Presentar a Imanol Arias es fácil, es uno de los grandes actores del cine y la televisión en España. Otra cosa es el teatro. Aunque comenzó su carrera en los escenarios, tras un paréntesis de casi dos décadas regresó a las tablas en el 2018 con La vida a palos, obra a la que ha seguido 'El coronel no tiene quien le escriba', con la que está de gira y ha vuelto tras la pandemia con su primera función en Córdoba.

- Para el público, 'El coronel no tiene quien le escriba' ha sido su reencuentro con el teatro tras el paréntesis del covid.

- También nosotros volvíamos después de la función que hicimos hace siete meses en Pontevedra. En el Gran Teatro de Córdoba la compañía sacó la obra del baúl con mucho cuidado y fue corta. Duró unos dos minutos menos. Creo que fue porque hicimos una representación muy limpia. Quizá no con tanto vuelo como cuando ya llevas varias. Luego, al estar la gente con las mascarillas, esa relación con el público que sentimos los actores, que es como la respiración de la obra, no la sentíamos. Pero cuando al final se levantó todo el patio de butacas y la gente empezó a aplaudir, me hicieron salir cinco veces.

- O sea que para la compañía también fue un reencuentro.

- Por eso hice algo que no es lo habitual. Después de los saludos, hay unas palabras de García Márquez que digo yo sobre los ancianos; cuidad a los mayores, no les abandonéis. Bueno, pues antes de eso, digo a la compañía, dejadme que voy a hacer otra cosita. Se ponen pálidos y ven que me dirijo al público: ¿Quiénes carajo son ustedes? ¿Qué hacen aquí? ¡Si no se puede salir! ¡Si está todo fatal! ¿Cómo se han venido por las calles a este teatro a ver a García Márquez? Y entonces añado, ¡ah, claro, sois la élite intelectual de Córdoba, unos privilegiados! La gente lanzó una ovación y, en fin, fue muy bonito.

- El personaje que interpreta no es un desconocido para quien haya leído la novela de García Márquez o para quien viese la película de 1999. ¿Cómo es el coronel al que da vida?

- La adaptación de Natalio (Natalio Grueso) rescata de la novela los dos ejes fundamentales, que son la dignidad de un hombre y la relación amorosa en la desgracia de dos personas mayores. Y es un coronel lleno de paciencia, con una capacidad más que de protestar de recibir. Hay momentos en que dice "hay días que siento que este pueblo se me viene encima como si fuera una avalancha de lodo". Solamente el mantener esa posición en el pueblo, sin nada, el tener que ir todos los viernes al puerto a esperar esa carta, encontrarse con ese cartero que ya está harto de él. La obra habla de la resiliencia, de la dignidad, de valores que son importantes en los tiempos en los que vivimos, donde parece que no terminamos de encajar la posición de los mayores en una sociedad cada vez más envejecida. Todo eso me parece mucho más interesante que no una visión solamente literaria.

- A pesar de las distancias, ¿hay paralelismos con la situación de pandemia que vivimos?

- También en la novela, en el mundo del coronel, en el pueblo, hay un momento en el que habla de lluvias que lo anegan todo, que lo arrasan todo, que vienen como una pandemia. La gente tiene que esconderse, todo se inunda y además es una época en que el coronel se pasa vomitando a escondidas todo el día porque siente como si tuviera animales en las tripas mordiéndose y mordiéndole. Lo que tiene es una úlcera de caballo. Y se habla de ese momento como de una pandemia. La reflexión sobre los mayores no hace falta alentarla, se está haciendo. En el foro interno de cada uno sabemos cómo queremos tratar a nuestro padres, y a pesar de que luego socialmente tengamos que aceptar algunas cosas, ahí las administraciones no nos pueden engañar, porque a uno no lo pueden engañar con sus sentimientos. Y a los mayores hay que tratarlos bien, y si no se pueden tener en casa, hay que ofrecerles una vida que sea lo más sensata y lo más feliz posible. Mucha de esta gente ha vivido la posguerra, ha pasado muchas cosas y no piden más.

- En un plano distinto, ¿cree que el teatro, los cines, los espectáculos con público en general, van a salir tocados tras el coronavirus?

- Hay cosas como los conciertos de música clásica que tienen una disposición que es posible mantener, los grandes conciertos notarán la reducción de los aforos, les afecta, pero todo ha sufrido y se ha parado, ¿y la hostelería? Las condiciones sanitarias de nuestros negocios hay que revisarlas. ¿Qué nos ha pasado a nosotros? Pues que hemos tenido un parón, pero el teatro pervive. Tengo la sensación de que está más en peligro la sala de cine, lo de ir al cine cada semana.

