Hacía tres años que el grupo de humor canario El Supositorio no presentaba un espectáculo nuevo. Precisamente, se habían propuesto lanzar un proyecto este 2020 y la pandemia -con el inolvidable confinamiento de por medio- terminó retrasando sus planes. Sin embargo, no ha conseguido echarlos por tierra. Una nueva anormalidad es el resultado de su insistencia, de su costumbre como comediantes de nadar siempre a contracorriente. El Supositorio podría ser una buena medicina para la sociedad de la pandemia pero no hay que olvidar que se trata de un medicamento que cura pero también incomoda. Hay cosas que nunca cambian.

"Estrenar ahora puede parecer contradictorio porque nunca sabes si se va a poder celebrar finalmente o si va a pasar algo que lo impida. Pero nosotros somos así, destructivos, lo llevamos dentro", explicó ayer José Ramallo , uno de los cinco ingredientes que han hecho de El Supositorio una fórmula magistral. Como siempre, le acompañan en esta aventura -que podrá verse en el Teatro Guimerá los próximos 27 y 28 de noviembre- Jorge Galván, Domingo Efegé, Conrado Flores y Paco Efegé.

El grupo cómico El Supositorio nació en 2002 gracias a un programa de radio homónimo que pronto cautivó la atención de sus oyentes. Estuvieron entre los primeros de ese resurgir del humor canario del siglo XXI. Si es que alguna vez las risas dejaron de tener protagonismo en los escenarios de las Islas. Pero bien es cierto que, desde entonces, no han parado de aparecer nuevos rostros y fórmulas de todo tipo que han puesto a los isleños en el mapa de las risas a nivel nacional.

La pandemia también ha obligado estos cinco amigos a replantearse la dinámica creativa y adaptarse a la distancia. Pero antes, la pregunta que se hacen todos sus seguidores gira en torno al motivo que los ha tenido apartados de los estrenos durante tres largos años. "Esto es como las bandas de rock. Llevábamos tres años sin estrenar porque a la gente le da por tener chiquillos, casarse y esas cosas. Así que optamos por expandir las actuaciones del grupo por nuevos escenarios, recorrimos todas las Islas para ofrecer nuestras actuaciones a todos aquellos que no habían tenido la oportunidad de venir a vernos en directo. Hicimos espectáculos ex profeso para esas citas y ofrecimos parte de entre cinco y siete espectáculos anteriores", destacó Ramallo. Llegado principios de 2020, ya había ganas de ponerse a crear nuevas piezas. Y, además, contaban con su "teatro fetiche", el Teatro Guimerá, para poder llevarlo a cabo. La pandemia, como a casi todos, les partió por la mitad. "Cambió por completo nuestra dinámica de creación", reconoció. Por suerte, tienen la sana costumbre de mantener al día un archivo con las ideas que se les van ocurriendo. Gracias a esto, y para salvar los problemas del confinamiento, decidieron dividirse la tarea y cada uno escribiría dos números. Una vez juntos, cuando terminó el aislamiento, y después de distintas pruebas la criba, escogieron cuatro, que serán los que se puedan ver finalmente en el Guimerá. "Cuatro de doce, por eso te digo que somos destructivos", bromeó. Una nueva anormalidad, en realidad, tiene poco que ver con la pandemia y mucho con las cosas que para estos humoristas son motivo de reflexión y crítica: las redes sociales, la imagen de la cultural, el futuro de las Islas. "Realmente esta nueva normalidad tiene mucho que ver, para nosotros y dentro del teatro, con la vieja normalidad: queremos que la gente venga a reírse", concluyó Ramallo.