Dos semanas confinado en la ciudad londinense de Brixton. Ese es el peaje, ganador del Wildlife Photographer of the Year, por viajar a recoger el reconocimiento que le acaba de otorgar el Museo de Historia Natural de Londres. La foto de una ballena calderón con la aleta caudal rota, tomada hace un año en la vertiente sur de la isla de Tenerife, captó la atención de un jurado que también premió los trabajos de otros concursantes que acudieron a la cita con imágenes igual de impactantes como la de un oso durante una función circense, unos elefantes masacrados o un tigre ardiendo... "Es un concurso en el que la narrativa tiene un valor muy potente", admite un turista enjaulado por el protocolo Covid-19 que se aplica en el Reino Unido. "Trataremos de llevarlo lo mejor posible -viajó en compañía de su pareja-; no queda otro remedio", describe el canario de la cuarentena que deben cumplir antes de regresar a las Islas.

La historia de la ballena de la aleta caudal rota compitió en la capital inglesa con más de 50.000 propuestas que llegaron desde los cinco continentes. "Un día me avisaron sobre el avistamiento de un calderón tropical que presentaba unas lesiones graves", avanza de una sesión de buceo que nació en Puerto Colón, en el municipio de Adeje.

Francis Pérez y los integrantes de las embarcaciones que salieron en su busca del animal verificaron que este tenía la aleta caudal seccionada por la hélice de un barco de pequeñas dimensiones. "Esta vez no fue un ferry, pero el año pasado saltaron todas las alarmas: en menos de tres meses, cinco cetáceos murieron tras ser arrollados", lamenta un naturalista que lleva más de 25 años practicando el buceo. Eso sí, en los últimos diez se ha centrado en retratar a las colonias de mamíferos que transitan el suroeste de Tenerife.

Pérez recuerda el impacto que le causó ver las heridas de la ballena pero, sobre todo, le llamó poderosamente la atención los sonidos que emitía el calderón. "En unos segundos me vi envuelto por varias ballenas y la sensación de peligro era real", rescata al relatar un instante que le hizo regresar a toda velocidad al barco.

Eutanasia

Los barcos volvieron a puerto e informaron de la situación en la que se encontraba la ballena a la dirección del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre La Tahonilla. "Volvimos al punto en el que estaba el calderón y verificamos que la herida era mortal", añadiendo que ese fue el momento en el que se tomó la decisión de practicarle la eutanasia. "El código deontológico permite su aplicación para evitar alargar su sufrimiento". El fatal desenlace ocurrió a un par de millas de la costa, pero Pérez capturó una fotografía que enseguida dio la vuelta al mundo.

"Aunque en esta ocasión no fue un barco rápido, lo cierto es que en Canadá y Nueva Zelanda se están tomando medidas que aquí no existen: en las perímetros de protección no se pueden superar las diez millas por hora, mientras que aquí se permiten 35", censura.