- ¿Se imagina un cine sin salas de proyección, solo en la tele o en la pantalla e una tablet o un móvil?

- Pues sí, en algunos casos sí. Porque los dueños de los cines, durante mucho tiempo, han tenido grandes locales esperando a que se los comprara Primark o que hubiera una ley que les permitiera poner películas americanas nada más. Esa gente no ha estado vinculada a la industria del cine, era otra industria. Esos sí van a sufrir, y nosotros no podemos hacer nada.

- Las series sí parecen vivir un mejor momento, quizá por el éxito de las plataformas digitales. En el caso de 'Cuéntame', ¿le ha afectando la pandemia?

- Ya se está rodando una nueva temporada. La pandemia nos retrasó en un momento dado, pero se ha vuelto al trabajo y estaremos hasta marzo o abril haciendo veinte capítulos más.

- ¿Hasta qué década llegarán?

- Estamos en el 92, y se supone que estamos llegando al final. Aunque nunca se sabe, porque si tienes dos millones y medio de espectadores y es la serie más vista, esto va como va. Pero bueno, ¿cómo cierras una historia de 20 años? Creo que con muy buen criterio, habrá algunos momentos en los que se verá a los personajes del 92 en el 2020, durante la pandemia. Alguien que es médico, alguien que está ingresado, alguien que muere...

-¿En qué temporada?

- Se verá en esta, estamos rodando y a emisión llegará en enero.

- Con el éxito que ha logrado en la tele y el cine, ¿qué le da el teatro?

- Qué no le he dado yo al teatro, sería la cuestión. Empecé en el teatro muy joven, hice mucho teatro. Con el cine y la televisión me alejé del teatro y ahora, ¿qué es lo que tiene el teatro para mí? Es una de las disciplinas en las que tengo mucho que aprender. Todavía no soy un actor que fija las cosas, por lo que vivo de una creatividad continua. Tengo la sensación, con 64 años, de que en el teatro tengo 24.

- ¿Le veremos entonces en otros proyectos teatrales?

- Tengo este proyecto, que va hasta mayo, y tengo otro el año que viene para hacer 'La muerte de un viajante', que creo que es uno de los textos fundamentales para mi generación.

- Tengo que preguntarle por sus problemas con Hacienda, ¿cómo le están afectando?

- Intentas ir asumiendo todo el proceso pero al final afecta. Tienes que trabajar mucho para estar tranquilo una vez que decides qué estrategia seguir. Y yo he decidido acatar, aceptar, y evitar la exageración. Creo que se ha exagerado mucho porque es un asunto complejo, en el que se mezcla un problema fiscal con el de un despacho que afecta a otras muchas cosas. Estoy a la espera de lo que ocurra y mientras hay una purga mediática. Pero bueno, esta es una circunstancia más de mi vida y aceptaré lo que me toque, sea lo que sea. Para no hundirte tienes que decir, pues sí, esto es lo que hay.

- ¿Podría acabar en un acuerdo?

- Creo que la forma en que lo han hecho es para intentar llegar a un acuerdo. Hay algunos atenuantes. He devuelto toda la cantidad y, además, nunca he cobrado un duro que no haya declarado, otra cosa es que declaraba con una fórmula de empresa por la que pagaba mucho menos, ese es el conflicto. Ahora falta el juicio y el castigo. Y la justicia puede ser ejemplarizante o puede ser justa. Creo que justo sería acordar, y si el acuerdo no es bueno, voy a juicio y acepto lo que sea. Ten en cuenta que me han pedido 28 años.

- Eso asusta a cualquiera

- Asusta.

- Como el coronel, ¿Imanol Arias espera alguien que le escriba?

- No, ya no hay cartas. Ahora espero escribir mi carta yo. La vida me ha adelgazado mucho y estoy muy cómodo. Y me gustaría aclarar, de corazón, que cuando uno tiene un problema económico y es público, tiene que decir la verdad. ¿Me ha arruinado? Sí, ¿soy pobre? No, ¿vivo bien? Sí, pero esto me ha arruinado, he perdido todo el patrimonio pero sigo siendo un profesional y no estoy en la indigencia, ni mucho menos. Solo que todo esto me ha adelgazado.