Si algo ha definido a Miguelanxo Prado es la inquietud de su espíritu, su constante búsqueda de nuevos lugares a los que acudir con cada nueva obra. En este sentido su nuevo trabajo va a suponer, posiblemente, aquella obra que más abanico de edades puede abarcar en su producción. Podríamos decir que frente a sus últimas novelas gráficas (como la crítica social de Presas fáciles, claramente para lectores adultos), El pacto del letargo es un álbum tan atractivo para un adolescente de la ESO como para el seguidor de toda la vida del autor. Es una virtud que no buscaban libros tan profundos como Ardalén. Hablamos de una historia donde el resurgimiento de la magia y los poderes arcanos o feéricos de un tiempo casi mitológico generan una historia tensa de intrigas entre anticuarios, coleccionistas, arqueólogos del departamento universitario de turno y personajes que "algo saben" sobre un misterioso triskel. Triskel que es objeto de la codicia de criaturas demoníacas y élficas en su deseo de volver a caminar la Tierra? una idea que aproxima al mundo a un caos nuevo (no necesariamente "malo").

Podemos decir que Prado con este libro (primero de una trilogía) está creando su propio The Sandman, si se permiten comparaciones un poco epatantes: una aproximación muy personal a lo mágico, que además es algo totalmente enraizado en el acervo popular gallego. Lo gallego, como signo de una identidad, es algo muy presente en toda la obra del autor de Trazo de tiza pero quizá nunca con tanta fuerza como en este nuevo relato.

Una historia bien engarzada (destacando sus numerosos saltos en el tiempo y el espacio, bien templados), con personajes más o menos tópicos pero tratados con una suave pátina de humor? o mejor, de retranca (los dos matones de gatillo ligero me recuerdan a los ya míticos sicarios de segunda que Frank Miller suele usar en sus obras, por ejemplo), y un cómic con, como decía antes, potencial para atraer desde un rango de edad de, digamos, la pre adolescencia, hasta el momento en que uno pierda lasganas de ver el mundo como un cuento mágico, maravilloso y algo siniestro.

Es importante hacer notar lo que para mí es lo más destacado en El pacto del letargo": la vuelta por parte del autor a un estilo de dibujo aligerado (que no ligero o descuidado,ni de lejísimos, vamos) ofrece una viveza casi positiva, incluso en los momentos siniestros el trazo del autor airea la narración, la refresca. Casi tanto como el color, siempre magistralen Prado.