Hace tiempo que la dramaturga, actriz y directora tinerfeña Aranza Coello, alma mater de Burka Teatro junto a Nacho Almenar, plantea en su escritura dudas sobre la existencia, reflexiones sobre quiénes somos, sobre qué es verdad o cómo vamos construyendo nuestra identidad. Esas inquietudes ya aparecieron en “La batalla”, al igual que lo hacen en “The RoomTo Be” (La habitación-sala para estar), montaje que escenificará hoy, a partir de las 20:30 horas, en el Espacio La Granja de la capital tinerfeña.

Esta pieza, que también integra la danza como complemento comunicativo, reunirá en el escenario en el que se intenta romper la cuarta pared, a cuatro actores, además de a la propia Coello, a Pilar Duque, Irene Maquiera y Miguel de Miguel, quienes compartirán el protagonismo de esta obra que se desarrolla durante setenta minutos en una especie muy peculiar de terrario.

“Son cuatro personajes sin memoria que se encuentran en un espacio en el que tienen 24 horas para jugar a ser. Ellos realmente no tienen recuerdos propios, no los conocen. No tienen memoria, entonces tienen que empezar a descubrir quienes son a partir de rescatar esos recuerdos efímeros. Este espectáculo plantea quienes somos, somos lo que recordamos, y su olvidamos los recuerdos qué queda de nosotros y si nos volviésemos a encontrar en la misma situación elegiríamos las mismas opciones...”, señala Coello.

Este propuesta, de hondo carácter contemporáneo, gira básicamente en torno a reflexiones tan filosóficas como ¿qué somos?, recuerdos efímeros, emociones que quedan grabados para siempre, una mirada, una frase, un gesto, una mezcla de todo que realizamos para seguir adelante la vida, además de no ser inmunes al entorno que existimos.

“El punto de partida de los personajes es su relación física con la piel como elemento que nos conecta y nos separa del mundo, que nos aisla y nos conecta físicamente con los demás, entonces la relación que cada persona establece con su piel, con esa frontera, es el punto de partida de la construcción de cada uno de los personajes. La piel puede ser querencia, rechazo, miedo, deseo...”.

Los cuatro personajes que intervienen en la obra están confinados en su propio ser, tienen que encontrase consigo mismo a través de recuerdos que comparten con los demás. Cada uno de ellos se representa a si mismo, una búsqueda, una duda, una emoción determinada, ellos no saben exactamente quienes son.

“¿Qué somos?, un barullo de recuerdos, emociones, piel, carne, lo que ven los demás. El punto de partida es la piel y a partir de ahí pueden ocurrir muchas cosas. A la hora de escribirlo, para mi es muy significativa la relación que tenemos con el entorno y cómo gestionamos esta frontera que es la piel. A partir de ahí se construyen estos personajes, después cada uno se podrá sentir identificado con uno u otro, o con todos. A lo mejor no somos tan unívocos como creemos, a lo mejor somos más poliédricos que toda esa necesidad que tenemos de definirnos continuamente. La conclusión es abierta absolutamente, el espectador saldrá con emociones o ninguna. No tengo la solución. Como autora me parece más interesante que el teatro plantee preguntas que certezas sinceramente, una duda, una reflexión”, puntualizó

El vestuario de “he Romo Toa Be”, unos monos diseñados por Aza Lina, se caracteriza por la austeridad, al igual que la puesta en escena, un terrario que “contiene” a los cuatro personajes en un ambiente dominado por una estructura, que llama maraña, donde están los recuerdos de los que se apropian los cuatro desmemoriados.

La danza, cuyas coreografías se deben a Helena Berrozpe y The Roomers, juega un papel fundamente en la representación. “El cuerpo es una herramienta fundamental. Hay un montón de cosas que sólo se pueden expresar a través del cuerpo, no hace falta ponerle palabras, porque el cuerpo transmite muchas cosas invisibles. La danza contemporánea es una parte de mi vida, de mi formación y de mi creación”.