Esta antigua frase proverbial se usa para aseverar que a la tercera ocasión se consigue siempre lo pretendido. Lo que se corresponde con el refrán castellano: "A la tercera va la vencida", que encomia el esfuerzo y la constancia de alguien frente al reto que pueda suponer una situación determinada.

Se recurre a una metáfora construida sobre elementos del mundo rural ligados a la agricultura tradicional y al sistema de riego de las heredades canarias, organizado por "adulamientos". La "dula" es en el español de Canarias el 'turno de riego' del que gozan los "herederos" sobre el caudal o acequia de la heredad. Se trata de un arcaísmo de origen semítico (del árabe hispánico 'dúla' y este a su vez del árabe clásico: dawlah que quiere decir turno). Pero a diferencia de la voz recogida por el DRAE ("porción de tierra que, siguiendo un turno, recibe riego de una acequia"), en las islas se refiere exclusivamente al 'turno de riego'. Este matiz semántico se explicaría porque en Canarias los repartimientos de tierras y aguas de nacientes y barrancos que tuvieron lugar durante los primeros años de la colonización vinculaban la propiedad de la tierra con el derecho de riego, y con el tiempo quedaron disociadas. Es un hecho que ha llegado hasta nuestros días que propiedad de la tierra y propiedad del agua no son coincidentes.

Una "torna" es una tabla o plancha de hierro, latón o mortero que se coloca en las acequias o "atarjeas" para cerrar el paso del agua en la boca de riego o en la entrada de un "macho" (de riego). Las tornas se usan también para cerrar las bocas de salida de las "cantoneras", que son pequeños depósitos para recibir el agua del estanque principal o mina y para la repartición o distribución del caudal entre los regantes según la dula que les corresponda. En un tiempo, las tornas solían reforzarse con trapos, tiras de plataneras, limos o lodos para evitar filtraciones y pérdidas de agua, y a veces se apuntalaban con cuñas para asegurarlas.

¿Pero por qué a la tercera? "A la tercera dula salta la torna más segura" puede ser una versión insular, inspirada y expresada en el propio idiolecto rural, de lo que a todas luces parece un dicho universal. Correas lo registra ya desde el siglo XVII en su Vocabulario de refranes y frases proverbiales en la forma: "La tercera, buena y valedera" [en otros textos precedentes se recoge la fórmula: "¡Andar!, ya callan, a tres me parece que va la vencida"; La Celestina XIX, 3].Y parece tener origen -según Correas- en "los tiros y caídas de luchas", que era la tercera la que se daba por buena ("La tercera, esa es la buena"), y que ha llegado hasta nuestros días como "a la tercera (va) la vencida" o fórmulas similares. Hay quien apunta como posible origen las formaciones de las legiones romanas, en la que los soldados más veteranos ocupaban la tercera fila (triarios), que eran los últimos en entrar en combate y suponían el esfuerzo definitivo para ganar la batalla. De ahí la expresión proverbial res ad triarios redit (Liv., VIII, 8, 11) que significaba que la situación era crítica y que había llegado el momento de que entrara en acción la tercera línea. De esta puede derivar: "a la tercera (o a las tres) la vencida" que se usa cuando se alienta a realizar el último esfuerzo. En el Evangelio de Lucas, Jesús vaticina que quien se había mostrado como su más fiel discípulo, Pedro, renegaría de él antes de que el gallo cantara por tercera vez. Incluso en la lucha canaria, los desafíos a los que se retan los luchadores en ocasiones son a tres agarradas.

Esta frase proverbial se usa, con carácter general, para alentar y advertir que la tercera ocasión es la buena y se alcanzará el objetivo perseguido. Por mucho que se refuercen las tornas, estas ceden ('saltan') al ímpetu de la "tercera dula", por la embestida del caudal de agua que corre por la acequia. Puede tener un valor de consuelo y ánimo frente al desaliento que provoca la sensación de fracaso por haber perdido consecutivamente las dos oportunidades precedentes. O bien convertirse en un presagio de buen augurio al que dotamos, aunque sea inconscientemente, de un cierto poder mágico-simpático, quién sabe si por la fuerza de las repeticiones de esta fórmula desde tiempo inmemorial. Lo cierto es que sin saber por qué razón, "a la tercera va la vencida" o "a la tercera dula salta la torna más segura".