Lo que nos propone Eva García Sáenz de Urturi en su última obra, galardonada con el Premio Planeta, es una incursión histórico-policíaca, a modo de thriller medieval, que se inicia en los primeros años de adolescencia de Lía, Eleanor, la que a la postre conoceremos con el nombre de Leonor de Aquitania, destinada a convertirse en una de las mujeres más poderosas de su tiempo en la Cristiandad occidental.

Leyendo la prosa de Sáenz de Urturi me venía a la cabeza la imagen de Katherine Hepburn. Para mí, la Hepburn siempre ha sido el rostro de esta gobernante femenina desde que allá por 1968 la encarnara en esa magnífica película que es El león en invierno, un filme que la propia actriz no dudó en calificar de fascinante. La intérprete norteamericana leyó prácticamente todo lo publicado sobre la cultísima duquesa aquitana a la hora de prepararse para el papel en el que actuó junto a Peter O’Toole, un bruto Enrique II Plantagenet. El rodaje tuvo lugar en la Abadía de Montmajour en el sur de Francia, una experiencia que la Hepburn disfrutó a pesar de dar la impresión de ser –según el cineasta que la dirigió, Anthony Harvey– “extremadamente vulnerable” en todo. Fue, de hecho, una de las interpretaciones más alabadas de la actriz, hasta el punto de que los critícos escribieron que Leonor era “la actuación de su... carrera”, demostrando que era “una actriz sorprendente, en crecimiento, en pleno desarrollo”.

La Leonor de la escritora alavesa es una criatura, prácticamente una niña que aprende muy pronto, por desgracia de forma trágica, a valerse por sí misma en el despiadado mundo de los adultos y en una época particularmente dura como la Edad Media en los territorios de lo que hoy conocemos como Francia. Es un libro escrito con ritmo y garra y los personajes principales están bien dibujados. Lía es una joven al principio débil pero que, proveniente de una estirpe de gobernantes orgullosos, la de los duques de Aquitania; orquesta una vendetta á la Montecristo planificada a lo largo de decenios y que se desvela en las páginas finales del volumen.

No es quizá la obra más redonda de esta escritora, consagrada autora de best-sellers que tienen como protagonista la capital vitoriana. Pero Aquitania tiene, en mi opinión, una destacable virtud. Sáenz de Urturi ha leído mucho y con criterio para documentarse a la hora de escribir el libro. Se ha empapado de importantes monografías como la de Régine Pernoud (1909-1998), historiadora francesa que fue una especialista mundialmente reconocida en el período medieval y que dedicó a la gobernante aquitana una perspicaz monografía publicada por primera vez en francés en 1966.

Y no sé porque, pero leyendo el libro me venía también a la cabeza la presencia familiar del semiólogo y novelista italiano Umberto Eco. Cada vez que aparece en escena el personaje del abad Suger, me recordaba al abad Abbone de El nombre de la rosa y a la idea seminal que llevó a Eco a iniciar la composición de su famosa novela: “Empecé a escribir en marzo de 1978, impulsado por una idea seminal. Tenía ganas de envenenar a un monje” (Eco, Apostillas a El nombre de la rosa, 1985, p. 19). La frase es buenísima y el Suger de Aquitania no dejaba de recordarme al Suger que tan frecuentemente transita por Apocalípticos e Integrados, otro importante libro de Eco.

Aquitania es, en suma, un libro entretenido y con el que disfrutaremos de unas horas de trepidante lectura.