Tras haber contribuido a colocar a The National en la franja alta de los carteles festivaleros, Matt Berninger mueve pieza con su primer álbum en solitario, su segunda singladura ajena a la banda tras aquel artefacto llamado EL VY, cinco años atrás. En Serpentine prison, el cantante de Cincinnati, (Ohio), se decanta por explorar sus inquietudes más introspectivas en un cancionero de claroscuros, tempos reposados y protagonismo para su carisma como maduro barítono, ahora expresado en modo confesional.

Este proyecto arrancó cuando, tras terminar la grabación del penúltimo disco de The National, Sleep well beast (2017), Berninger se sintió interesado por cocinar por su cuenta un álbum de versiones, tarea para la cual quiso contar con un cómplice de alto pedigrí, Booker T. Jones.

Al cantante le atraía tirar del hilo de un álbum histórico que este firmó como productor en 1978: el delicado Stardust, de Willie Nelson, compendio de estándares del American songbook tocados por el ángel. Pero, aunque llegó a modelar algunos covers (como In between days, de The Cure, y Holes, de Mercury Rev; ambos publicados con fines benéficos), el cantante cambió luego de planes a favor de un repertorio de estreno, diez temas cuya atmósfera se ha ido distanciando de aquel originario ejemplo a seguir.

Porque Serpentine prison no presenta el halo de magia serena que envolvía Stardust, sino que está hecho de materiales líricos más opacos, vinculados con tinieblas interiores, y sobre todo es mucho más oscuro en términos musicales. Priman el salmo narrativo y la meditación casi susurrada sobre tejidos artesanales, ya sean pianos espartanos o guitarras con reverberación. La impronta soul o 'r'n'b asociable a Booker T. Jones, el líder de los honorables Booker T & The M. G.'s, se percibe de un modo muy suave, en ciertas dinámicas vagamente galopantes y en el toque con alma que impregna los arreglos. Ahí cabe destacar One more second, pieza que Berninger canta con el pulso impresionista de un Stuart Staples, de Tindersticks, grupo que hace ya muchos años transitó caminos cercanos (véase Simple pleasure, 1999). Esta es una de las canciones más destacadas y con más volumen instrumental, incluyendo sabrosas pistas de un órgano manejado por el propio Jones.

Serpentine prison no pone las cosas fáciles con su tendencia a la linealidad, pero tras varias escuchas se alzan sibilinamente piezas como Silver springs (dueto con Gail Ann Dorsey, la que fue larga cómplice del David Bowie de madurez) o la bluesy Take me out of town, que incorpora metales en su crescendo con aura mística. Y la muy frágil Oh dearie, que gira en torno a la depresión, confirmando a Serpentine prison como un discreto y reconfortante compañero para momentos de desamparo.