isla del Meridiano, tanto a través de su historia como de sus paisajes, un personaje más que ahora ha sido reivindicado en la exitosa serie televisiva Hierro. De hecho, uno de los guionistas de esta película por entregas es fan de una de sus obras, Terramores.

Con respecto a su estilo literario, confesó que huye de que sus novelas acaben planamente, motivo por el que pretende implicar activamente al lector en las historias que crea y cuenta. “Busco que mi estilo, sin distraer, también salpique al lector”, aseguró este creador que tuvo el privilegio de conocer personalmente a grandes de la literatura canaria, como Isaac de Vega, Rafael Arozarena, Luis Feria o el luso Saramago.

“Tuve la suerte de aprender de ellos. El trato personal de ellos, mas allá de su obra también supone una influencia para mi”, circunstancia que le hace pensar sentirse en cierto sentido algo fetasiano, sobre todo en “ese aprendizaje personal que vi en Rafael Arozarena e Isaac de Vega, y es que la literatura en realidad es un arma poderosa para mover conciencias”, apuntó este autor y maestro que siempre ha tratado de insuflar a sus alumnos, cuando ejerció la docencia, la lectura de libros que les creen afición, “La lectura es el único modo de hacer personas maduras y críticas”.

El momento literario que se vive actualmente en Canarias es muy fuerte en cuanto a voces y publicaciones, aunque es consciente de que hay que separa el grano de la paja. “Se han perdido un montón de editoriales y revistas literarias importantes, un lugar en el que ibas fijando un canon y hoy en día parece que todo vale. Con la auto edición, cualquiera es escritor”, destacó.

Desde su punto de vista, hay gente que se pone a escribir sin haber leído suficiente, “desconoce la tradición literaria, no ha leído a los clásicos y cuando eso ocurre la escritura flojea. Esa es la parte que peor veo hoy en día. La parte buena, que podemos conocer la obra de escritores que antes podían quedarse en un cajón”.

Víctor Álamo de la Rosa no para. Ahora está centrado en una novela ambientada en Fuerteventura y en la preparación de la edición de sus poesías completas. “Es lo que siempre me ha interesado más, porque en los grandes poetas es donde he podido leer siempre los rumbos de la buena literatura”.