Las editoriales del mundo hispano no conceden a la traducción, en absoluto, la importancia que hoy se le reconoce abiertamente en la historia de la cultura y de los procesos literarios por parte de críticos, historiadores y teóricos de la literatura. Pero al menos ahora se incluye, por lo general, el nombre del traductor o traductora, aparte de en la página de créditos, en la portada interior, a veces incluso en la cubierta, pero sólo si el nombre añade valor de cambio al volumen, porque de lo contrario no ocurre así. Es algo incomprensible, porque sin la existencia de traductores la literatura no circularía fuera del ámbito de la lengua “original” ni podría darse el diálogo fructífero entre escritores de culturas diferentes. Lo que Goethe denominaba Weltliteratur no tendría sentido sin la traducción.

El trabajo colectivo que caracteriza al Taller de Traducción Literaria de la Universidad de La Laguna no es la primera vez que se lleva a cabo en España. Yo mismo formé parte del equipo que trabajaba de esa manera en el Instituto Shakespeare de la Universidad de Valencia en las décadas de 1970, 1980 y 1990 del siglo pasado, también en el equipo Sansueña de Ediciones Hiperión en los años noventa y en el grupo que yo mismo dirigí en la Universidad de Ginebra con la colección El dragón de Gales (2000-2011). Lo que sí es realmente excepcional es que haya podido perdurar tanto tiempo y con una calidad tan extraordinariamente buena, sin altibajos. En gran medida, gracias a la constancia y buen hacer de Andrés Sánchez Robayna, tan magnífico poeta él mismo como excelente traductor de poesía, con quien comparto la convicción de que traducir literatura es otra forma de creación literaria.

Respecto a qué destacaría de la treintena de volúmenes que han salido a la luz, es difícil elegir, porque, como digo, el nivel no ha decaído nunca. Quizá, puestos a señalar los que más me han interesado —asumiendo que no es una razón jerárquica, sino de gusto—, señalaría los tres que publicó Pre-Textos, o sea, De Keats a Bonnefoy, en 2006, Ars poetica, en 2011, y Las llamas sobre el agua, en 2016, además de Puesto que él es este silencio. Prosa para Henri Meschonnic, de Jacques Ancet, también magnífico poeta y traductor (su versión al francés del Cántico espiritual de San Juan de la Cruz es modélica), que yo mismo incluí en 2013 en la colección que codirigí con Clara Janés en la editorial Salto de Página.

La reflexión que en mí suscita el hecho de que el Taller de Traducción Literaria haya cumplido 25 años de actividad ininterrumpida es que, como dije antes, el grupo de trabajo tiene al frente a alguien con la capacidad y constancia suficientes para salvar cualquier escollo (que en este mundillo nuestro nunca faltan). Sánchez Robayna no tira la toalla jamás. Lo conozco desde hace muchos años y, afortunadamente, no creo que cambie, así que, si el cuerpo aguanta, espero celebrar todavía muchos aniversarios del Taller. ¡Quedan tantos grandísimos poetas por traducir!…

Jenaro Talens (Tarifa, 1946), catedrático emérito de las universidades de Ginebra y Valencia, es poeta, ensayista y traductor.