¿Cómo definiría -desde el alma- qué es la poesía?

Es curioso; fíjese, en un poema de uno de mis primeros libros, La caída de Ícaro

Según sus propias palabras en Confía en la gracia, su nuevo poemario, "las voces hablan y el poema escucha". ¿Podría profundizar un poco más en esa reflexión?Confía en la gracia

Sí, la frase es de la nota editorial de la solapa. Creo que se refiere a mi modo de entender el poema como escucha, como apertura, como modo en que se intensifica la percepción -y la lengua que la expresa-. Pero es cierto también que en mis poemas aparecen muchas voces, palabras dichas por otros y que el texto recoge, que entran a formar parte de él.

¿Qué encontrará el lector entre sus páginas?

Le parecerá raro, pero es un libro que todavía no conozco bien. Acaba de aparecer -estos días se distribuye en librerías, a mí me llegó la semana pasada-, y todavía no estoy familiarizada con él. Siempre digo que mi unidad de trabajo es el poema, no el libro; aunque luego el conjunto suela tener una gran cohesión. El libro se hace -se monta, como en el cine- con los poemas que han ido surgiendo a través de unos años. El anterior, Lo solo del animal, se publicó en 2012; cineLo solo del animalConfía en la gracia

Usted ha dicho en alguna ocasión que empezó a escribir en la adolescencia. ¿Es quizá una de las etapas vitales más intensas y que más nos conecta con nuestra verdadera esencia?

Sí, lo veo como usted. Es un momento muy interesante, en el que te ves a ti misma y a los demás con una lucidez especial; aparece ahí una capacidad de análisis nueva, junto a un sentimiento muy radical de soledad -aunque tengas muchos amigos y no haya mayores problemas-; seguramente eso es lo que nos define y posibilita toda nuestra búsqueda y evolución posterior.

Es, por tanto, habitual que se empiece a escribir a esa edad?

La escritura es una muy buena herramienta entonces para ir tratando de desentrañar cosas que sentimos, que nos resultan confusas y producen esa desestabilización característica de esos años, con el sufrimiento que conlleva, y que los adolescentes conocen bien. Por mi experiencia como profesora sé que es frecuente que se comience a escribir a esa edad.

Sin embargo, su primera publicación fue a los 35 años?

Fue una publicación tardía, sí, para los parámetros actuales. Escribir poemas me parecía un asunto serio, un terreno en el que la inseguridad siempre es grande, sobre todo en relación con lo que han escrito otros antes, tan admirable. La inseguridad y el espíritu crítico van juntos, ¿no le parece?

¿Cree que las mujeres tienen actualmente menos dificultad para hacerse un hueco en la literatura o se las relega solo a la poesía y al cuento?

No solo poesía y cuento. Hay grandes poetas, desde luego, pero hay, y siempre hubo, grandes novelistas y ensayistas; Rosa Chacel y María Zambrano han sido dos figuras extraordinarias en esos ámbitos, con magníficas continuadoras en la actualidad. Quizá la diferencia está en que ahora el mercado pesa más; más que el valor literario, quiero decir.

Pero, a pesar de la visibilidad de las mujeres en la literatura, aún queda mucho por hacer?

Queda

Con respecto al lenguaje inclusivo, ¿se puede escribir poesía haciendo uso del género femenino y masculino constantemente?

A mi modo de ver, ese es un falso problema. El desdoblamiento inclusivo suele utilizarse por sus detractores para caricaturizar los intentos de cambiar un estado de cosas que no les interesa que cambien; esa burla continuada es solo una pequeña parte del terrible sexismo que traduce la lengua.

Explíquenos un poco más?

Pocas veces se tiene presente que ese desdoblamiento aparece en nuestros clásicos, desde el Poema de mio CidRomanceroPoema

Desde su punto de vista, ¿se le da la importancia necesaria a la literatura, a cualquiera de sus géneros, en los programas educativos actuales?

Creo que no. A través de las décadas, los sucesivos planes de enseñanza han sido cada vez menos cuidadosos con la formación de la capacidad crítica de los estudiantes; en consecuencia, la literatura, como la filosofía y las lenguas clásicas, ha ido perdiendo terreno. Es una catástrofe cultural cuyas consecuencias, por desgracia, ya estamos viviendo? La revolución tecnológica, sin un soporte de contenidos y juicio crítico que la alimente, solo puede conducir al aborregamiento consumista.

Tras su experiencia como Directora General del Libro y Fomento de la Lectura, ¿qué se podría hacer desde los centros educativos para promover el interés por la lectura?

Siempre lo he visto igual. El gusto por la lectura lo promueven de manera natural los padres y las madres, los profesores y las profesoras a quienes les gusta leer. Antes hablábamos de esa radical soledad que siente el adolescente. Entonces es cuando aparece un libro en sus manos.

Es una forma de verse reflejado en las páginas escritas por otros u otras?

Sí. Otros, antes -piensa él o ella-, han vivido esto tan extraño que estoy viviendo yo; lo encuentra en un poema, en una novela, y seguirá leyendo toda la vida porque ese es un diálogo del que ya no podrá prescindir. Esta transmisión, de todas formas, tiene una condición imprescindible: saber que la lectura nunca es solo mero entretenimiento, un producto de consumo, intercambiable, algo de usar y tirar. Por eso es tan importante elegir textos que tengan valor -que no respondan solo a la consabida receta del cóctel-, que den que pensar.

Este es su primer año en el Festival Hispanoamericano de Escritores. ¿Qué expectativas tiene?

Sí, en las dos primeras convocatorias no pude atender la invitación que amablemente me hicieron los organizadores, y estoy muy contenta de estar aquí este año, aunque sea un tiempo tan incierto y tan extraño? Por eso hay que agradecer más la determinación con que han querido mantener la convocatoria, a pesar de que los participantes de Latinoamérica no hayan podido viajar; eso es una pérdida grande, que tendremos que compensar a través de los encuentros virtuales. Ojalá el año que viene se haya recuperado ya plenamente la normalidad.

¿Qué espera aportar y qué aprender?

Es difícil valorar lo que uno mismo aporta. Una ya larga vida dedicada a pensar y a escribir poesía y ensayo, unos textos, un modo de ver las cosas? Todo lo que, por otra parte, recibiré a mi vez de los autores y autoras que me acompañan estos días.