Cualquiera con entre seis y ocho millones de dólares pudo pujar por Las dos amigas, una maravilla de Tamara de Lempicka, o Stan, otro tipo de obra maestra. Por este se pagaron finalmente 32 millones de dólares. A su comprador más le vale tener espacio o, preferiblemente en opinión de la Sociedad de Paleontólogos de Vertebrados, un compromiso con la ciencia. Porque Stan es un Tyrannosaurus rex, uno de los mayores y más completos ejemplares hallados nunca, con réplicas repartidas por 60 museos de todo el mundo.

Por una batalla legal entre dos hermanos y una decisión judicial se pone a la venta. Y la puja virtual desde la sede en Nueva York de Christie's, que había dejado a esta criatura de aproximadamente 67 millones de años como último lote (el 59) en la subasta de arte del siglo XX, despertó expectación y reavivó las denuncias sobre la perversa comercialización de fósiles.

El origen

Stan se llama así por Stan Sacriston, el paleontólogo aficionado que en 1987 encontró sus primeros restos en la Hell Creek Formation, parte de lo que se conoce como las Cretaceous Badlands de EEUU, que se extienden por las dos Dakotas, Wyoming y Montana. Es allí donde en 1902 Barnum Brown, un comisario asistente del Museo de Historia Natural afectuosamente conocido como Mr. Huesos, encontró lo que en 1905 sería bautizado y descrito por Henry Fairfield Osborn como el primer Tyrannosaurus rex o rey de los lagartos tiranos.

Sacriston pensó inicialmente que se había encontrado un tricerátops, pero cuando en 1992 los hermanos Peter y Neal Larson, del comercial y privado Instituto Black Hills de Investigación Geológica volvieron, descubrieron que estaban ante un T. rex. Empezaron entonces 30.000 horas de laborioso trabajo manual. Y tras la excavación de 188 huesos, cobró forma Stan, un animal de casi 12 metros de largo y cuatro de alto que en su día habría pesado entre siete y ocho toneladas.

Una vida agitada

La vida de Stan fue violenta, o al menos a eso apuntan perforaciones en una costilla y en su cráneo. Sobrevivió a una fractura en el cuello. Peleó con los de su especie y un agujero en esa mandíbula que podía albergar 58 dientes (alguno de hasta 28 centímetros) cuadra con el que le habría realizado el diente serrado de otro T. rex. Capaz de machacar un coche y de comer hasta 225 kilos de comida en un bocado, Stan devoró, como indican la vértebra de un edmontosaurio y parte de la tibia de un tricerátops con señales de mordiscos que se encontraron junto a sus restos.

Desde que volvió a la superficie, Stan es una estrella global. En 1995 y 1996 estuvo en Japón y luego retornó al Black Hills Institute en Dakota del Sur, donde ha sido estudiado, analizado y replicado. Pero las cosas se tensaron entre los hermanos Larson, que ya se habían visto envueltos en batallas legales por Sue, una hembra que es el mayor T. rex hallado nunca y que se vendió por 8,6 millones en el año 1997.

El valor del icono

Y después de que Neal decidiera abandonar la empresa familiar, que había retenido a Stan para tratar de eludir críticas de comercialización y demostrar que son un repositorio de confianza, un tribunal dictaminó en 2018 que para pagarle su parte había que vender a la criatura (aunque el instituto, según explicó en una nota de prensa, "retendrá todos los derechos de copyright, marca registrada y otros de propiedad intelectual de Stan, y seguirá produciendo réplicas para la venta").

En la Sociedad de Paleontología de Vertebrados (SVP por sus siglas en inglés) sabían que el mandato judicial hacía la venta obligatoria y por eso no han pedido que se cancele. Pero sí escribieron a Christie's pidiendo que "se restrinja la venta a postores de instituciones comprometidas con comisariar especímenes para el bien público y en perpetuidad, o a quien puja en nombre de tales instituciones" y recordando que "los especímenes fósiles que se venden a manos privadas se pierden potencialmente para la ciencia".

"Estamos realmente preocupados porque, una vez que está en manos privadas fuera de una institución reconocida que tiene un compromiso para mantenerlo en perpetuidad, no podemos confiar en nada de la investigación que se ha hecho en ese espécimen hasta el momento porque no podremos verificar en el futuro con nuevas técnicas", explica por teléfono desde Canadá, Jessica Theodor, vicepresidenta de la SVP y profesora en la Universidad de Calgary. "Hay varios especímenes de Archaeopteryx en manos privadas". Ese es el motivo clave de la denuncia pero no el único.

Según Theodor, "este tipo de subastas han logrado que suba el valor y eso hace que mucha gente intente recolectarlos ilegalmente. Hay un comercio enorme y mucho contrabando y material que sale de China y otros países donde la exportación de fósiles está prohibida". Además, ahora "los propietarios de tierra quieren compensaciones significativas no solo por venta, sino también por investigación, y se hace más y más difícil tener acceso".

No es que los paleontólogos rechacen el estatus icónico de los tiranosaurios, un animal que llegó al cine por primera vez menos de 20 años después de ser descubierto (en Ghost of slumber mountain, de 1918), en 1933 luchó con King Kong y recibió el tratamiento blockbuster del Hollywood actual con Parque Jurásico.

Theodor, por ejemplo, asegura que la película del año 1995 de Steven Spielberg "fue un éxito enorme para el campo porque hizo que llegara a la paleontología mucha gente que de otra forma no habría llegado y atrajo mucha atención al trabajo que realizamos". Pero el precio de la fama es que "tiene también un aspecto que va en detrimento de la ciencia de hacer del espécimen fetiche y tienes a gente como Nicolas Cage poniendo dinosaurios en sus casas" (el actor compró en un subasta un cráneo que tuvo que devolver pues había sido sacado ilegalmente de Mongolia).

Su conclusión es que Stan "no es una pieza de arte, es algo raro irreproducible". La idea de la casa de subastas Christie's, que por supuesto se llevó su bocado con la venta, era otra. En un Zoom desde Londres previo a la puja, James Hyslop, encargado del departamento de historia natural de la casa, aseguró que "el T. rex es una obra maestra, un icono nacido en el siglo XX aunque tenga 67 millones de años". Y basa la argumentación en las 30.000 horas de trabajo manual invertidas en la excavación o en su carácter "escultural". Hyslop subrayó otra visión de Stan. "Es casi un memento mori del asteroide" que acabó con los dinosaurios. "Es una lección para que aprendamos".